De la Rúa pensó en cerrar los canales de TV
La decisión ya estaba tomada. El gobierno de Fernando de la Rúa ya había decidido cerrar los canales de televisión para evitar que los saqueos y la represión policial se colaran en las pantallas de los hogares.
Con la excusa del estado de sitio estaban dispuestos a ordenar una programación "de emergencia", que no difundiera imágenes de violencia.
Pero el titular del Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), Gustavo López, evitó la medida. "No voy a pasar a la historia como el sucesor de Perón, que cerró La Prensa, o como Galtieri. Y espero que el Presidente tampoco", le advirtió ayer López al secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, cuando fue a presentarle su renuncia y la de sus colaboradores.
"¿Qué querés que haga? Me están presionando, me están volviendo loco", le respondió Gallo, que tenía a su cargo la comunicación del Gobierno. Según fuentes cercanas a López, Gallo se refería al ministro del Interior, Ramón Mestre, y al ministro de Defensa, Horacio Jaunarena. Y aunque no se lo dijo a López, Gallo parecía compartir esa idea. Ayer, el funcionario dijo a LA NACION que los medios periodísticos tienen parte de la responsabilidad de lo que sucedió. La víspera, el propio Presidente había opinado ante los periodistas en su saludo de fin de año que "los medios exageran".
En rigor, el ex jefe de Estado siempre se sintió "agredido" por algunos medios, según contó un funcionario que habló con él de ese tema el viernes último. Su hermano, y ministro de Justicia, Jorge de la Rúa, intentó hacerlo cambiar de idea. "Pero hace tiempo que prefiere escuchar a Santibañes (Fernando) o a Antonito (De la Rúa)", se quejó en la intimidad, fumando sin parar.
López ganó algo de tiempo cuando convenció a Gallo de que era mejor "invitar" a los canales de televisión a que también reflejaran "lo que estaba haciendo el Gobierno". Y enseguida llamó por teléfono al ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor, para preguntarle cuándo comenzaría el operativo de distribución de alimentos por un valor de 7 millones de pesos, que acababa de ordenar De la Rúa. "El decreto está. Lo que nunca me mandaron es la plata", le respondió. En ese momento, López decidió que ya no había marcha atrás en su renuncia.
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