A De la Rúa lo espera una fiesta en Galicia
Bueu, donde nacieron sus abuelos, lo recibirá el jueves con una celebración especial, de la que participará casi todo el pueblo
BUEU.- "De la Rúa es un hijo nuestro. La gente acá lo está esperando como a un ídolo."
Quien lo afirma es el alcalde de este pequeño pero pujante pueblo de pescadores en las Rías Bajas de Galicia, cerca de Pontevedra, donde nació el abuelo de Fernando de la Rúa. Y que el Presidente visitará el jueves, una vez terminada la agenda oficial del viaje de Estado que inicia pasado mañana en España.
Tomás Barreiro Sotelo, el joven alcalde, prepara una fiesta como es difícil imaginar en este momento en la Argentina.
-¿Por qué? ¿Hay problemas de nuevo con los militares?, pregunta uno de sus asesores.
-Hay problemas políticos, económicos, desempleo...
-¡Mujer! Eso no es grave. Con un poco de decisión política y persuasión se arregla. Como lo hicimos aquí. Hace sólo unos años, la vida no era fácil en España. Y en Galicia ni le digo... Le pusimos empeño y, ya ve, las cosas han mejorado...
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El disparo de un resorte parece haber alterado la paz de la ciudad cuyo jefe de policía, Rubén Buiro, no recuerda cuándo fue la última vez que hubo un robo importante.
Un ruido mecánico compite con el de las olas y el de los pesqueros que atracan en una nube de gaviotas. Son los tractores que pavimentan lo más rápido que pueden el camino de tierra que conduce hasta el Pozo de la Santa Cruz, un caserón de piedra construido en 1671 que alguna vez perteneció a familiares de De la Rúa. "Lo estamos adecentando", dijo Barreiro Sotelo.
"¿No nota nada raro?", pregunta. Le decimos que es nuestra primera visita al pueblo. "Fíjese entonces... Estamos pintando la fachada del edificio del Concello -el órgano ejecutivo local- del mismo color que la Casa Rosada. Es un pequeño homenaje", dice. Y mira el cielo, inquieto: hace días que llueve y la bruma lo humedece todo. No sabe si los trabajos se terminarán a tiempo.
Los 13.000 habitantes de Bueu parecen trastornados por una súbita "pasión por De la Rúa". Hay un ciclo de conferencias sobre el presidente argentino, con proyección incluida de diapositivas sobre su árbol genealógico de 12 generaciones, desde el siglo XVII hasta nuestros días. Lo hizo un profesor de historia, Arturo Sánchez Cidrás, que puede hablar horas y horas -sin cansarse- sobre la vida del presidente argentino.
"Yo sé que su nieta se llama Sol y es más grande que mi hermana pequeña. Es rubia. Vi sus fotos", dice Mari, a quien en el colegio le dieron de tarea una investigación sobre De la Rúa. No fue difícil: todos los alumnos del pueblo recibieron un folleto de 30 páginas con discursos, fotos personales y de campaña y un completo currículum del mandatario. Lo analizan como "un caso ejemplar de una historia de emigrantes".
También la gente del pueblo puede hablar con soltura del tema. "Una familia muy conectada con la Iglesia. Creo que hasta con la Inquisición...", dice Joseph, quien, como casi todos los hombres de Bueu, calza enormes botas de pescador.
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Con apetencias de fortaleza, el viejo casco que fue de los ancestros del Presidente -y donde aún hoy se ve el escudo familiar grabado en la piedra- tiene sus propios motivos de fama: allí se rodó parte de la exitosa serie "Los gozos y las sombras".
Refaccionado, ahora pertenece a una empresa inmobiliaria que lo explota privadamente. Su casero, Martín, no suelta prenda sobre lo que allí ocurre. Sólo dice que ni una piedra puede tocarse, porque está protegido como patrimonio histórico. Desde la terraza, en lo alto de un cerro, hay una espléndida vista de la bahía y del movimiento del puerto. Las cosas van bien en la tierra que dejaron los De la Rúa.
Ocho familiares lejanos participarán en la fiesta con que lo agasajarán aquí. Son de Vigo, a unos 50 kilómetros. Entre ellos, su prima hermana, Carmen Mora de la Rúa, y su sobrina segunda, María Mora de Monforte. Ella fue, en realidad, la que alertó sobre la suerte del tío lejano cuando lo vio por televisión, elegido ya jefe del gobierno porteño.
"¡Oye..., pero si ése es mi tío!", le dijo a su marido, Carlos Monforte. El hombre no tardó en reaccionar: "Pues que nos vamos los dos a Buenos Aires a saludarlo", le propuso. A partir de entonces se reanudó la relación perdida desde 1962, cuando, con 25 años, Fernando de la Rúa visitó a parientes lejanos de Vigo.
Ahora el encuentro será en Bueu, donde comenzó la historia familiar y donde hay ambiente de acontecimiento. "Ya sabes como es esto... hay que vender algo. Aunque sólo sea humo", dice un vecino en el comedor del puerto. Los demás lo escuchan y él añade con tono cómplice: "La política es eso, después de todo".
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