Polémica en los tribunales: repercusiones por la advertencia del presidente de la Asociación de Magistrados. Convulsión en la Justicia por la denuncia de presiones
Preocupa la acusación de queno se puede investigar al poder
Las declaraciones del presidente de la Asociación de Magistrados, Ricardo Recondo, acerca de que en la Justicia no están dadas las condiciones para investigar al poder político, convulsionaron al Poder Judicial y llegaron incluso a la Corte Suprema, donde esa afirmación no fue enteramente compartida. En cambio, los miembros del alto tribunal estuvieron de acuerdo con las duras críticas que también hizo Recondo al Consejo de la Magistratura, en una entrevista publicada ayer en LA NACION.
También entre jueces de distintos fueros las aguas estaban ayer divididas respecto de las opiniones del presidente de la Asociación de Magistrados: mientras algunos consideran que el oficialismo ejerce presiones, otros no lo aceptan y acusan a sus colegas de ser temerosos.
Altas fuentes de la Corte dejaron trascender ayer una decisión que se tomó a comienzos de año: en la Conferencia Nacional de Jueces, que se hará en septiembre, cientos de jueces de todo el país debatirán sobre los problemas de selección y remoción de magistrados, un tema estrechamente vinculado con la independencia del Poder Judicial.
El diputado Oscar Aguad (UCR-Córdoba), miembro del Consejo, afirmó ayer que el organismo “no puede hacerse el distraído” y que debe citar a Recondo para que “amplíe sus dichos". Otro consejero, el juez Luis Cabral, dijo que "Recondo, para decir lo que dijo, debe tener fundamentos".
La convivencia entre la Corte y el Consejo nunca fue sencilla. Y si bien en los últimos años los lazos se hicieron más fluidos, las magistrados supremos nunca se convencieron de la adecuada actuación del Consejo.
En realidad, las mañas y artilugios que presenta el sistema de selección de jueces y las presiones que pueden ejercer sobre los magistrados los miembros del Consejo y del Jurado de Enjuiciamiento no son un problema exclusivo de los organismos nacionales.
En muchas provincias también es frecuente escuchar, de boca de sus magistrados, críticas similares a los respectivos consejos locales.
El problema de la falta de independencia y las presiones sobre los jueces no nacieron con este Gobierno.
Pero lo que sí ocurrió en los últimos años es que el poder político fue ocupando posiciones cada vez más dominantes en el Consejo, lo que le da al oficialismo una posición privilegiada sobre los magistrados.
Hace poco tiempo, tan sólo por citar ejemplos, el Consejo, a instancias del diputado Carlos Kunkel, separó a su secretario general, Pablo Hirshmann, y avanzó con el juicio político contra el juez de Casación Alfredo Bisordi, el único que se animó a enfrentar al ex presidente Néstor Kirchner.
Del mismo modo, una recorrida por los tribunales en lo contencioso administrativo también permitió a LA NACION escuchar, días atrás, de boca de los propios jueces que sienten temor por el desempeño del Consejo, ya sea porque muchos de ellos, de largos años de labor, no están dispuestos a someterse a los manoseos a los que, en ocasiones, el Consejo de la Magistratura depara a los concursantes, como también por la función de "vigilancia" que se ejerce sobre ellos.
En la Corte aceptan que los jueces de primera instancia, que "son los que están en la trinchera, pueden estar expuestos a presiones". Pero tienen algunas discrepancias con Recondo.
En el alto tribunal consideran que si bien es cierto que el Consejo funciona mal, también admiten que Recondo exagera.
Ayer, las opiniones recogidas en la Corte -donde, para solucionar los problemas políticos se prefiere más conversar que confrontar- señalaban que Recondo obró con "cierto grado de intencionalidad".
Según esa visión, el presidente de la Asociación de Magistrados buscó que su sector quedara públicamente enfrentado a un proyecto promovido por la consejera oficialista Diana Conti que propone introducir mayor discrecionalidad al proceso de selección de magistrados.
Pero algunos hombres del máximo tribunal manifestaron cierto resquemor frente a los dichos de Recondo.
"¿Por qué, si habla de independencia, no defendió a [el secretario general del Consejo, Pablo] Hirshmann cuando lo echó el Consejo, y fue al juramento de quien lo reemplazó como secretario general, un hombre de [el diputado kirchnerista Carlos] Kunkel?", dicen en la Corte.
Por cierto, no siempre la Corte quedó al margen del malestar presidencial. Luego de que dictó varios fallos independientes -por ejemplo, en el caso Badaro, en el que el tribunal ordenó al Congreso restablecer la movilidad de las jubilaciones-, la Presidenta reaccionó con cierta dureza.
A fines del año pasado, Cristina Kirchner cuestionó que los jueces no pagan impuesto a las ganancias y, en el discurso del 1° de marzo, reclamó que la Corte mire a su propio sector y mejore el servicio de justicia.
Pero aun los jueces más descontentos con este gobierno dicen que en la Corte no se reciben presiones políticas. Admiten alguna comunicación ocasional con funcionarios políticos, pero dicen que es por razones institucionales y aseguran que el Gobierno jamás los presionó. Y acusan a Recondo de hacer quedar mal a muchos jueces.
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