Dos socios que deben dejar atrás la fatiga e iniciar una nueva etapa
Brasil y la Argentina son las dos principales economías de Sudamérica; aunque el producto bruto de Brasil, que supera los 2 billones de dólares, más que cuadruplica el argentino y lo hace una de las diez mayores economías del planeta.
Hace años, ante el retorno de la democracia, ambos países se asociaron en proyectos comunes. El principal fue el Mercosur (que concede preferencias arancelarias a más del 95% de los productos que comercian entre sí). Pero además comparten programas de cooperación, administran un estratégico acuerdo de intercambio automotor, han alcanzado recientemente un nuevo tratado para evitar la doble imposición y -dentro del Mercosur - y han acordado nuevos protocolos de contrataciones públicas y de inversiones.
Estas dos economías suratlánticas (exportadoras de commodities) han tenido un modelo común, pero distinto de los de sus vecinos del Pacífico: son economías relevantes entre sí (Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas y la Argentina, el tercero para las brasileñas), pero el bloque comercial que formaron está poco integrado al resto del mundo (en 2017, según el Banco Mundial, ambos llegaron a compartir con Sudán el inconveniente conjunto de ser las tres economías con menor ratio comercio exterior/PBI del planeta, solo 25%).
Ya últimamente, empero, han activado negociaciones internacionales (aún sin final), como la alargada con la Unión Europea o las nuevas con Canadá, EFTA o Corea.
Siendo para nuestro país el principal mercado en el mundo (duplica en relevancia a China y EE.UU., los que lo siguen en la lista), Brasil recibió en 2018 exportaciones argentinas por 11.150 millones de dólares (crecieron 20% en relación con el año anterior); mientras que las importaciones argentinas desde Brasil (cayeron 10% en 2018) sumaron 15.680 millones de dólares. La relación comercial bilateral, que hace unos años es deficitaria para nuestro país, arrojó un saldo negativo en el pasado año de alrededor de 4000 millones de dólares.
Las exportaciones argentinas hacia su socio se componen especialmente de automotores y sus partes, cereales, plásticos, químicos, máquinas y aparatos; y las importaciones desde Brasil se integran de bienes intermedios e insumos, bienes de capital y sus partes y vehículos.
La historia bilateral muestra un buen crecimiento del vínculo comercial si se efectúa una mirada larga: cuando se conformó el Mercosur (1991) las exportaciones argentinas a Brasil rondaban los 1400 millones de dólares (11% del total argentino) y las importaciones desde Brasil, los 800 millones de dólares (17% del total), y los flujos de comercio entre ambos crecieron generosamente desde ese momento (8 veces las exportaciones, 20 veces las importaciones). Sin embargo, mirando la historia reciente se advierte que el comercio entre ambos medido en dólares alcanzó niveles mucho más altos que los actuales hace algunos años: el récord de exportaciones se logró en 2011 y 2013, con más de 17.000 millones de dólares -21% del total- y el de importaciones, también en 2011, con casi 22.000 millones de dólares -30% del total-.
Es cierto que el comercio sumado entre ambos es hoy 25% más bajo que a inicios de la década (Brasil genera 25% de nuestras importaciones y 18% de las exportaciones), pero también lo es que el flujo comercial bilateral en frontera hoy es fluido, superando ya tiempos de obstrucciones que hace un lustro afectaban -a través de restricciones argentinas a las importaciones- la relación con Brasil como a ninguna otra en el mundo.
Como inversor, Brasil es el quinto más relevante en Argentina (stock de IED) con unos 5000 millones de dólares aportados en las industrias alimentaria, financiera, automotriz y química.
Sin embargo, en una estrategia internacional se han distinguido: Brasil (el 7° país del mundo con más millonarios) es origen de 33 de las 100 principales multinacionales latinoamericanas ("multilatinas"), mientras que la Argentina lo es de solo 7. Brasil tiene invertidos en el exterior a través de sus empresas transfronterizas 180.000 millones de dólares, lo que supone 5 veces lo que han invertido fuera de su tierra las argentinas. Y, en el sentido inverso de los flujos de inversiones, Brasil (desde hace tiempo entre los diez mayores receptores del mundo) recibió en la última medición anual más de 70.000 millones de dólares de inversión extranjera directa (7 veces lo que llegó a Argentina) y cuenta ya con un acervo de inversión extranjera en su país de más de 700.000 millones de dólares (8 veces lo que exhibe Argentina).
Hoy Brasil anuncia reformas varias. Alguna de ellas, como la que podría flexibilizar el Mercosur, afectarían la relación bilateral. Debe decirse que una renovación en el vínculo aparece como necesaria para modernizar una sociedad con gran potencial.
Porque a aquel dinamismo original le siguió una fatiga reciente que merece la apertura de una etapa nueva.
El autor es especialista en negocios internacionales y prof. universitario
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