Dujovne ausente, sillas vacías y selfies, las postales de la jura de Lacunza
"¿Y Dujovne?", preguntó con una sonrisa un funcionario de segunda línea, conocedor del entramado del poder. El ministro de Hacienda saliente fue uno de los ausentes notables de la breve ceremonia en la que el presidente Mauricio Macri le tomó juramento a Hernán Lacunza como nuevo capitán de la maltrecha economía argentina.
A diferencia de otras asunciones de funcionarios, el Presidente se tomó unos minutos para destacar la "valentía" de Lacunza por aceptar el cargo y para pedirle, mirando a cámara, que tenga "el foco en cuidar a los argentinos". Dujovne, quien se había despedido de sus pares de gabinete pidiéndoles que "no aflojen", no apareció por el Salón Blanco y nadie pudo explicar los motivos de su ausencia.
Al lado de Macri, en otro gesto simbólico de su permanencia en lo más alto del poder, estaba, con una sonrisa plena, el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Confirmado una vez más en el círculo que rodea al Presidente, Peña no solo ingresó al salón junto a Macri y Lacunza, sino que además fue el primero en saludarlo luego de la jura. "Marcos siempre está", comentó otro funcionario en relación con la figura del jefe de Gabinete, cuestionada luego de la debacle electoral del domingo 11.
La ceremonia de asunción, en el inicio de un día ajetreado con balance positivo, tuvo abundancia de rostros serios y sobraron sillas, sobre todo del ala derecha del Salón Blanco, reservado a funcionarios nacionales (en la izquierda se ubicaron funcionarios bonaerenses y familiares del flamante ministro).
"El ánimo está mal, después de tanto esfuerzo?", se resignaba uno de los miembros del gabinete de María Eugenia Vidal que llegó para "despedir" a su ahora excompañero de trabajo. La propia gobernadora, en primera fila, asistió al juramento de Lacunza, pedido especialmente por el Presidente para ocupar el sillón más caliente del gabinete en momentos de crisis y tembladeral financiero.
Sin nombrar a Dujovne ni a Vidal, Macri se concentró en aclarar que no hablaba "como candidato, sino como presidente". Antes de tomarle juramento, bromeó con Lacunza sobre sus desconocidos primeros dos nombres ("Empezamos por Jorge Roberto", lo chicaneó) aunque el economista apenas esbozó una sonrisa. Eso sí, no bien terminó la ceremonia, Macri y Peña se tomaron otros minutos para saludar al resto del gabinete y funcionarios de segunda línea.
A minutos de la apertura de los mercados -a quienes muchos temían- los funcionarios se fueron en deliberado silencio. "Les deseo buenos días", dijo Jorge Todesca, con una sonrisa, al enfrentar a los periodistas, un camino que siguieron sin excepción todos y cada uno de los funcionarios presentes.
Sin apresurarse a pesar de que tenía una conferencia programada para minutos después, Lacunza se quedó un ratito más, sacándose selfies con sus allegados. Con rostro tranquilo, se perdió por la puerta por la que había entrado con Macri y Peña, quince minutos antes.
Al flamante funcionario le esperaba una jornada clave de reuniones y pulseadas simultáneas con los mercados. Uno de sus ya excompañeros de gabinete bonaerense que lo vino a saludar dejaba una definición plena de confianza en el éxito de su gestión. "Es muy bueno, muy tranquilo. Y cuando está caliente se pone bravo", verbalizó, en referencia al carácter del nuevo ministro.
Después de la conferencia de prensa -sin preguntas-, Lacunza volvió a cruzar la calle Hipólito Yrigoyen para participar de su primera reunión de gabinete. Un minuto después que él entró el Presidente, quien ya con el dólar dentro de su precio del viernes daba motivos para el alivio.
-Hace frío, ¿ no? -dijo Macri al entrar al Salón de los Científicos para encabezar la reunión.
Ya con el gabinete en pleno (solo faltaron Alejandro Finocchiaro y Carolina Stanley), Macri volvió a tener un gesto con el nuevo ministro. Lo sentó frente a él, entre sus ya colegas Dante Sica (Trabajo) y Jorge Faurie (cancillería). "Nuestro objetivo es la estabilidad y que la gente esté tranquila", volvió a repetir el Presidente, otra vez con Peña sentado a su lado, luego de elogiar al flamante ministro por su "capacidad". Con voz aguda y firme, y de impecable traje y corbata, Lacunza agradeció los elogios, y en tono de broma les pidió a sus pares "una semana para acomodarse" a la botonera del ministerio en tiempos complicados como los que le tocan transitar, los largos casi cuatro meses que medían entre la jornada de hoy y el lejano 10 de diciembre. "Lacunza muy bien", escribía un ministro desde su teléfono celular, ya entrada la tarde, en la que el ministro comenzó, con su encuentro con Marco Lavagna, a cumplir con otro pedido de Macri: abrir "los puentes y canales de diálogo posibles" con la oposición.
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