Baratta demandó al empresario de 97 años que no quiso pagar sobornos
Los abogados del estudio Kon y Asociados, con oficinas en la elegante esquina de Libertador y Virrey del Pino y que según reza en su página web se caracterizan por una "notable atención personalizada", recibieron un pedido del preso por corrupción Roberto Baratta para demandar al empresario José Teiltelbaum, de 97 años. Teiltelbaum había contado cómo su constructora terminó en la quiebra tras negarse a pagar coimas durante el kirchnerismo, en tiempos en que Julio De Vido y Baratta dominaban la llave de las obras públicas.
El 8 de febrero, el empresario Teiltelbaum recibió una carta documento en la que el abogado Luis Alberto Kon, especializado en derecho económico, se presenta como "mandatario para asuntos judiciales de Roberto Baratta" y dice seguir "expresas instrucciones" del detenido.
En la carta, Baratta lo intima a rectificarse, porque de lo contrario le iniciará una acción "civil y penal" por calumnias.
La reacción contra el empresario de 97 años se convierte en una muestra de la réplica del sector del kirchnerismo afectado por las denuncias de corrupción, en momentos en que la incertidumbre política atraviesa a Comodoro Py.
La historia de Teiltelbaum había sido revelada por LA NACION a fines de enero, cuando el empresario narró su obstinada lucha en el Ministerio de Producción de Julio De Vido y Baratta para retomar la construcción de un centro tecnológico del Conicet en Santa Fe que le habían adjudicado décadas atrás, pero que se había frenado por falta de pago. Eran los tiempos en que el chofer Oscar Centeno, según relató en la Justicia, llevaba de recorrida a Baratta para recoger las coimas de los empresarios que recibían obras del Estado.
Pero Teiltelbaum se negó a pagar: "Yo fui ingenuo. Una vez una funcionaria me dijo que para que me escuchara Baratta tenía que poner el 15, y yo le respondí que no tenía su número de celular; creía que me hablaba del prefijo", contó a LA NACION.
El Estado le reconoció en tres dictámenes diferentes que correspondía abonarle a la empresa dos millones de pesos por pagos adeudados por la obra. Pero el Ministerio de Planificación no cumplió. Incluso desde el propio gobierno kirchnerista hubo funcionarios que intentaron destrabar la construcción del centro de investigación, como hicieron el entonces ministro Daniel Filmus a través de una resolución (460/2004) o el entonces titular del Conicet, Eduardo Charreau, quien le envió una carta a De Vido. Fue inútil. "Lo veía pelear solo la batalla, con 80 años, intenté ayudarlo, pero el grupo de De Vido y Baratta lo acorraló por no querer pagar coimas", recordó Charreau, en diálogo con LA NACION. El empresario terminó en la quiebra.
Del despojo a la internación
Con 97 años, Teiltelbaum aceptó en enero contar su historia. Incluso la volcó en un libro llamado El despojo. Baratta no lo perdonó. Días después comenzaron a llegar las intimaciones.
Tras recibir la carta documento del "mandatario para asuntos judiciales" del preso, Teitelbaum fue internado por neumonía. Al recuperarse y volver a su departamento descubrió una nueva notificación. Debía presentarse para una audiencia por la demanda de Baratta por "daños y perjuicios". Recibió la carta el 15 de marzo, el mismo día en que estaba convocada la audiencia. Para entonces, Teitelbaum había descubierto que había perdido movilidad en las piernas. Hasta entonces caminaba dificultosamente con la ayuda de un bastón.
En la nueva carta documento, Baratta dejó abierta la puerta para un reclamo económico. Sin embargo, en el texto aclara que el monto todavía es "indeterminado". Al igual que en el pasado, el dinero regresa como un motor implacable de las acciones del exmandamás de Planificación.
La Oficina Anticorrupción, a su vez, solicitó al juez Claudio Bonadio, a cargo de la causa de los cuadernos de las coimas, que le tome declaración a Teitelbaum en su domicilio para incorporar su testimonio al expediente.
Los denunciantes que impulsaron las investigaciones de corrupción aparecen como los blancos predilectos de los exfuncionarios encarcelados. Pero un ensañamiento particular se descubre contra quienes confesaron delitos o, como ocurrió con Teitelbaum, contra quienes mostraron con su conducta un contraste frente a la omertà del club de la obra pública. En una entrevista con la Radio El Destape, Julio De Vido llegó a decir al aire a fines del año pasado que "los buchones son peores que los torturadores", el reconocimiento de una singular escala de valores que, ahora, comenzó a replicarse a través de cartas documento.
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