Con cautela, atención y desconfianza
La mayoría de los jóvenes preguntaba a cada rato, en voz baja, en qué iba consistir el debate organizado por LA NACION, a mitad de camino entre la ansiedad y la desconfianza.
"No queremos pelear. Vamos a tener la cabeza fría", prometió Agustín Recondo, el joven "cacerolero" que ahora lanzará una agrupación junto a otros 40 manifestantes. "Somos apolíticos, queremos presentar proyectos", contó. "¿Cuánto va a durar el debate?", preguntó, un rato después, Leonardo Grosso, de la JP Evita. "¿Cuáles son los ejes a tratar?"
Todos estaban preocupados, camino de la Plaza de Mayo, donde se iban a sacar las fotos antes del encuentro.
"¿Trajiste seguridad?", había bromeado hacía algunos minutos Agustín Ressia, el primer cacerolero en llegar. Solitario entre los militantes K, dijo estar "acostumbrado a los debates". Desde hace años milita en la agrupación Línea de Agronomía Independiente, que conduce el centro de estudiantes de la Facultad de Agronomía de la UBA.
Una vez en la plaza, LA NACION pidió que se separaran los grupos entre "caceroleros" y militantes oficialistas. "¡Ah, querés fomentar la división!", protestó entre risas Daniel Menéndez, de Libres del Sur.
Poco a poco, algunos hablaron entre ellos, pero sin una palabra sobre política. "¿Los interrumpo?"-dijo la fotógrafa-. Miren a cámara". Los chicos miraron y después siguieron hablando de sus lugares de origen y de sus carreras. Fueron unos minutos de distensión. Unos pocos antes de que empezaran las peleas.
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