El polémico proyecto del oficialismo: entrevista de LA NACION con la líder de ARI. Carrió: "Nos uniremos cada vez que la República peligre"
Defendió la confluencia opositora contra la ley del Consejo de la Magistratura
"Me quedaron sólo tres vicios: café, cigarrillo y eucaristía diaria", bromea Elisa Carrió mientras se acomoda en el living de su departamento de Barrio Norte.
La líder de ARI luce bronceada y relajada: se nota que se ha tomado bien en serio sus vacaciones en Mar del Plata luego de un estresante 2005, con elecciones incluidas. Dieta, ocho kilómetros diarios de caminata, partidos de burako con amigas y nada de diarios ni de libros fueron sus rutinas. Antes de retornar a Punta del Este, el polémico proyecto oficialista para reformar el Consejo de la Magistratura vuelve a ubicarla por un rato en el rol que mejor le sienta: el de opositora frontal al Gobierno.
"Fue un acuerdo maduro por un tema puntual, pero nos vamos a unir cada vez que la República esté en peligro", explica a LA NACIÓN la diputada, en referencia a la reciente confluencia con macristas, radicales y socialistas en rechazo al proyecto fogoneado por Cristina Fernández de Kirchner.
Sin rodeos, califica a la reforma como "un intento para garantizar la impunidad controlando la Justicia". Y advierte: "Haremos todo lo posible para que no salga". Insiste en tildar de "fascistas" a algunas acciones del Gobierno y compara a la administración actual con la del ex presidente Carlos Menem. "Es interesante: a mucha gente le fascina la prepotencia", fustiga, y pide "un gobierno culto y preparado" como el de la flamante triunfadora en las elecciones chilenas, Michelle Bachelet.
-El oficialismo sigue buscando aliados y reformar el Consejo...
-He vivido muchos de estos procesos y he visto defender el Consejo de la Magistratura a los mismos que hoy quieren aniquilarlo. Que quede claro: vamos a hacer todo lo posible para que el proyecto no salga. Si fracasamos, no será con nuestra complicidad.
-¿Qué es todo lo posible?
-Que no tengan quórum ni los 129 votos que necesitan. Si los consiguen, vamos a decirle a la sociedad quiénes son los cómplices del aniquilamiento de la Justicia en la Argentina, cuya principal autora es, obviamente, Cristina de Kirchner.
-¿Se trata de un capricho personal, como aseguraron algunos opositores?
-No, es un intento para garantizarse impunidad controlando la Justicia. El mecanismo va a funcionar muy claramente con los jueces: si investigás al Gobierno te destituimos o no te ascendemos, serán los mensajes. Del mismo modo que el menemismo aumentó a nueve la cantidad de miembros de la Corte para garantizarse impunidad, Cristina baja el número de integrantes del Consejo y le da hegemonía al oficialismo para asegurar que no los investiguen.
-Es el mismo gobierno que impulsó los cambios en la Corte...
-Fueron los tres primeros meses, cuando ellos mismos creían que podían ser buenos (se pone seria). Obtenido el favor popular, comienzan a ser los de siempre. Junto a esto, se viene un aumento de las prácticas fascistas y prepotentes, y habrá que estar tranquilos para bancarse la persecución y opinar aún en contra de lo que opina la gente. Es muy interesante: a mucha gente le fascina la prepotencia. Recuerdo en la década menemista decir a mucha gente: "Qué fascinante es Menem, cómo viola las reglas". Así estamos.
-Desde el kirchnerismo critican mucho estas apelaciones al fascismo del Gobierno...
-El sistema democrático en la Argentina es formal y hay prácticas fascistas, no tengo ningún problema en decirlo: falta de libertad de expresión, aniquilamiento de la Justicia, vaciamiento parlamentario. Eso sí: es fascismo con glamour de centroizquierda.
-¿Qué pasará con la oposición? ¿Hay posibilidad de otras confluencias?
-No hay que hacer especulaciones políticas a partir de un acuerdo opositor maduro en temas institucionales. Vamos a seguir dialogando con todo el arco opositor en el trabajo parlamentario. Pero nada de tipo electoral, eso degradaría el acuerdo.
-Llamó la atención verla compartir una mesa con Macri, López Murphy y Binner...
-Lo vamos a hacer cada vez que la República esté en peligro (piensa). Pero no estamos detrás del rédito personal, lo importante es que la oposición pueda mostrar una clase política más culta y más civilizada, que llegue a acuerdos manteniendo las diferencias ideológicas. No es cuestión de rejuntarse, sí de acuerdos en lo moral, en lo republicanos y en la distribución del ingreso.
-¿Y en qué podría traducirse?
-Al menos en una competencia electoral más razonable. Hay que aumentar el diálogo con todos sin alianzas con nadie, mientras se enfrenta a un gobierno de características fascistas.
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