Dejaron de cortar rutas y se dedican a exportar
Un grupo de piqueteros abandonó las protestas y los cortes de rutas para crear sus propios microemprendimientos, que les permiten vivir de su trabajo. Desde el barrio humilde de Laferrère, en La Matanza, exportan sus productos al mundo, fundaron un jardín de infantes y hasta crearon su propio canal de televisión.
Los sesenta hombres y mujeres que integran el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) La Matanza, capitaneados por Héctor “Toty” Flores, venden guardapolvos a Japón en sociedad con el diseñador fashion Martín Churba, atienden a 53 chicos en un jardín de infantes, con intención de ampliarlo a escuela primaria; gerencian una panadería cuya clientela son los vecinos y produjeron tres libros de su propia editorial. El entusiasmo los llevó a montar una señal televisiva comunitaria para difundir sus actividades. La primera transmisión en vivo fue exitosa.
“No queremos ser marginales”, explica Flores, que hace seis años imaginó que con ingenio y esfuerzo podría superar su condición de desocupado. El MTD es una de las agrupaciones piqueteras más antiguas (en 1996 comenzaron con las primeras ollas populares), no se enrola en ningún partido político y rechaza los planes sociales que otorga el Gobierno: consideran sus integrantes que no necesitan asistencialismo, sino trabajo.
Financian sus proyectos con donaciones de embajadas extranjeras y fundaciones. Desde hace dos años cuentan con la ayuda de la organización no gubernamental Poder Ciudadano, que les abrió su abultada agenda de contactos. Así se pergeñó, por ejemplo, la impensada alianza entre Churba, que vende en exclusivas tiendas de Recoleta, y los desocupados del MTD, que hoy producen 2000 prendas por semana con el lema "Pongamos el trabajo de moda".
El original diseñador decidió derivar parte de la creatividad y la energía puesta en su exitosa empresa Tramando hacia un emprendimiento social. Los piqueteros del MTD tenían seis máquinas donadas por la embajada de Suiza y no sabían cómo aprovecharlas. La combinación era perfecta.
Los guardapolvos de trabajo estampados con tonos rosados, verdes y azules ya están en las vidrieras de Tokio.
Un escuela tomada
Una escuela abandonada por sus dueños, que los piqueteros mantuvieron tomada durante más de un mes en 2001 y que finalmente obtuvieron en comodato, es hoy el Centro para la Educación y Formación de Cultura Comunitaria (Ceffoc), en Laferrère, donde se ubican la salita de jardín y los talleres.
Es un lugar de actividad constante y centro de referencia en el barrio: por las calles de barro y desde las casas más pobres se acercan los vecinos todos los días, a las 18 en punto, para montar una feria, donde se vende y se compra comida, ropa, muebles.
Mezclados entre la variedad de personajes, también hay extranjeros. "Venimos para ayudar y para estudiar estos sorprendentes modelos de autogestión", cuenta, con acento singular, Andy Thompson, estudiante norteamericano de 20 años.
Es el recreo, y los nenes del jardín se le pegan a las piernas. En el patio flamean las banderas argentina, brasileña, paraguaya y boliviana. En esa parte del conurbano bonaerense son fuertes las comunidades latinoamericanas.
La construcción de las salitas se hizo con el aporte de la Confederación General Económica y la fundación Wallenberg.
Los chicos que asisten al jardín lo hacen en forma gratuita y el único requisito que se les exige es que los papás concurren a hablar con las maestras al menos una vez por semana, un modo de fomentar la cohesión familiar.
Además de cambiar la vida de sus compañeros de ruta, el proyecto de Toty Flores pretende transformar la realidad dura de sus vecinos más desprotegidos.
Junto con Poder Ciudadano idearon el primer centro de construcción de ciudadanía, que brindará asesoramiento y ayuda en temas concretos, como por ejemplo, la tramitación del DNI.
Los primeros pasos
Cuando en 1997 el Gobierno comenzó a distribuir los subsidios para los desocupados, Toty Flores (un ex trabajador metalúrgico de 51 años, oriundo de un pequeño pueblo en el norte de Entre Ríos), y un reducido número de piqueteros se apartaron del MTD original, hoy dividido en una docena de ramas. Se apropiaban ilegalmente de tierras y cortaban rutas para pedir trabajo, no dádivas, según enfatiza.
"Entonces perdimos a muchos compañeros porque no teníamos nada que ofrecer -recuerda-, más que las ganas de no quedar excluidos y nuestro rechazo a ser presos del clientelismo político."
Dos años más tarde, crearon la cooperativa La Juanita, que contenía los primeros talleres. Comenzaron con una huerta modesta. Ni ellos mismos imaginaron que terminarían vendiendo sus productos a Oriente.
Contaron sus experiencias a través de una radio comunitaria (FM Encuentro, que funcionó durante cuatro años)y editaron 1000 ejemplares del libro "De la culpa a la autogestión", donde explican sus ideas y anhelos.
Descubrieron que la difusión de sus proyectos tenía un efecto exponencial: fundaciones y embajadas de diversos países (Canadá, Japón, Suecia, entre otras) se acercaban para aportar las máquinas, los materiales, la loza, la cocina para los chicos.
"Desde 2003 construimos una relación de confianza con el MTD; sólo les dimos algunos contactos y ellos demostraron ser un grupo que trabaja con seriedad y dedicación", comenta Guillermo Haiuk, de Poder Ciudadano.
Y no esconde una ilusión: "Queremos que este modelo se multiplique. Hay muchos «Totys» en el país".
Para más información: coordinadora La Juanita, 4698-0147 o en la página web www.poderciudadano.org
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