Yoko Ono faltó a la inauguración de una gran retrospectiva de su obra en Francia
La célebre artista japonesa, convalesciente aún de una severa gripe, tuvo que desistir de acompañar la apertura de Luces del amanecer, una impactante revisión de su obra artística en el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon; en junio se verá en el Malba
PARIS – Convaleciente de una severa gripe, la célebre artista japonesa no pudo estar presente ayer en la inauguración de la retrospectiva Yoko Ono. Luces del amanecer, que le consagra el Museo de Arte Contemporáneo de Lyon (MacLyon), del 9 de marzo al 10 de julio.
La viuda de John Lennon era esperada con impaciencia y, hasta último momento, se mantuvo la intriga sobre su visita. Hospitalizada hace diez días en Nueva York, la estrella de 83 años creía poder hacer el viaje. "La esperamos en Lyon donde permanecerá varios días. Se trata de una exposición muy importante para ella y confirma que vendrá a pesar de sus recientes problemas de salud", dijo entonces el portavoz del Mac de Lyon.
Pero sus médicos decidieron lo contrario.
"Le han desaconsejado enérgicamente todo desplazamiento antes de estar completamente restablecida", reconoció el director del museo, Thierry Raspail, en un comunicado. Los responsables de la exposición afirman que Yoko Ono viajará a Lyon en mayo próximo.
Calificada por su difunto marido como la "artista desconocida más célebre del planeta", hace poco tiempo que el mundo reconoce su talento como creadora. Después de la retrospectiva de Fráncfort en 2013 y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa) en 2015, el Mac de Lyon consagra 3000 m2 distribuidos en tres pisos a la exposición de sus obras, realizadas entre 1952 y 2016. Es decir, más de 60 años de creación.
Con su voz discreta y su aspecto de geisha, quien durante años fuera apodada "Miss Oh No!" y acusada de ser la "bruja" responsable de la separación de los Beatles, no oculta su satisfacción ante este tardío reconocimiento. "Siempre pensé que había que ser paciente, sin dejar jamás de creer", confesó recientemente en Nueva York.
Su retrospectiva, que llegará a Buenos Aires en junio y cuyo título suena en francés como un haiku –Yoko Ono. Lumière de l’aube– viaja como ella: sin cronologías, pasando de lo invisible a lo monumental, de sus pinturas-instrucciones a sus videos e instalaciones más célebres o más recientes. Imposible capturar el caleidoscopio Yoko Ono, que publica simultáneamente un nuevo álbum, Yes, I’m a Witch Too ("Sí, también soy una bruja").
Las "instrucciones" creadas por la artista incitan a todas las interpretaciones y pueden, en consecuencia, traducirse en numerosas formas. Más de 150 son reunidas desde 1964 en un libro, verdadera retrospectiva, titulado Grapefruit. Su primera "instrucción" data de 1955, Lighting Piece: "Light a match and watch it till it goes out" (Enciende un fósforo y míralo hasta que se consuma). Generalmente escritas en modo imperativo, deben ser practicadas por quien desee vivir la experiencia y dejan un considerable espacio a la imaginación.
Es una pena que, para el gran público, Yoko Ono sea apenas "madame John Lennon". La híper mediatización de su historia de amor con el carismático músico eclipsó su prolífica creación. Para los especialistas, esa obra es hoy ineludible y de una extrema actualidad. "Quise que la exposición fuera absolutamente fiel a su obra, en armonía con el principios de sus "instrucciones" y al "espíritu" que para ella es fundamental", explica el curador de la muestra, Thierry Raspail.
Por esa razón, porque el arte visual contiene el sonido —o lo inverso—, la música de Yoko Ono no fue "aislada" en el espacio de la muestra para ser escuchada: por el contrario, sale por todas partes. La artista aceptó de buen grado realizar su propia playlist, que el visitante puede mirar… es decir escuchar, como otra de sus "instrucciones".
Por fin, porque el original —en el sentido que lo entiende cualquier mortal— no es un original para Yoko Ono, sino un comienzo, es decir un diagrama para una historia que será vivida, los curadores de la muestra privilegiaron las obras en su versión "practicable" por el público. "La lección de Yoko Ono es: hay que experimentar y compartir", precisa Raspail.
De ese modo, el visitante encuentra en cada piso En Trance, que no es ni "entrada" ni "entrando"; descubre AMAZE, recuerdo de flushing, el WC que aparecía en el concierto de Village Gate y, entre muchos otros, descubre un Water Event actualizado, un Half-A-Room "bourgeois", un Play It By en su máxima extensión, una Yes Painting que se puede montar, una Kitchen Piece interpretada por diez chefs que "crean" una sopa para la ocasión, etc.
Para Raspail, "etc." dice justamente mucho sobre la obra de Yoko Ono: "Me parece una excelente instrucción para el work in progress, que es la base de su creación", afirma.
La retrospectiva en el Mac Lyon incluye un imponente catálogo de 496 páginas magníficamente ilustradas, bilingüe inglés/francés, con textos de Yoko Ono traducidos por primera vez en francés.
Pero la programación cultural en torno a la muestra no terminará allí. El museo también propone diferentes miradas de la obra de la artista, que la sitúan en el contexto donde comenzó a crear, subrayan el sitio histórico que ocupa y muestran su actualidad.
La inscripción de Yoko Ono en ciertas corrientes del pensamiento como el pacifismo o el feminismo, su utilización de la "performance", sus creaciones musicales, sus lazos con el arte conceptual y con Japón serán analizados a través de un nutrido ciclo de conferencias.