La trastienda. A desgano, el canciller aceptó tres nombres
Imposiciones. Diferencia. Destinos. Intelecto. Volver.
- Imposiciones. En 1990, el entonces canciller Domingo Cavallo respondió nuestra pregunta sobre el motivo de la designación del finado Rubén Cardoso como embajador en Paraguay con otra pregunta: "¿Cree que yo lo hubiese nombrado?" No fue necesario abundar; todo estaba dicho. El jueves último, esta columna recibió oficiosamente el comentario de que el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini no había auspiciado los pedidos de acuerdo como embajadores de los senadores Beatriz Raijer, Luis León y José María García Arecha, que terminan su mandato. También de otra fuente segura recibió la versión sobre la posibilidad de que Antonio "Pacheco" Berhongaray, el ex secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, se sume al trío.
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- Diferencia. Mientras la respuesta de Cavallo señalaba su desacuerdo con la personalidad del propuesto por el presidente Menem, la aclaración que se nos formuló sobre quién auspició a estos embajadores debería vincularse con el deseo sincero de Rodríguez Giavarini de superar la incomunicación que se percibe en la Cancillería. Los diplomáticos se abstienen de exponer ideas, recordar hechos que debería conocer la conducción o tomar actitudes por gestualidades, no se sabe de quiénes, que impondrían un temor reverencial. El peor de los temores del hombre, decía aquel gran jesuita que fue el padre Leonardo Castellani. Hay un ejemplo reciente sobre esto de no resolver y tirar el tema para arriba. Se trata de la no renovación del pasaporte diplomático, otorgado en el gobierno de Alfonsín, a un jurista relevante, ex embajador, ex alto funcionario de la OEA y uno de los dos jueces internacionales argentinos que hace poco fueron homenajeados por el ministro de Justicia, Jorge de la Rúa.
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- Destinos. Actualmente existen embajadores políticos del radicalismo en España (Ricardo Laferriére), Francia (Carlos Pérez Llana), Perú (Víctor Martínez) y Uruguay (Juan Manuel Casella) y del justicialismo en Ecuador (Hernán Cornejo), Kuwait (Omar Vaquir) y Marruecos (Norberto Piuzzi). De los primeros se dice que Casella podría volver para ejercer un alto cargo partidario. Martínez había confiado que dos años es un buen tiempo para estar lejos de casa. Si a esta posibilidad -se repite, posibilidad- se sumase la embajada en Grecia, vacante desde hace dos años, y las vacantes que dejarán en Suiza el embajador Miguel Angel Espeche Gil y en Túnez el embajador Héctor Tejerina, por sus jubilaciones, habría cinco embajadas por cubrir en el término de ocho meses. Siempre en tren de conjeturar, en la privilegiada (por cercanía y coeficiente) embajada en Montevideo, Luis León se sentiría cómodo y el amigo presidencial García Arecha estaría a gusto en Berna.
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- Intelecto. La célebre Universidad Carolingia de Praga fue, el lunes y martes últimos, sede de un intercambio de ideas entre intelectuales argentinos y checos. El encuentro forma parte del Programa de Difusión del Pensamiento Argentino, delineado por Relaciones Culturales de la Cancillería que, en esta ocasión, tuvo la pujante colaboración del embajador en la República Checa, Juan Eduardo Fleming. Representaron a nuestro país Marta Oyhanarte, María Sáenz Quesada, Antonio Battro, Ricardo Forster y Rafael Paz, cuyas intervenciones elogiaron las entidades especializadas checas.
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- Volver. Después de uno de esos ostracismos tan propios de la carrera diplomática, donde muchas veces su curso y los premios y castigos dependen de raros humores e imponderables, volvió a un cargo significativo el ministro Ramón Villagra Delgado. Está al frente de la conflictiva área Africa del Norte y Medio Oriente. El diplomático, como varios de sus colegas, pulsa la narrativa, en la que dio buenos ejemplos. Su último libro se llama Puros cuentos .
Ovidio Bellando
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