Barrionuevo, un dirigente acostumbrado a construir poder en medio de la polémica
La designación de Luis Barrionuevo como interventor de un Partido Justicialista en crisis verá en la decisión judicial una buena noticia si se tiene en cuenta la ambición política del líder del gremio de los gastronómicos y de la CGT Azul y Blanca.
Pese al enojo del presidente del PJ, José Luis Gioja, quien primero se encerró en su despacho y después dijo que iba a apelar el fallo de la jueza María Servini de Cubría, a Barrionuevo se le allanó el camino para hacerse con un nuevo lugar en el mundo político. Estar al frente del PJ le permitirá conservar su influencia en una CGT con la cúpula tambaleante, el histórico gremio que conduce tendrá a un líder con más peso político y le dará a un sector del peronismo un rol más importante que el que tenía hasta ayer.
Ejecutor de declaraciones polémicas y difícilmente olvidables, como cuando dijo en los 90 que en la Argentina había que "dejar de robar por dos años", el gastronómico tiene una extensa trayectoria en la política y el sindicalismo.
Barrionuevo lleva décadas como titular del gremio de los gastronómicos -desde 1983- y, antes de volver a la máxima exposición como interventor del PJ, fue funcionario del gobierno de Carlos Menem, diputado nacional, senador nacional y hasta aspiró a la gobernación de Catamarca, un deseo que le generó uno de los mayores escándalos en su carrera política.
El gremialista ocupó una banca en la Cámara de Diputados en representación de Catamarca entre 2005 y 2009, un solo mandato que, según sus sincericidios, no le gustó. "No me gusta ser diputado, es una pérdida de tiempo", dijo en una entrevista a LA NACION.
Unos años antes, Barrionuevo fue senador por Catamarca desde 2001 hasta 2003, cuando decidió postularse como candidato a gobernador. Pero la Justicia provincial se lo impidió porque en ese entonces no cumplía con los años de residencia que exigía la ley.
Poco después llegó su frase "si no hay boletas del PJ, no hay elecciones", que finalmente se hizo realidad cuando sus partidarios quemaron urnas el día de la elección. Los comicios debieron ser suspendidos.
Después de ese hecho, Barrionuevo no bajó el perfil. Unos años después, cuando Cristina Kirchner transitaba los primeros meses de su presidencia, el sindicalista rompió lazos con el kirchnerismo y el camionero Hugo Moyano, que estaba entre los oficialistas. Fue en ese entonces que fundó la CGT Azul y Blanca con la promesa de, algún día, refundar la CGT.
Actualmente, el sindicalista se mantiene como un opositor al gobierno de Mauricio Macri -a quien llamó "chico caprichoso"- y cuando le preguntan por el kirchnerismo suele decir que Cristina debe ir presa.
Pese a los altos y bajos de su exposición política, la polémica de sus declaraciones se mantiene. La última fue el año pasado cuando, desafiante, que "De la Rúa y Alfonsín atacaron a los sindicatos y no terminaron su mandato".
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