Decepcionada y aislada, Cristina Kirchner se encierra cada vez más en su círculo íntimo
Pasa sus días en el despacho principal del Senado, rodeada de sus incondicionales y temiendo un nuevo atentado; las señales negativas que le llegan desde el “círculo rojo”
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Cristina Kirchner atraviesa el que tal vez sea su peor momento, tanto político como personal. Atada a un Gobierno que considera fracasado, la vicepresidenta se siente sola, abandonada por un peronismo en el que vuelve a imperar el sálvese quien pueda de los años que huelen a derrota electoral y su único refugio pasa hoy por los pocos, cada vez menos, incondicionales que ella considera leales y dignos de su atención.
Eso no es todo. Quienes la frecuentan aseguran que vive atravesada por el miedo a ser víctima de un nuevo atentado. “Está convencida que detrás de la mano de (Fernando) Sabag Montiel hay una conspiración que involucra a Macri, la Justicia y que tiene ramificaciones internacionales”, asegura un diputado de contacto diario con quienes suelen visitar a la vicepresidenta en su despacho del primer piso de la Cámara alta.
Ese temor quedó plasmado en negro sobre blanco en el informe que le entregó a un grupo de expertas de un comité de la Organización de Estados Americanos (OEA) encargado de controlar el cumplimiento de la convención para la eliminación de todo tipo de discriminación contra las mujeres (Cedaw, por sus siglas en inglés). “La vida de Fernández de Kirchner corrió serios riesgos y, por decisión del Poder Judicial, los sigue corriendo. Por extensión, la democracia argentina se encuentra en vilo”, concluye el escrito en un tono dramático y apocalíptico.
“Fijate bien la redacción del informe”, llama la atención un senador de la oposición. “No tiene firma, por lo que se entiende que lo redactó ella a través de sus colaboradores, pero está escrito en tercera persona”, agrega. “Escribe como hablaba Maradona”, se ríe el legislador.
Más allá de las ironías opositoras, lo concreto es que desde que fue víctima del intento de magnicidio Cristina Kirchner no apareció nunca más por el recinto del Senado. Recién volvió a participar de una actividad legislativa el miércoles pasado, cuando presidió la Asamblea Legislativa en la que Alberto Fernández inauguró un nuevo período de sesiones ordinaras del Congreso.
Otro dato más: la Cámara alta no sesiona desde mediados de noviembre del año pasado. Eso quiere decir que el Senado no ha vuelto a reunirse para tratar proyectos -sólo lo hizo hace diez días para elegir a sus autoridades-, desde que Cristina Kirchner fue condenada a 12 años de prisión e inhabilitación para ejercer cargos públicos por delitos de corrupción por un tribunal oral federal.
Decepción
El temor a la conspiración en su contra no es el único estado de ánimo que embarga por estos días a la vicepresidenta. “Esta decepcionada con gran parte del peronismo porque la mayoría no movió un dedo para defenderla de los embates de la Justicia y siente que la dejaron sola después del atentado”, describe el vocero de una legisladora con acceso al despacho de Cristina Kirchner.
El principal enojo es por la casi nula movilización después del atentado que, aseguran quienes han hablado con ella, que fue en gran parte el combustible que alimentó su “renunciamiento” a ser candidata del pasado 6 de diciembre. “Ya venía decepcionada y la condena fue la gota que rebalsó el vaso; ese día estaba enojado con todos, hasta con los leales, por la tibieza de la reacción en su defensa”, precisó.
Ese malestar se ha acrecentado con las últimas novedades políticas registradas en el Senado. La intempestiva partida de cuatro senadores del bloque del Frente de Todos dejó al oficialismo más lejos aún de lo que ya estaba de la mayoría y a la vicepresidenta sin el control de la Cámara que manejó, desde diciembre de 2019, como si fuera su coto de caza privado.
Si bien intentó tamizar el golpe publicando la carta de renuncia del jujeño Guillermo Snopek, que apunta el dedo acusador a la Casa Rosada con sus críticas a Alberto Fernández, el impacto de la fractura dio de lleno en el corazón del poder de la vicepresidenta.
Más que la pérdida del quórum, la ruptura del bloque es un duro espejo que le muestra a la vicepresidenta la dura realidad de un peronismo que anticipa la derrota electoral y entró en desbandada, donde cada cual empieza a atender su juego para salvar la ropa. “Cuando la prioridad es tu propia supervivencia política es difícil que alguien se preocupe por los problemas judiciales de un tercero”, explicó un senador kirchnerista, en un tono comprensivo que no terminaba de tapar la bronca por lo que considera una traición hacia Cristina Kirchner. “Le deben todo a ella y ahora se alejan como si apestara”, remató, ya molesto, el legislador.
La ruptura del bloque fue un golpe más que se sumó a otras señales más complejas y privadas que complican el futuro político de la vicepresidenta. “El círculo rojo le soltó la mano”, cuenta un operador político de la oposición. “Algo de eso hay, pero no te puedo contar más”, corrobora una legisladora kirchnerista de paladar negro.
Según esta teoría, los principales empresarios del país le han bajado el pulgar a una candidatura de Cristina Kirchner o de cualquiera de sus seguidores, como Eduardo de Pedro. “(Sergio) Massa y (Daniel) Scioli, está bien, pero el establishment no quiere saber nada con un candidato kirchnerista puro”, contó el dirigente opositor.
“No está muy errado. Al círculo rojo sumale la embajada de los Estados Unidos”, sorprende la senadora oficialista, siempre alineada a rajatabla con el discurso de Cristina Kirchner, confirmando los rumores surgidos desde la oposición.
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