Estamos ante una pandemia que nos atraviesa como sociedad y que está cambiando nuestros hábitos y nuestras prioridades. Cuando pase el coronavirus ya no seremos los mismos.
Cuando lo que está en juego es la supervivencia, todo lo demás pasa a un segundo plano, incluida la economía, al menos en el corto plazo. El gobierno de Alberto Fernández, a través de un DNU, declaró el aislamiento social obligatorio para toda la Argentina con la idea de aplanar la curva de contagios de una pandemia que tendrá su pico máximo en 10 o 14 días.
La decisión que ya se venía madurando ayer alcanzó los 128 casos oficiales. Estos son los casos oficiales porque hay clínicas privadas que, por su cuenta, detectaron otros casos positivos, los que sumarían más cifras a las que concentra el Gobierno.
Estimaciones extraoficiales del Ministerio de Salud estiman que, en el mediano plazo, si no se toman medidas que restrinjan fuertemente la circulación, podría contagiarse el 70 por ciento de la población. Hablamos de contagios de diversos grados, la mayoría sin riego de vida y que, incluso, pueden ser asintomáticos.
Alberto Fernández recibió ese pedido de cuarentena general anteayer a la tarde, en una reunión con los jefes parlamentarios de la oposición, y lo terminó de ajustar ayer en el encuentro con los gobernadores, en la residencia de Olivos.
Lo que le preocupa a Alberto Fernández y al Gobierno todo es que la gente no toma consciencia de la gravedad de la situación y confunde cuarentena con vacaciones.
Esto es justamente lo que llevó a Italia a la catástrofe en la que está inmersa: superó en muertos a China y tuvo 4500 contagios en un día y más de 400 muertos en las últimas 24 horas. Entonces vemos las imágenes de la irresponsabilidad como las que vimos hoy: largas colas de autos para ingresar a Pinamar y a otros lugares de la Costa argentina.
Ayer hablaba con infectólogo importante que tiene contactos con los médicos italianos y me decía: el italiano es un argentino en estado puro. Por eso, más allá de las políticas públicas, la cultura de un país es muy importante para contender los casos.
En el Gobierno creen, además, que esta violación a la cuarentena es peor aún en los pueblos del interior de la Argentina. "Aislarse es salvarse" fue la frase que circuló en las reuniones entre el Gobierno y la oposición y que el presidente Fernández hizo propia.
Un dato positivo: Rodríguez Larreta informó ayer que la circulación en transporte público en la zona metropolitana bajó un 50 por ciento.
Preocupa la frontera con Brasil que es muy difícil de controlar. Chile decretó "estado de catástrofe" por coronavirus y saca a militares a las calles. Hay 238 casos confirmados en Chile. La medida permite establecer toques de queda.
En la reunión con los jefes de bloque de la oposición, el radical Mario Negri le dijo a Fernández: en esta emergencia, usted es el comandante en esta batalla. Esto no significa, por supuesto, archivar las diferencias ideológicas o económicas sino estar juntos ante un enemigo común. El virus congeló la grieta por un rato. El coronavirus no tiene ideología.
El Gobierno no quiere que provincias y municipios sigan tomando medidas unilaterales de cierre de fronteras, como ya hicieron Chaco, Salta, Santa Fe, Jujuy, Mendoza, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. Gualeguaychú restringió la frontera para evitar el ingreso desde Uruguay. Una de las claves del éxito es la coordinación y detrás de ese objetivo se alineó también la oposición.
A excepción de minorías muy fanáticas, la percepción general, incluso en sectores antikirchneristas moderados y kirchneristas duros, es que el Gobierno actuó a tiempo.
Fernández necesita construir legitimidad en dos polos sociales opuestos, que le son adversos: al antikirchnerismo (los que no lo votaron, básicamente) y el kirchnerismo duro. Según las encuestas, la gestión del coronavirus podría ayudarlo a construir ese activo.
Si antes de la pandemia, la construcción del liderazgo político de Alberto Fernández dependía de un improbable éxito económico en el mediano plazo, ahora el milagro podría llegar (o no) de la mano de un virus.
Sin embargo, innecesariamente –porque la mayoría de la gente apoya las medidas que viene tomando- el Presidente tuvo un golpe bajo que violó la cuarentena de la grieta.
Hace unos días emitió un polémico tuit: "Junto a @gkatopodis supervisamos el estado en que están los hospitales de Laferrere y Rafael Castillo, en La Matanza. Las obras quedaron paralizadas hace 4 años, cuando quienes gobernaban pensaban que no hacían falta más hospitales".
Junto a @gkatopodis supervisamos el estado en que están los hospitales de Laferrere y Rafael Castillo, en La Matanza. Las obras quedaron paralizadas hace 4 años, cuando quienes gobernaban pensaban que no hacían falta más hospitales. pic.twitter.com/Gs55ghGn4l&— Alberto Fernández (@alferdez) March 18, 2020
Era una fake news. La verdad es que ese hospital fue paralizado por la expresidenta Cristina Fernández. Durante la campaña 2015 se simuló una inauguración de mentira pero el hospital jamás abrió. El golpe bajo, un uso político de la pandemia, que lo degrada.
En verdad, la emergencia de la hora es poner en el freezer la grieta por un rato. El que propine un golpe bajo, desde la oposición o desde el oficialismo, va a pagar el costo político porque la gente lo va a castigar.
Las encuestas muestran el cambio de prioridades y de preocupación. Te muestro una, en la que la inseguridad sigue al tope y luego le sigue el coronavirus, que es otra forma de inseguridad, más abajo vienen la inflación y el desempleo. Así nos cambió el coronavirus.
Algunas preguntas sobre esta pandemia:
¿Está preparado el sistema de salud argentino para afrontar el pico de contagios, que podría darse durante la primera semana de abril?
Hagamos foco en el tema de los reactivos. Es decir, las pruebas necesarias para saber si uno está contagiado o no. Hoy por hoy esas pruebas se concentran en el Malbrán. Lo que dice el Gobierno es que va a proveer 50 mil reactivos a 34 laboratorios públicos del interior del país.
Ayer Gerardo Morales se quejaba porque no tenía reactivos en Jujuy (y en muchas otras provincias). Es decir, los casos oficiales son 97, pero muy probablemente cuando lleguen los reactivos a las provincias y municipios ese registro va a aumentar.
Eso más algunas clínicas privadas que están haciendo pruebas por su cuenta, que luego tienen que ser derivadas para ser ratificadas al Malbrán. El Gobierno quiere centralizar también la confirmación de los casos: porque quiere que los reactivos estén avalados por la Anmat, la agencia gubernamental que se dedica a verificar la eficacia de los medicamentos.
¿Tiene los respiradores necesarios? Extraoficialmente en el sistema de salud circula una cifra: habría 68 respiradores en el sistema de salud pública y se estarían encargando 100 más.
¿Cómo manejar la información desde el Gobierno generando consciencia sin entrar en pánico, que en general nos lleva a tomar malas decisiones? ¿Estamos en condiciones de contener el virus para que no pase lo de Italia o lo de España? ¿Qué consecuencias tiene para la Argentina paralizar el país cuando más del 30 por ciento de la población trabaja en negro, informalmente y si deja de trabajar no come?
¿Qué consecuencias dejará la pandemia en la política internacional? El politólogo Andrés Malamud ensayó algunas conclusiones:
- Fortalecerá al estado-nación en detrimento de las organizaciones no gubernamentales (ONG), las corporaciones multinacionales, el terrorismo transnacional y los mercados globales.
- Debilitará a la globalización tal como la conocemos, pero no terminará con ella: la segmentará ("desacople").
- Beneficiará a China. Ocultar información estuvo mal, pero la eficiencia demostrada luego y la ayuda internacional a otros países potencian el soft power de Beijing. En las últimas 24 horas no registró ningún nuevo caso de contaminación local con el coronavirus Covid-19. En el régimen comunista chino parece más fácil la contención del virus. El Estado tiene una omnipresencia diferente que en las democracias occidentales y ese control sobre los ciudadanos, que complica la vida en tiempos normales, puede ser un activo en tiempos excepcionales.
- Perjudicará a Estados Unidos. El unilateralismo y la rapiña de Trump, intentando monopolizar el acceso a la futura vacuna, rompen lazos con sus aliados y le abren las puertas a China
- Beneficiará la sustentabilidad ambiental. Por un rato.
- Erosionará al populismo: líderes fuertes como Trump, AMLO y Bolsonaro pueden ser efectivos para tomar decisiones, pero no para implementarlas.
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