Brinzoni hizo gestiones para acotar los pases a retiro
La decisión del presidente electo, Néstor Kirchner, de pasar a retiro al 75 por ciento del generalato y al 50 por ciento del almirantazgo y de los brigadieres provocó la inmediata reacción del jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, que convocó ayer a su despacho al general de brigada Roberto Bendini, su eventual sucesor y aparente razón central del corte histórico más profundo en las cúpulas castrenses.
En el Edificio Libertador, Brinzoni le hizo saber a Bendini del malestar de buena parte de los 27 generales que pasarán a retiro y le sugirió que gestione ante Kirchner la posibilidad de efectuar un recambio más acotado.
De los cuatro militares que desde anteayer saben que pasarán a retiro en los próximos días, Brinzoni apareció como el menos resignado a aceptar sin ningún tipo de planteo la decisión presidencial. La intención del jefe del Ejército de presentar batalla tiene que ver con que parecería ser que la relación de amistad entre Bendini, actual jefe de la XII Brigada Mecanizada con asiento en Río Gallegos, es la principal razón de la magnitud de los relevos.
Bendini trabó fuertes vínculos con uno de los hombres del círculo íntimo de Kirchner el ex ministro de Gobierno santacruceño Julio De Vido, que hoy asumirá la cartera nacional de Planificación Federal. Según trascendió de fuentes inobjetables, Bendini mantuvo un contacto con Kirchner después de haberse reunido con Brinzoni, pero no obtuvo la respuesta que su jefe esperaba.
Con muy bajo perfil, quizá por lo delicado de la situación, se mostró el designado ministro de Defensa, José Pampuro, cuyas ideas sobre el recambio de las cúpulas no era coincidente con las de Kirchner. Tuvo un contacto con Brinzoni y optó por el silencio.
Entre sus allegados no negaron que se siente "frágil", aunque decidido a acompañar a Kirchner porque fue el hombre de Duhalde que apostó por el gobernador patagónico para disputarle la presidencia a Carlos Menem. Pampuro tenía otras ideas más moderadas para reemplazar a los jefes militares que permanecen en sus cargos desde diciembre de 1999.
El teniente general Juan Carlos Mugnolo será reemplazado en el Estado Mayor Conjunto por el brigadier mayor Jorge Chevallier, actual jefe de Operaciones de la Fuerza Aérea. El almirante Joaquín Stella le dará la bienvenida en la Armada al contraalmirante Jorge Godoy, destinado actualmente en el Comando Naval Austral con sede en Ushuaia y jurisdicción en buena parte de la Patagonia.
El brigadier general Walter Barbero dejará la Aeronáutica en manos del brigadier Carlos Rohde, que está a cargo de la jefatura de Planificación.
No trascendió aún quién ocupará la la Casa Militar, que lidera el vicealmirante Carlos Carbone, que se retirará con el récord de haber asistido a cinco presidentes de la Nación entre el 20 de diciembre de 2001 y el 25 de mayo de 2003.
A pesar del impacto interno que recibieron las Fuerzas Armadas por esta profunda reestructuración, el presidente saliente, Eduardo Duhalde, y el jefe de Gabinete entrante, Alberto Fernández, intentaron restarle dramatismo a una situación que provocó malestar en el ámbito castrense.
Duhalde recibió ayer en San Vicente a los cuatro jefes militares que, según se prevé, esta semana dejarán sus puestos. Aunque ningún funcionario designado quiso anticipar cuándo asumirán los nuevos jefes militares, no puede dejarse de lado un dato importante: el próximo jueves se celebrará el Día del Ejército, en el cual Kirchner debutará formalmente como comandante en jefe.
Debido al malestar que reina dentro del Ejército, es que no puede pensarse que Kirchner encabece la ceremonia castrense y que Brinzoni siga en su puesto y a cargo del mensaje anual de la fuerza.
Lo más lógico para demostrar su poder político -sentido último de estos cambios- es que presente en sociedad a su elegido para comandar el Ejército e intente aventar así el malestar entre la oficialidad joven por el rápido ascenso del general de brigada Bendini, que estaba en el puesto 28 de la línea sucesoria de Brinzoni.
Agradecido
Los jefes militares que fueron a San Vicente creyeron que Duhalde iba a poder interceder por ellos ante Kirchner. Pero el mandatario saliente les agradeció el apoyo durante su gestión. Para reconfortarlos dijo públicamente que habían hecho esfuerzos para funcionar porque "no tenían dinero", pero fue tajante al despegarse de la decisión de su sucesor: "Nadie duda de que es una decisión que le es propia y que la puede ejercer en plenitud".
Fernández también intentó restarle trascendencia a la cuestión: "Hay que quitarle dramatismo. Está dentro de las facultades del Presidente revisar quiénes van a ser los jefes de las Fuerzas Armadas que van a acompañarlo en su gestión".
Y aclaró que "bajo ningún punto de vista es una cuestión ideológica. Nadie debe intranquilizarse".
El inminente secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, se limitó a decir que "son rumores y versiones periodísticas" y pidió a los periodistas consultar a Pampuro, cuyo teléfono celular dio ocupado casi todo el día y no pudo ser contactado para que opinase sobre el primer tema conflictivo que le tocará administrar.
Pelea electoral
Además de la inquietud por el veloz ascenso de Bendini a la jefatura del Ejército, en la intimidad de esa fuerza comenzaron ayer a sentirse las consecuencias de las apuestas personales de algunos oficiales en favor de los dos candidatos presidenciales del PJ.
Los kirchneristas que aparecían hasta en las encuestas como la minoría dentro del Ejército -el voto militar parecía más inclinado hacia Carlos Menem y hacia Ricardo López Murphy- aprovecharon una maniobra electoral interna mediante la cual se convocaba al voto en favor del ex mandatario, por medio de una carta en la que el propio postulante les recordaba los logros obtenidos durante su gestión.
Kirchner también arrastraría un antiguo encono con la cúpula del Ejército, con la cual firmó hace algunos años un convenio por 20 millones de pesos (o dólares de la convertibilidad) para construir una unidad militar en Puerto San Julián para albergar a 600 uniformados que nunca se concretó. Era considerado interesante para contribuir a desarrollar la zona.
El silencio de radio de Pampuro también podría marcar otro capítulo en esta historia de desencuentros, ya que el dirigente duhaldista no les negó a sus allegados que asumirá su cargo condicionado, pero que no le hará pasar un mal momento a Kirchner delante de tantas figuras internacionales que llegaron a Buenos Aires.
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