La venta de armas. Complicaron a Di Tella dichos de Ossorio Arana
El embajador aseguró ante Urso que sus alertas no fueron respondidos
El ex embajador argentino en Perú Arturo Ossorio Arana, declaró ayer ante el juez federal Jorge Urso que la Cancillería nunca le respondió los dos comunicados que él envió en 1995 para transmitir una advertencia sobre presuntos embarques de armas desde Ezeiza hacia Ecuador, cuando este país se hallaba en guerra con Perú y a pesar de que en los cables pedía expresamente que se le remitiesen instrucciones.
Ossorio Arana, actual director de la Cancillería para América Central, México y el Caribe, había sido citado para el lunes último, pero pidió una postergación de su declaración testimonial, porque debía acompañar al presidente Carlos Menem en su visita a Jamaica. A último momento, fue excluido de la gira.
El diplomático fue interrogado durante dos horas y media por el magistrado y por el fiscal Carlos Stornelli, en presencia de abogados de varios imputados, entre ellos, del ex ministro de Defensa Oscar Camilión y del brigadier Juan Paulik.
Hace casi un mes se conoció un cable que, sobre la base de información recogida en Perú por los agregados militares, Ossorio Arana envió a la Argentina para advertir de los cargamentos de armas que, cuatro días después, iban a partir desde Ezeiza a Guayaquil.
Ese hecho puso en una situación delicada al canciller Guido Di Tella, cuya declaración indagatoria podría pedir el fiscal Stornelli en las próximas semanas.
Ajeno a lo que sucedía en Buenos Aires, Di Tella habló ayer ante la Asamblea General de las Naciones Unidas (sobre lo que también se informa en la página 7) sobre iniciativas internacionales para controlar el tráfico ilícito de armas convencionales. "Apoyamos firmemente el registro de Naciones Unidas -al que puntualmente suministramos información- así como otras iniciativas, como la convención que prohíbe la fabricación y el tráfico ilícito de armas de fuego, municiones y explosivos", se despachó Di Tella en Nueva York.
La confirmación
Ossorio Arana confirmó que efectivamente había enviado dos cables a Buenos Aires: uno, que redactó en la noche del 12 de febrero de 1995 y que llegó a la Cancillería al día siguiente y, otro, del 1º de marzo de ese año.
El diplomático explicó que envió copia de esas comunicaciones a las oficinas del canciller Di Tella y del entonces vicecanciller Fernando Petrella, al gabinete del canciller y a la Secretaría de Asuntos Latinoamericanos, que entonces estaba a cargo de Juan José Uranga.
En descargo de Di Tella explicó que éste no tiene por qué leer todos los cables que recibe, pero de inmediato se le preguntó por qué motivo entonces remitió copias de esa comunicación a tantas oficinas: "Por la importancia del tema", respondió.
Como si ello fuera poco, agregó otro dato que compromete aún más a la Cancillería: explicó que los cables pueden ser de diferente naturaleza: algunos son meramente informativos, pero otros son para "requerir acción", lo que significa que el remitente espera que la Cancillería le responda qué medidas debe tomar frente a la información consignada en la comunicación.
Los cables que envió Ossorio Arana eran de esta segunda clase, pero, curiosamente, nunca fueron contestados. Nunca recibió instrucciones sobre qué medidas debía adoptar.
El juez dispondrá un careo entre OssorioArana y el agregado Juan Tomás Martínez Villada: mientras que el agregado declaró que sólo fue informado de la posibilidad de los vuelos, el embajador dijo que también fue alertado de que en los cargamentos había fusiles FAL.
lanacionar