Cuando hay mucho en juego, con la política económica se juega a todo o nada
En la elección presidencial de octubre hay mucho en juego. Es una elección en la que está en disputa no solamente un modelo económico, sino también una visión de país entre quienes queremos una democracia liberal y quienes quieren construir una autocracia populista. Podemos aspirar a ser Chile luego de varias décadas o convertirnos en Venezuela en pocos meses. Y, cuando hay mucho en juego, en términos de política económica hay que jugar a todo o nada. Es en este contexto que hay que analizar las medidas económicas anunciadas la semana pasada por el Gobierno.
El Gobierno se encuentra implementando un programa económico de una ortodoxia pocas veces vista en el mundo. El déficit fiscal primario a nivel nacional se reducirá, bien medido, en más de cinco puntos del PBI en solo dos años. Al mismo tiempo, el Banco Central está implementando una contracción monetaria brutal.
El programa dio todo el bajón económico que estos programas suelen dar, pero no logró dar ningún resultado todavía en términos de inflación debido al adelantamiento para la primera mitad del año del ajuste de tarifas, la suba de precios de los alimentos y las prácticas indexatorias típicas de regímenes inflacionarios con poca credibilidad en la autoridad monetaria.
El programa económico tiene una falla adicional, como subrayamos recientemente en el blog del Financial Times "Beyondbrics", con mis colegas Miguel Kiguel y Eduardo Levy Yeyati: carece de un mecanismo para controlar la volatilidad del tipo de cambio.
La elevada volatilidad cambiaria paraliza una economía cuya moneda de ahorro y unidad de medida es el dólar. Para disminuir la volatilidad cambiaria, el Banco Central subió las tasas de interés fuertemente desde inicios de marzo. No sorpresivamente, la actividad económica se habría contraído ese mes luego de tres meses consecutivos de expansión.
En este contexto, no es extraño que la popularidad del Presidente esté en declive. La gran mayoría de la gente no entiende de economía y solo sabe si está mejor o peor, si el sueldo le alcanza o no, si vende o no vende, si tiene trabajo o no tiene trabajo. Y es innegable que la situación en estos meses es peor para muchos de los argentinos que recuerdan que, en su economía familiar, estaban mejor con Cristina.
Ante este escenario es importante actuar. Las alternativas para salir de este pozo depresivo e inflacionario son medidas que mejoren las expectativas y/o medidas que den mayor certidumbre cambiaria -dado que el tipo de cambio es la única variable que sirve para anclar expectativas inflacionarias en la Argentina-. Las medidas del viernes pasado incluyeron un poco de los dos elementos. Los anuncios del Banco Central dan mayor certidumbre cambiaria al apuntar a un tipo de cambio que, como mucho, llegue a $51,45 a fin de año, contra algo más de $59 al que se podría haber llegado si se mantenía el esquema anterior.
Las medidas del Gobierno también apuntan a mejorar las expectativas de la población con respecto al proceso inflacionario y a la demanda. En el primer caso, se anunció el fin del ajuste tarifario y un acuerdo/control de precios para 60 productos. En el segundo caso, se anunciaron medidas para aumentar la demanda con créditos de diverso tipo.
Las críticas a las medidas han sido muchas. Es cierto que los controles/acuerdos de precios nunca funcionaron ni van a funcionar. Pero el programa es bastante acotado, así que tampoco generará mucho daño. Los ajustes de tarifas postergados son muy pocos, con lo cual su impacto fiscal es casi nulo. Lo importante es que el Gobierno se muestre en movimiento y no en "piloto automático" ante una crisis grave.
De todas maneras, son los brutales ajustes fiscal y monetario ya hechos los que permitirán bajar la inflación a partir de mediados de año, aunque eso es difícil de explicar.
Los países experimentan cada tanto momentos definitorios y el carácter y las decisiones de sus líderes fijan sus destinos por décadas. Según Jonathan Alter en su libro El momento definitorio, el carácter y la resolución del presidente Franklin Delano Roosevelt durante los primeros 100 días de su presidencia fueron esenciales para sacar a los Estados Unidos de la Gran Depresión. Si bien muchas de sus medidas también fueron controversiales, el hecho de que haya lanzado una medida tras otra sin respiro, sumado a su carácter inspiracional, permitió según Alter salvar la democracia en ese país.
Su ejemplo es aplicable a la Argentina hoy: con la política económica se juega a todo o nada nuestro futuro; en este contexto, las medidas de la semana pasada no deberían ser las últimas, sino parte de un conjunto de acciones que nos saquen del letargo y que permitan anclar las expectativas de inflación a niveles mas tolerables para todos.
El autor es economista
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