Cruces telefónicos confirman las gestiones de Uberti
Pese a que dijo que no ayudó a Antonini, se comprobaron llamadas con él y con el Gobierno
La operatoria la repitió por lo menos cuatro veces. Lejos de dormirse, el entonces embajador comercial en las sombras de la Argentina en Venezuela, Claudio Uberti, discó el número del teléfono celular de su chofer, Walter Celi. Desde Aeroparque, su colaborador oyó sus órdenes, le pasó varios datos y le sirvió de canal comunicador con quienes padecían los controles en la terminal central: los venezolanos Guido Alejandro Antonini Wilson y Daniel Uzcátegui Matheus.
La triangulación de llamadas ocurrió durante la movida madrugada del 4 de agosto de 2007, según confirmó LA NACION de varios testigos y protagonistas de aquella trama. Fue durante las horas que siguieron al decomiso de la ya legendaria valija y mientras las autoridades de la Aduana completaban el conteo que concluyó con una cifra peculiar: 790.550 dólares.
Ante el juez en lo Penal Económico, Daniel Petrone, Uberti declaró que apagó su teléfono celular y aprovechó para dormir unas cuantas horas, ajeno al decomiso que minutos antes había presenciado en la Terminal Sur del Aeroparque. Sin embargo, tal como reveló LA NACION a fines de octubre, el recaudador de las campañas de Néstor y Cristina Kirchner utilizó el teléfono de su esposa, Patricia Mónica Palacios, para continuar conectado.
Más novedades
Allí no se acaban las novedades, sin embargo. Las llamadas telefónicas se sucedieron entre las 3.30 y las 8.30 de la mañana, cuando Uberti se comunicó más de 10 veces con Celi, su chofer de mayor confianza en el Organo de Control de las Concesiones Viales (Occovi).
Por orden de su jefe, el chofer debió esperar en Aeroparque hasta que salieron Antonini y Uzcátegui y los trasladó entonces en un auto oficial del Gobierno hasta el coqueto hotel Sofitel de la calle Arroyo. Y hasta que eso ocurrió, fue el tercer vértice en la triangulación de las llamadas.
La primera llamada la hizo Uberti, quien contactó a Celi. En cuanto cortaron, el chofer llamó a un teléfono celular venezolano cuyos últimos dígitos son "3363" cuya propiedad ignoran los investigadores judiciales argentinos. Perteneció a Uzcátegui, según confirmaron Antonini y una segunda fuente venezolana a LA NACION.
Quién llamó a quién no es menor en esta trama. ¿Cómo pudo saber Celi el número venezolano de teléfono celular de un muchacho del que jamás había recibido una llamada? ¿Quién le facilitó el número que debía discar?
Más notable aún, en cuanto cortó con Uzcátegui, al que Antonini y varios testigos dentro del Aeroparque vieron hablar por teléfono, se invirtió la dinámica. Celi llamó a Uberti y conversaron durante unos minutos, algo que constaría en los registros de llamadas telefónicas acumulados por la Justicia y que esperan su cotejo.
La operatoria se repitió tres veces más, por lo menos, con espacios entre sí de entre 45 minutos y una hora. Uberti llamó a Celi. Cortaron. Celi llamó a Uzcátegui. Cortaron. Celi llamó a Uberti. Y otra vez a esperar, hasta la hora siguiente, en que Uberti reinició la secuencia. ¿Por qué? ¿Para qué?
Ante la consulta de LA NACION, Antonini recordó que al muchacho, hijo del entonces decisivo vicepresidente de la petrolera estatal venezolana PDVSA, Diego Uzcátegui, "lo llamaban y él llamaba", algo que convalidó el agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, Daniel Ingrosso. Declaró que lo vio a Daniel "hablando permanentemente por un teléfono celular, aparentemente con una mujer".
Esa mujer sería la secretaria de Uberti y también pasajera de ese vuelo, Victoria Bereziuk. Pero Antonini, quien dos días después ingresaría por primera y única vez en la Casa Rosada recuerda mucho más sobre Daniel, Uberti y Bereziuk: "En la terminal comercial, él me dijo que habló varias veces con Claudio y con Victoria. El sólo decía que ya iban a resolver todo, que no me preocupase".
En el audio 206 que grabó el FBI tres meses después y que continúa clasificado, pero obtuvo LA NACION, Antonini y Uzcátegui recordaron aquel diálogo en el Aeroparque. "Me decías: «Ya van a mandar a alguien, no va a pasar nada, no firmes nada, tranquilo que ya van»", le planteó Antonini. Del otro lado de la línea y desde Caracas, el muchacho asintió cada una de sus palabras.
Ante la Justicia, el agente Ingrosso también recordó los comentarios que lanzó Uzcátegui tras terminar su enésima comunicación telefónica. "Le manifestó a Wilson [sic] que ya estaba todo solucionado."
El resto es ya historia conocida. Uberti esperó hasta las 7.57 de esa mañana para llamar al secretario privado del entonces presidente Néstor Kirchner. Como estaba apagado, discó el número del conmutador de la quinta de Olivos. Poco después, se reunió allí con el mandatario.
Antes y después, Uberti llamó al celular de un ignoto "Luis Tobaré Artigas", cuyo documento de identidad se comprobó falso. En realidad, era utilizado por su jefe, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, según consta en el memo oficial S01:0121836/2008 cuya copia obtuvo LA NACION.
Ese día hablaron 18 veces por medio de ese teléfono, además de otras muchas desde sus líneas "oficiales". Y otras 32 en los vertiginosos días que siguieron.
Situaciones contradictorias
- Declaración : dijo en sede judicial que, luego de retirarse del aeroparque porteño, durmió varias horas.
- Desmentida judicial : los peritajes telefónicos determinaron que Uberti hizo, al menos, cuatro cruces de llamadas entre Antonini Wilson, su chofer y el Gobierno, en la madrugada en que fue retenida la valija de US$ 800.000.
- Chofer eficiente : la Justicia comprobó que Walter Celi, chofer de Uberti, ofició de puente entre los afectados por el decomiso de la Aduana y el Gobierno.
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