Chicanas y críticas cruzadas entre Carrió y el radicalismo
Los estiletazos verbales de Elisa Carrió nunca pasan desapercibidos: enfurecen a la oposición e incomodan al oficialismo por igual. La líder de la Coalición Cívica se regodea con la repercusión que logran sus palabras, pero genera fastidio entre sus compañeros de Cambiemos. La convivencia, sobre todo dentro del interbloque oficialista de diputados, se hace cada día más trabajosa.
Ayer, Carrió pareció superar el límite de la tolerancia del radicalismo, su socio en Cambiemos . La escena tuvo lugar en Paraná, durante un acto del Foro Anual del Consejo Empresario de Entre Ríos. Carrió, micrófono en mano, arrancó con que ella no tiene interés en los cargos y que, por lo tanto, no habría internas en la coalición. "En consecuencia, la alianza (Cambiemos) está asegurada. Y los radicales harán lo que digamos nosotros (la Coalición Cívica y Pro), ¿no es así, Benedetti?", lanzó la diputada en tono jocoso, con la mirada puesta en el diputado radical Atilio Benedetti, sentado en la platea.
Hubo algunas risas; en rigor, nadie parecía saber bien cómo reaccionar. Carrió siguió: "Al final, los radicales tienen que reconocer que están con una exmiembro (del partido) que los maneja desde afuera ¡Es divino! Es el mayor castigo por misóginos. Nos mandaban a las convenciones a servir empanadas y ahora los manejo yo desde afuera", dijo. Quiso ser una broma, pero al radicalismo le cayó muy pesada.
"La frivolidad discursiva alimenta de manera peligrosa a la oposición. Los argentinos necesitan seriedad, no un stand-up permanente -le respondió en un comunicado el presidente del partido, el gobernador mendocino, Alfredo Cornejo -. Que nos diga Carrió, realmente, cuánto aporta hoy a Cambiemos y a las políticas del Gobierno. Seguramente sea menos que las propinas que deja".
Así, Cornejo le devolvió gentilezas a Carrió con ironía: el lunes pasado, la diputada de la Coalición Cívica había exhortado a la clase media a que en esta crisis económica no deje de pagar propinas ni changas. "A veces cuando nos ajustamos, vamos dejando de dar propina. Hay tres millones de personas que viven de esa changa", dijo. La oposición la castigó duro en las redes sociales. Para peor, luego Carrió debió admitir que le había dejado solo cinco pesos a un mozo que la había atendido en La Plata el año pasado.
Enterada del enojo de Cornejo, Carrió buscó minimizar el episodio, pero no abandonó la acidez. "Mil disculpas, Cornejo -ironizó en su cuenta de Twitter-. Es una vieja broma que hago hace 20 años que hace reír a la gente, solo que quizá no la recordás porque en esa época estabas en el kirchnerismo".
Este entredicho no pasaría de la simple anécdota si no fuera por la rivalidad que hoy domina la relación entre Carrió, Cornejo y una parte del radicalismo. No es la primera vez que la diputada de Cambiemos arremete contra la UCR ; en varias oportunidades le achacó su obsesión por ocupar cargos públicos. También cargó duro contra Ernesto Sanz , representante de Cornejo en la relación con el Gobierno. Al exsenador le cuestiona su cercanía con el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti , uno de sus enemigos declarados.
"Carrió quiere protagonismo exclusivo en la relación con Macri. Y la UCR le hace sombra", es la explicación que encuentran algunos radicales ante la actitud de Carrió.
El problema no se limita a la UCR: en Pro también hay preocupación y cierto malestar por sus últimas conductas. Como cuando amenazó con romper la coalición en la sesión por la despenalización del aborto. O cuando, al insistir en que la clase media debía mantener las changas y las propinas, cometió el furcio de decir "propinas y coimas".
"Así como tiene momentos de gran lucidez, Lilita a veces dice cosas que no tienen sentido. Y eso perjudica a Cambiemos y al Gobierno", admitió un legislador de Cambiemos. "El problema es que nadie se le anima porque sus críticas son despiadadas", advierte.
En su entorno, admiten que Carrió enfrenta un momento afectivo difícil por la enfermedad que afecta a dos seres muy queridos para ella. Aceptan que sus últimas declaraciones no fueron muy felices, pero reprochan la violencia con que la oposición la ataca.
Ayer, de hecho, un grupo de manifestantes de izquierda -que Carrió sospecha que fueron enviados por el kirchnerismo- hizo un escrache frente al Instituto Hannah Arendt.
"Eso sucede porque ella mete el bisturí donde duele", sostienen.
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