Debatir, clave para la gobernabilidad
Para poder formar gobierno a partir de su triunfo en minoría, el nuevo primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron (conservador), accedió a impulsar en un programa de gobierno consensuado algunas de las prioridades estratégicas de su nuevo socio (el liberal demócrata Nick Clegg). En contra de la voluntad de su partido, Cameron prometió un referéndum para debatir una reforma política que acerque el sistema electoral a la representación proporcional que aspiran los libdem. Por su parte, Clegg acordó con Cameron impulsar una reducción del gasto público en el presente año y mantener las iniciativas nucleares de Gran Bretaña.
¿Qué tipo de reflexión para nuestro país merece la fórmula de acuerdo entre conservadores y liberales-democráticos? Si se profundiza y eleva la calidad del debate sobre las políticas, es posible construir acuerdos, aun en procesos de fragmentación del sistema de partidos como el que vive nuestro país. El ejemplo brasileño es revelador: el Partido de los Trabajadores cuenta con sólo 83 de los 513 legisladores que componen la Cámara baja, y 11 senadores sobre un total de 81. La gobernabilidad no se ve afectada porque Lula y, en general, todos los presidentes brasileños recurren a la negociación y al diálogo constantemente.
A partir de la volatilidad y personalización de los partidos políticos en nuestro país, el sistema presidencial se ve obligado a convivir con un sistema de varios partidos (multipartidismo). Esta situación promueve escenarios de gobierno dividido (Ejecutivo sin mayoría en las cámaras) y dificulta la formación de coaliciones duraderas tanto en el gobierno como en la oposición.
El escenario actual es el fiel reflejo de lo que predice la ciencia política. Por un lado, un gobierno que ya no cuenta con la mayoría en el Congreso. Por el otro, una oposición fragmentada en Diputados, al menos, en cinco grandes bloques (Frente para la Victoria, Peronismo Federal, UCR, Pro y Coalición Cívica) y, a la vez, en otros diez espacios de no más de cinco legisladores. La dispersión en el Senado es mayor, con una docena de bloques unipersonales. Muchas de las alianzas electorales montadas por la oposición ya se desvanecieron, y parece complejo para la oposición imponer una agenda legislativa común.
¿Significa que ya no se puede gobernar en la Argentina ni construir alternativas políticas estables? De ninguna manera. Pero mientras el debate político continúe centrándose en las características personales de los candidatos, la historia que "avala o desacredita", o las "intenciones no reveladas" frente a cada posicionamiento público, nos alejamos de las políticas que sellan alianzas y aumentan el stock de gobernabilidad.
Gobernabilidad
Quienes participamos en la vida política de nuestro país debemos promover el debate sobre las políticas como camino central hacia la reconstrucción de una gobernabilidad de calidad en la Argentina. La asignación universal por hijo es un buen ejemplo del potencial de agregación para el sistema político del camino señalado. A esta altura, poco importa si la iniciativa original fue del Gobierno o de la oposición. Lo importante es que el sistema político profundizó en su momento el debate sobre este tema y creó un consenso tácito que el Gobierno supo (¿debió?) llevar a cabo.
El próximo presidente, necesariamente, deberá tejer acuerdos con otras fuerzas en el Congreso. Por eso, las elecciones de 2011 son una oportunidad clave para que los candidatos presidenciales instalen en sus campañas electorales la discusión por las políticas públicas que necesita la Argentina. A partir de allí, los acuerdos serán más factibles y duraderos.
Un debate presidencial, como nunca existió en la historia de nuestro país, sería el corolario ideal de un proceso electoral orientado a posicionar temas y opciones de política de la agenda de desarrollo de nuestro país.
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