Con alivio y ansiedad, los familiares de los caídos partieron a Malvinas

Julio Aro lleva en uno de los bolsillos de su campera azul una bolsa de tela con 90 piedras que dejará en Malvinas. "Son las 90 piedras que estas familias se están sacando del zapato", dijo mientras se subía al micro que lo lleva a Ezeiza, desde donde volará a Malvinas . "Este es mi séptimo viaje a la islas, pero el definitivo", explicó.

Él es excombatiente y el gran gestor de este viaje de 248 personas que en unas horas aterrizarán en las Malvinas para inaugurar las 90 placas de soldados que hasta ahora yacían sin nombre en el cementerio de Darwin.

Raquel Beatriz García es una de ellas y deambula sonriente por el lobby del hotel Presidente, donde se concentraron antes del vuelo. Su hijo Daniel Ugalde cayó el último día de la guerra y ella quería saber dónde estaba enterrado. "Gracias a Dios por permitirme estar acá", dijo antes de contar que hace dos meses fue a un chequeo de rutina y se fue con dos stents.

Sonia Cárcamo, la madre de José Ortega, que murió en la batalla de Pradera del Ganso y ocupaba una de las tumbas sin nombre, también está aliviada y ansiosa.

Lo mismo que Geoffrey Cardozo, el militar inglés que se ocupó de armar el cementerio después de la guerra y que entregó el informe que posibilitó la identificación. Antes de partir mostró en su celular la filmación de la ceremonia con que el 19 de febrero de 1983, con el cementerio de Darwin terminado, rindió honores a los soldados argentinos. "Mi informe llegó a las autoridades argentinas del momento, no sé porque no hicieron nada para identificar a sus soldados", dijo.