Boudou piensa que tiene pocas chances y apuesta a la CIDH
En su entorno admiten que está cerca de ser condenado; qué hace hoy en su vida diaria
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Amado Boudou llega al juicio oral y público, en el que se lo acusa de quedarse con la imprenta Ciccone que imprime los billetes, persuadido de que su suerte está echada: cree que tiene más chances de ser condenado que de salir absuelto, dijeron a LA NACION sus allegados.
Sólo espera tener revancha en caso de condena, si logra llegar con su reclamo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Cree que el clima político de los tribunales de Comodoro Py 2002 no deja mucho margen para que su caso tenga otro final.
Por lo pronto, pasa sus días en su departamento de Puerto Madero, donde atiende sus clientes particulares, a quienes asesora en cuestiones económicas, y el resto del tiempo lo consume la lectura de los 42 cuerpos del caso Ciccone.
Devora las fotocopias de resoluciones a las cuales antes no les había dado relevancia y que ahora constituyen piezas clave en las que se basará la acusación fiscal.
Políticamente, Boudou está solo, aunque no deja de recibir visitas de antiguos compañeros de ruta. Compartió un café y una charla en los últimos tiempos con el jefe de la Anses del kirchenrismo, Diego Bossio , hoy diputado nacional del bloque justicialista que respalda a Florencio Randazzo , y con el senador Juan Manuel Abal Medina , hoy lejos de Cristina Kirchner y segundo candidato a diputado de la lista del ex ministro del Interior y Transporte.
Sigue con su novia mexicana Mónica García de la Fuente, ex diputada del Partido Verde Ecologista de su país, y su pasión por la música, que alimenta en zapadas junto con Manuel Quieto, líder de la Mancha de Rolando.
Tanta es la veneración de Quieto por Boudou, que llegó a calificar al ex vicepresidente con un 9 como guitarrista y aclaró que no le daba un 10 porque existieron Pappo y Gustavo Cerati.
El ex ministro de Economía no abandonó tampoco su fanatismo por la velocidad a bordo de motos de alta cilindrada.
Boudou ya perdió la virginidad judicial el mes pasado, cuando fue juzgado y sobreseído por los papeles truchos de un auto que compró hace 20 años. En ese juicio contó con la ayuda de su amigo el ex juez de la Corte Eugenio Zaffaroni . Merced a esas gestiones, en esa ocasión fue defendido por Jacobo Grosman y Martín Magram.
Su defensa fue eminentemente técnica y logró ser sobreseído por prescripción.
Ahora, a este proceso más complicado y más largo (se cree que durará buena parte del año próximo) llega defendido por su amigo de siempre, Eduardo Durañona, un constitucionalista de Mar del Plata, pago chico del ex ministro y ex vicepresidente.
Por ahora las audiencias están programadas únicamente los martes, porque el mismo tribunal oral N° 4 tiene al mismo tiempo el juicio contra Julio De Vido , los miércoles, y sus jueces intervienen de manera separada en dos juicios por violaciones a los derechos humanos en la ESMA, en la causa AMIA y en casos de secuestros y narcotráfico. Con un día a la semana ocupado, Durañona puede manejarlo, pero si se suman más días, deberá buscar un colaborador.
Una defensa política
Durañona planificó una estrategia diferente a la Boudou en el juicio anterior. A juzgar por los testigos que pidió para que declaren, piensa en un planteo más político que jurídico. Quiere que declare el periodista Víctor Hugo Morales , por ejemplo, y otros allegados.
Un personaje importante del juicio es el amigo y ex socio de Boudou José María Núñez Carmona , quien nunca declaró hasta ahora en esta larga investigación. Lo que diga puede ser crucial para el futuro de Boudou, pues es el que lo conecta con los Ciccone, con la AFIP y con el traspaso accionario.
La estrategia de Boudou pasará, además, por desligarse del generoso plan de pagos de las deudas fiscales que tenía Ciccone y que le permitieron evitar la quiebra que le pidió la AFIP. En ese sentido, apunta sus cañones a quien será el gran ausente del juicio: Ricardo Echegaray.
El ex titular de la AFIP no estará de cuerpo presente en el banquillo, porque si bien está imputado, aún el juez Ariel Lijo, en primera instancia, no resolvió su situación procesal. Pero estará en boca de todos: algunos de los otros acusados pidieron que declare como testigo.
En cambio si estará sentado Rafael Resnick Brenner, su ex jefe de asesores, quien hizo un cambio de abogado a última hora: prescindió de Luciano Pauls y eligió a Gabriel Iezzi, del mundo de las empresas y la TV.
Boudou no puede creer la velocidad con la que el juicio por el caso Ciccone se le vino encima. Lijo lo indagó por primera vez en 2014. En mayo de este año, el magistrado elevó el caso a juicio y en cuatro meses ya está sentado frente a los jueces.
La semana pasada, el abogado Durañona los visitó y les transmitió su sorpresa por el vértigo con el que se manejó el caso.
Son los tiempos de Comodoro Py 2002, que en el último trimestre de este año parecen haberse acelerado.
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