Campaña 2017: ya largó la carrera para conseguir financiamiento económico
Los partidos activaron sus estrategias para obtener fondos: calculan que sólo en la provincia de Buenos Aires necesitarán $ 200 millones
Mientras definen estrategias para la pelea electoral, los partidos políticos comenzaron a mover los engranajes del financiamiento de campaña. Los dirigentes se entusiasman al enumerar cenas de recaudación, aportes voluntarios de funcionarios y hasta pequeñas donaciones con tarjetas de crédito, como ocurre en los países más modernos. Pero reconocen que, por fuera de los circuitos legales, hará falta mucho cash para financiar la contienda.
Los partidos ya activaron la recaudación para las legislativas de este año, confiaron a LA NACION operadores, funcionarios y empresarios de distintos partidos. Las cifras no alcanzarán los desembolsos de 2015, pero pueden parecer un despropósito para el ciudadano desprevenido.
Un jefe de campaña de un partido competitivo calculó que en la provincia de Buenos Aires tendrán que pagar, por lo menos, $ 200 millones para ganar la elección. Sólo hay que poner unos $ 40 millones para pagarles a los 30.000 fiscales. Y otros $ 20 millones para imprimir las boletas que permitan militar en el conurbano.
Con esas cuentas, los partidos superarían con holgura el límite legal, que para esta elección es de $710 millones por fuerza, sumadas todos las listas de todos los distritos del país.
En "blanco", la Dirección Electoral distribuirá entre todos los partidos $ 240 millones, según fuentes oficiales. A eso se le sumarán otros $ 135 millones del "fondo partidario permanente". Esa torta, repartida entre todos, no será suficiente para la actividad proselitista.
La ley prohíbe el aporte de las empresas. Sin embargo, los auditores que revisan la contabilidad de las compañías señalaron a LA NACION que las donaciones a la política son camufladas por los privados como "gastos en publicidad, estudios de mercado, consultoría y hasta honorarios por asesoramiento legal".
El aparato oficialista
Cambiemos apuesta a una campaña con el impacto en la calle de las obras públicas, la publicidad oficial y la comunicación en redes sociales. Pero no descuida otros frentes. "Ya estamos juntando entre los empresarios más cercanos", reconoció una fuente de Pro con despacho en Casa Rosada. Todos esos aportes los acerca el G-25, una fundación liderada por los ministros Esteban Bullrich y Guillermo Dietrich que se dedica a sumar aliados del sector privado.
Los fondos se canalizarán con la misma dinámica que en 2015, una zona gris desde el punto de vista legal. Ingresarán en blanco al balance de Pro como "gastos para el desenvolvimiento institucional", pero no aparecerán en el informe de campaña.
El oficialismo ya no tendrá a su más importante articulador: Nicolás Caputo . El mejor amigo del Presidente acercó en los comicios presidenciales a muchos empresarios interesados en apoyar a Pro, según reconoció el propio Macri. Ahora, alejado del día a día, también se desvinculó del tema electoral. De la logística general de la campaña estarán a cargo, en provincia, Federico Salvai, y en la Ciudad, Felipe Miguel.
"Ahora sí que es fácil hacer una campaña. Estamos del otro lado", sostuvo un dirigente oficialista. Hacía referencia a la posibilidad de echar mano a los inagotables recursos del Estado y a la fidelidad de los proveedores públicos, a la que acudieron casi todos los oficialismos en los últimos comicios, según las auditorías realizadas por la Cámara Electoral.
María Eugenia Vidal es la preferida de los empresarios que, incluso, ya sueñan con que sea la sucesora de Mauricio Macri en 2019. Dos fuentes del oficialismo señalaron al empresario Marcelo Mindlin como el nexo ideal para acercar a hombres de negocios. Dijeron que la gobernadora y el magnate fueron presentados por Gabriel Hochbaum, dueño de una consultora de amplios contactos con el Gobierno. Desde Pampa Energía, sin embargo, rechazaron tajantemente estar metidos en el barro electoral.
Mientras sigue el tironeo interno, el Partido Justicialista (PJ) empezó a planear una ínedita campaña desde el llano. "Gobernadores, gremios, empresas e intendentes, en ese orden", listó uno de los dirigentes que participa de los asados kirchneristas al ser consultado por las fuentes de financiamiento.
Otro armador apuntó a "la caja de San Luis" que podría ayudar al cristinismo en el caso de que se concrete la alianza con los Rodríguez Saá. También esperan contar con los recursos de los sindicatos, claves por la logística y movilidad.
Respecto del mundo privado, los armadores kirchneristas hacen el cálculo: "Hay fábricas a las que les está yendo mal con esta gestión y van a apoyar al PJ". Otro interlocutor se refirió a "los empresario nacionales y populares de la industria alimenticia y de electrodomésticos" que apoyarán a los candidatos del PJ.
En tiempo de vacas flacas, el peronismo ya ideó estrategias para repartir los gastos. "Una posibilidad es que los candidatos locales se hagan cargo de pagar los fiscales y la logística para el día de la elección. Los candidatos a legisladores pueden pagar los actos. Y los candidatos a senadores y diputados nacionales deberían ocuparse de los grandes gastos como movilidad y la cartelería", vaticinó un sciolista.
Desde el massismo se resistieron a detallar su plan de recaudación. Según pudo conocer LA NACION, los responsables financieros del partido serán Eduardo Cergnul y Gabriel Mihura Estrada, dos hombres de extrema confianza de Sergio Massa.
"Somos los primos pobres de esta campaña, tendremos que esquilmar a todos... sobre todo en la Legislatura bonaerense, donde los sueldos son más altos que en el Congreso", sostuvieron en el equipo de coordinación territorial del massismo.
La puja porteña entre Elisa Carrió y Martín Lousteau -únicos candidatos definidos hasta ahora- planteará un escenario complejo. "Todo está acordado con Horacio [Rodríguez Larreta], el financiamiento de la campaña, está todo clarito, sin financiamiento privado", dijo Carrió en una entrevista con LA NACION. Pero las versiones son disímiles. Desde el oficialismo aseguraron que la Casa Rosada decidirá los destinos de las campañas y su financiamiento.
Lousteau, en tanto, contará con la caja del radicalismo porteño y sumará aportes de empresarios con cenas de recaudación. Se descuenta que entre los aportantes estará el primo del ex embajador, Guillermo Laje, próspero banquero que ya hizo donaciones en 2015.
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