Cristina se enojó por un anuncio sobre la reelección
ROMA.- Apenas llegó tuvo su primer disgusto. El asombro se apoderó de la poca comitiva que la acompañó hasta aquí y comenzó un estudiado operativo para bajar de plano la noticia que Cristina Kirchner menos esperaba que se diera en su ausencia: el anuncio de su candidatura para un nuevo mandato.
La Presidenta se enteró por sus asistentes de las declaraciones que en Buenos Aires había hecho el diputado Carlos Kunkel, que había anunciado como si nada que el 23 del actual se hará el acto de presentación de la fórmula oficial.
"Cuando la Presidenta decida lo que tenga que decidir, lo va a anunciar ella", aclaró ante los medios el vocero y subsecretario de Medios, Alfredo Soccimarro. Y fue más duro aún: "Cristina no necesita interpretadores ni exégetas". Punto.
Acababa de estar con la jefa del Estado y después de dos horas en las que la noticia corrió con avidez en Buenos Aires, Scoccimarro bajó al lobby del hotel Eden, en el corazón de esta ciudad y a metros de la legendaria via Veneto, para hacer la desmentida. La desautorización para con un hombre que suele adelantar los deseos más guardados de la intimidad presidencial fue inusualmente dura: "La Presidenta no necesita ningún jefe de campaña", ironizó el vocero. Y pidió que se lo citara con nombre y apellido, para que no quedaran dudas del malestar.
Kunkel le había puesto fecha al lanzamiento de la casi segura candidatura a la reelección de la jefa del Estado y hasta se permitió agregar que el compañero de fórmula de la Presidenta será un peronista.
Un comando de campaña se improvisó en la habitación de la jefa del Estado para rearmarse ante la repercusión de la novedad más buscada. Después de que la Presidenta leyó todos los cables con las declaraciones del legislador, llegó la desmentida.
No hay dudas en la comitiva que acompaña a la Presidenta en esta ciudad, a la que llegó ayer por la tarde desde México, sobre que ella será la candidata. Pero nadie se anima a ponerle fecha al anuncio. Se sabe que ella deberá hacerlo dentro de poco tiempo. El límite para presentar las listas ante la Justicia vence el 25 del actual, y las especulaciones crecen a medida que se achican los plazos.
"Creo que el 23 de junio está anunciado el acto de lanzamiento", fueron las palabras de Kunkel por radio La Red que despertaron la bronca presidencial. El diputado no dio muchas precisiones, y aclaró que había estado fuera del país. Pero Kunkel fue el primero que en 2005 habló de la candidatura de Cristina como senadora por Buenos Aires y, dos años después, dio el más certero indicio, también entonces como una novedad, de que podría ser una "pingüina" la postulante para suceder a Kirchner.
El malestar en la comitiva llegó a tal punto que la Presidenta decidió amplificar la desmentida a través del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. "Kunkel no está autorizado. Lo siento por Carlos, pero está diciendo algo de su pura cosecha y no tiene que ver con lo que la Presidenta piensa", respondió el funcionario.
Contactado anoche por La Nacion, Kunkel intentó aclarar: "Yo siempre que hablo lo hago a nivel personal. No acepto que se me ponga como vocero, no es mi función. Conozco la suficiente a la Presidenta como para no pretender hablar por ella ni marcarle la cancha".
La Presidenta llegó aquí algo agobiada por el viaje desde México. El único ministro que la acompañó en un avión Bombardier Global alquilado -porque el Tango 01 está en reparaciones- fue Julio De Vido, de Planificación. Desde el canciller, Héctor Timerman, hasta el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y el de Ciencia, Lino Barañao, debieron volar en un avión de línea.
La primavera la recibió con temperaturas por debajo de los 25 grados, lo que ayudó a su cuadro de hipotensión. Pero Cristina tuvo otro sobresalto apenas aterrizó. Uno de sus secretarios privados, Martín Aguirre, sufrió anteanoche una apendicitis y debió ser operado de urgencia. Apenas subió a su habitación, la Presidenta bajó rauda y se fue a la clínica a verlo.
Hoy la espera una ajetreada agenda con el presidente italiano, Giorgo Napolitano; el primer ministro, Silvio Berlusconi, y una delegación de empresarios. Para entonces espera sólo novedades locales.
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