El conflicto con el sector rural: reordenamientos políticos en el interior. Córdoba encabeza el desafío al poder de la Casa Rosada
Radiografía de una provincia díscola
CORDOBA.- Pocas provincias le han generado al Gobierno una complicación como la que le planteó Córdoba por estos días. Ninguna, probablemente. La presidenta Cristina Kirchner debió recibir de apuro al gobernador Juan Schiaretti para reconducir una relación al borde del abismo, le prometió ayuda económica y logró que el mandatario provincial bajara el tono de sus quejas hacia la Casa Rosada. No es más que una tregua en la que ninguno confía en el otro.
El esquema de poder kirchnerista se vio desafiado por Córdoba. El gobernador Juan Schiaretti se plantó ante la exigencia de alineamiento automático y la oposición organizó un acto con ruralistas para reclamar una política económica federal. Hace tiempo que el Gobierno desterró este tema de la agenda.
Así, de pronto, una provincia oficialista apareció enfrentada con el Gobierno. La Presidenta intentó corregir el desarreglo con la promesa de que el dinero comprometido con Córdoba sería enviado sin demoras.
Son unos 400 millones de pesos, según el gobierno cordobés, imprescindibles para tapar un déficit de 1200 millones en la Caja de Jubilaciones de la provincia.
Schiaretti reconoció los números. Sus allegados afirmaron que la nación no envía partidas desde octubre último.
"¿De qué nos sirvió hasta ahora ser oficialistas? De nada. La plata no llega desde hace meses, así que el Juan va a ser independiente", afirmó una de las más cercanas colaboradoras de Schiaretti.
El enojo y la desconfianza de los cordobeses plantea un problema para el Gobierno.
Por esto, también, la Presidenta aseguró al gobernador, a quien recibió el último viernes, que las obras pactadas en Córdoba no sufrirían retrasos.
A cambio, Schiaretti aceptó moderar sus reclamos, según admitieron en la gobernación y en la Casa Rosada.
El gobernador temía algún tipo de castigo después del desaire a la Casa Rosada con dos faltazos seguidos -uno en Parque Norte y otro en la Plaza de Mayo- y tras haber amenazado con llevar a la Justicia la demora en los pagos comprometidos por la nación.
En el Gobierno reconocieron el mal humor que generó la actitud del cordobés. De hecho, sólo el ministro del Interior, Florencio Randazzo, atendió las necesidades de Schiaretti después de los desplantes.
Randazzo le pidió apoyo explícito al proyecto kirchnerista y Schiaretti respondió con sus urgencias políticas: si no se alineaba con el campo cordobés, perdería su base electoral. Schiaretti ganó las últimas elecciones con el apoyo del interior provincial y el rechazo de la capital.
Amenaza política
El opositor Luis Juez, ex intendente de la ciudad de Córdoba, acusó al ex gobernador José Manuel de la Sota de haber presionado a Schiaretti para que se enfrentara con la Casa Rosada.
De la Sota, desde Brasil, rechazó mediante sus voceros cualquier vinculación con el conflicto. La lógica de la aparición delasotista es que, si el interior abandona al gobierno, crecería Luis Juez y el PJ perdería el poder en los próximos comicios. De la Sota es aún el jefe del peronismo cordobés.
En ese contexto, Schiaretti especuló con que el kirchnerismo lo necesitaba para no quedar casi huérfano en la segunda provincia en importancia electoral del país.
Lo confesaron en la gobernación: "Si se pelean con el Juan, ¿con quién van a cerrar en Córdoba?" De la Sota amenaza con ser candidato a presidente y sigue lejos de los Kirchner, Juez es hoy un ferviente opositor y el radicalismo aquí no es "K". Romper con Schiaretti convertiría a Córdoba en una provincia opositora.
La reunión organizada el viernes en San Francisco por Luis Juez y el líder radical, Mario Negri, supuso además una amenaza política relevante. Juez y Negri podrían unir fuerzas en el futuro, y eso complicaría seriamente al PJ. La suma de los votos de ambos en las elecciones pasadas superó ampliamente a Schiaretti.
El análisis que hizo la Casa Rosada tuvo todo esto en cuenta. De allí que Cristina Kirchner recibió a Schiaretti y le garantizó que no habría castigos económicos. Le dijo que cerrara los números con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, sostén de Juez en las últimas elecciones provinciales. Schiaretti prefería hablar con De Vido o con Randazzo.
Por las dudas, la Presidenta también invitó a la Casa Rosada al intendente de Córdoba, Daniel Giacomino, el jueves pasado.
Al "juecista" Giacomino le prometió un subterráneo. Juez estalló de la bronca y llegó a definir a Giacomino casi de "traidor".
El dirigente leyó que la reunión fue un intento del kirchnerismo por seducir al intendente para, eventualmente, convertirlo en una alternativa a Schiaretti.
Ninguna otra provincia oficialista le había generado al Gobierno un conflicto similar. Por ahora, tras la reunión de la Presidenta con Schiaretti, se advierte una tregua. Aunque ambos consideren que la relación nunca volverá a ser como antes.
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