El escándalo por los sobornos: revelación de dos allegados al controvertido senador. Cantarero habría tomado en Salta la decisión de confesar
Se lo confió a un abogado y a un legislador
SALTA.- El último fin de semana, el senador justicialista Emilio Cantarero viajó desde aquí hasta Buenos Aires decidido a admitir que había recibido dinero por votar la ley de reforma laboral, según relataron a La Nación un abogado que lo conoce y un legislador del peronismo local.
Por separado, ambos aseguraron que Cantarero les confesó estar deprimido por la magnitud que había tomado el caso y que estaba dispuesto a contar la verdad "ante el juez o ante la prensa".
"Se lo veía abatido, dijo que no tenía salida, porque tendría que soportar el enojo de sus hijas y de su esposa, como le pasó en el 88", indicó el abogado, que pidió reserva de su nombre.
En el mundo político salteño todos recuerdan aquel año, cuando Cantarero y otros hombres de renombre del poder provincial estuvieron involucrados en un escándalo de coimas y manejo ilegal de influencias entre los poderes: el Saltagate.
Entonces, el actual senador fue acusado de sobornar al presidente de la Corte Suprema provincial para que boicoteara una causa por la quiebra fraudulenta de una financiera en la que estaban involucrados el actual gobernador Juan Carlos Romero y su hermano Roberto (h.), de quien Cantarero se considera un hermano, debido al cariño entrañable que el jefe de la familia Romero sentía por el actual senador.
Grabaciones telefónicas habían dejado al descubierto la maniobra, pero la justicia provincial terminó diluyendo la responsabilidad de los funcionarios.
"Cuando ocurrió eso las hijas de Cantarero eran adolescentes, y sufrieron mucho. Se las discriminó en la escuela y en los grupos sociales. Eso lo afectó mucho a él. Estuvo seis meses en tratamiento por depresión", explicó un allegado a la familia que dijo no creer que el legislador hubiera cobrado los sobornos en el Senado para aprobar la ley de reforma laboral que impulsaba el Gobierno.
También con el pedido de reservar su identidad, un legislador peronista comentó que el domingo último Cantarero le contó que estaba preocupado por lo que diría su familia. "Estaba arrepentido de haberse metido en eso, me dijo. El es un hombre de dinero. Nunca pensó que explotaría todo", señaló.
Será por eso, quizá, que ayer posó con sus dos hijas mayores (la tercera vive en Córdoba) y con su esposa antes de la conferencia de prensa que brindó en su domicilio, aquí en la capital salteña.
Coincidencia
Los dos relatos de las fuentes coinciden en que Cantarero habría estado indeciso sobre cómo iba a contar los hechos. "Me preguntó si era posible que no lo condenaran si actuaba como un arrepentido ante el juez o si era mejor contarlo ante algún periodista", afirmó el abogado. Y agregó: "Pensaba que así podría renunciar e irse a vivir a otro país, según dijo".
Las dos fuentes dijeron que no le habían preguntado sobre el monto de las coimas y sobre quién había sido el pagador.
La decisión de Cantarero (pese a que él lo niega) aparece como la mayor revelación desde que se inició la investigacion de la causa y salpica, además, al gobernador salteño, Juan Carlos Romero, que lo consideró siempre hombre de su extrema confianza.
Políticos justicialistas, radicales y renovadores se preguntan desde que se conoció la noticia por qué podría haber confesado un hombre como Cantarero. "Puede ser que sea que está acostumbrado a la impunidad -conjeturó el diputado provincial radical José Farisano-. Pero parece más lógico que esté deprimido."