La mira en 2011 / Los dilemas del peronismo. De Narváez por ahora no resigna su plan presidencial
Se reúne con gobernadores, lejos de Macri; aún no fue a la Justicia por el aval a su candidatura
Los números del reloj van corriendo, veloces y llamativos, con la palabra "futuro" debajo de los días, minutos y segundos que restan hasta el 10 de diciembre de 2011.
En el renovado búnker que Francisco de Narváez tiene en el barrio de Las Cañitas todo está preparado de cara a las elecciones del año próximo. Decenas de jóvenes divididos por áreas se concentran en sus tareas, mientras un trajeado José Scioli, el ex titular del Cippec Nicolás Ducoté y el ex ministro bonaerense Emilio Monzó acomodan sus pertenencias en los escritorios del amplio salón.
Parece un despliegue exagerado si es que el interés de De Narváez se circunscribe a la provincia de Buenos Aires, como explicitaron algunos dirigentes distritales que responden al diputado durante las últimas semanas.
"Francisco no se baja. Nuestro plan A sigue siendo ir por la Presidencia", afirmaron, por lo bajo, tres fuentes cercanas al hombre que derrotó a Néstor Kirchner en las elecciones legislativas de junio de 2008. La necesidad de mantener unida a la tropa -insisten en el búnker del diputado y empresario- explica las oscilaciones en el discurso.
"Vamos a estar en el lugar que la ciudadanía quiere. Asumimos el compromiso con la provincia de Buenos Aires, porque no hay Nación sin provincia. Pero incorporamos equipos que vinculan lo provincial y lo nacional", explicó a LA NACION Gustavo Ferrari, diputado nacional y espada legislativa de De Narváez, como para mantener el suspenso.
La agenda del empresario combina lo provincial con lo nacional en porcentajes parecidos. Anteayer estuvo en reunión privada y sin fotos con Jesús Cariglino, intendente de Malvinas Argentinas, alejado del Gobierno y de buen vínculo con Eduardo Duhalde. Pero la semana que viene continuarán las fotos con gobernadores de distinto color político: De Narváez llegará al apretón de manos con Eduardo Brizuela del Moral (Catamarca) y visitará a la vecina La Rioja, que gobierna el kirchnerista Luis Beder Herrera.
Mientras tanto, el equipo de técnicos de distintas áreas que integran, entre otros, Scioli, Ducoté, Monzó, el economista Ricardo Delgado y el historiador Diego Valenzuela, trabaja en un plan nacional de desarrollo que será la base de un eventual programa de gobierno. "No se puede improvisar", repite De Narváez a quien quiere escucharlo.
El escollo judicial
El problema principal para De Narváez sigue siendo el judicial. La anunciada presentación en la Justicia para lograr la autorización de una eventual candidatura presidencial -De Narváez nació en Colombia y es hijo de padres extranjeros-, está aún frenada. "Sin un guiño de la Justicia, no habrá presentación, y ahí comenzaría el plan B: la provincia de Buenos Aires", afirmó un legislador afín al espacio.
En la medida en que De Narváez no resigne sus sueños presidenciales, la relación con Mauricio Macri seguirá sin avances. "Su jugada ante la Corte no va a prosperar. Tarde o temprano, se sentará con Mauricio y van a acordar, como ya hicieron antes de junio", afirmó a LA NACION un ministro del gabinete porteño.
Pero antes del acuerdo, y a pesar de los fluidos diálogos entre ambos sectores durante esta semana, habrá más roces.
Pasado mañana, De Narváez inaugurará su primer local partidario en la ciudad de Buenos Aires, apadrinado por el legislador Daniel Amoroso, ex macrista y hoy leal al diputado bonaerense. Scioli y Amoroso se encargaron de invitar personalmente al propio Macri al ágape, aunque difícilmente éste aparezca por la esquina de Bolívar y México para saludar a su ex socio.
Como para responder con la misma moneda, los ex Recrear Enzo Pagani y Esteban Bullrich inauguraron anoche un local de Pro en Plaza Italia, muy cerca de las oficinas de De Narváez en el predio ferial de Palermo. Macri también tiene aceitado su proyecto presidencial, que esta semana incluirá visitas y reuniones en Entre Ríos y Santa Fe."Hay un país para hacer, un país para ser", reza una de las paredes de la oficina que De Narváez repasa cada día. Todo un indicio de sus reales intenciones presidenciales.
lanacionar