Opinión. El ALCA puede ser un salto al bienestar
Por Adalberto Rodríguez Giavarini Para LA NACION
Pasada la reciente tormenta de palabras entre Buenos Aires y Washington es necesario trabajar para que los nubarrones en la relación de la Argentina con los Estados Unidos puedan aclararse, con el objetivo de que nuestro país no pierda la oportunidad de insertarse -desde el interés nacional- en los beneficios del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Es prudente que para la próxima reunión de presidentes democráticos del hemisferio, en Monterrey, se mantenga la cabeza fría para que la coyuntura no empañe los avances tangibles en el proceso de integración, ya que la reunión cumbre en México constituye una gran oportunidad para avanzar en el proceso de integración continental.
Aunque no todo lo que reluce es necesariamente oro, vale que veamos los hechos con perspectiva: si el equilibrio de los negociadores profesionales de la Argentina llega a buen puerto, el salto cualitativo para la calidad de vida de nuestros ciudadanos puede ser considerable.
Los dividendos abarcarán a todo el hemisferio, si percibimos que el sello integrador del ALCA -utilizado con inteligencia- será una herramienta que rescate, a escala continental, las reformas positivas de los últimos años y obligue a corregir las iniquidades sociales que la corrupción y el despilfarro fiscal causaron en varias de las más importantes economías de la región.
Doble virtud
El Acuerdo de Libre Comercio tiene una doble virtud implícita, dado que al mismo tiempo es requisito y origen de sustentabilidad económica. Por un lado exige consolidar los avances en el equilibrio de las cuentas públicas y externas de los países, mientras que el crecimiento facilita la gobernabilidad. Esta conjunción constituye un imán de inversiones.
En la medida en que el proyecto de integración hemisférica mejore la turbulenta calidad institucional en algunas áreas de la región, contribuirá a la previsibilidad político-social, y a un reaseguro frente a los problemas de vulnerabilidad con respecto al narcotráfico y al terrorismo, caros a la agenda de los Estados Unidos y de la mayor parte de los países de la región.
El actual escenario no surge de una especulación teórica. A la par que avanzaban las negociaciones del ALCA, el impulso y la velocidad del proceso integrador progresó en dos niveles, el de los acuerdos bilaterales y el de la negociación global: en la última década se sellaron no menos de 22 acuerdos, dato que por sí mismo significa un profundo cambio en el contexto hemisférico. Y si es necesario agregar un ejemplo y sin entrar en detalles de sus costos y beneficios vale interrogarse: quién podría haber pronosticado que el primer presidente socialista chileno, después de Salvador Allende, firmaría un tratado de libre comercio con los Estados Unidos bajo una administración republicana.
El proceso de integración continental está lanzado con una velocidad que hace difícil que pueda ser frenado. Varios de los principales países intervinientes han advertido que el triángulo formado por el crecimiento sustentable (a través del comercio y la inversión), la gobernabilidad y la seguridad permitirán la posibilidad de "crear riqueza" para la totalidad de los integrantes. No hay que ser economista para coincidir en que la riqueza de las naciones está también en el flujo y volumen del intercambio comercial.
Buenos Aires 2005
En Monterrey se abre la posibilidad para que en esta nueva etapa se pueda obtener el mandato de los jefes de Estado para realizar acciones proactivas en todos los países. El primer paso sería un relevamiento científico y detallado, país por país, del estado concreto de la opinión pública con respecto al ALCA. Es importante el diseño de la encuesta, ya que se necesita información muy específica que permita trazar acciones y tomar decisiones. Por ejemplo, de líderes de opinión, thinks thanks, periodistas, parlamentarios y organizaciones no gubernamentales y, especialmente, el nivel de información de los ciudadanos.
A partir de allí, es aconsejable pasar a la etapa de realización de talleres y seminarios que permitan la formación de opinión y difusión de los beneficios del proceso de integración.
Con los parlamentarios deberá realizarse una acción puntualmente enfocada, ya que se necesitaría un fuerte componente de esclarecimiento acerca de los beneficios por obtener (y los costos por pagar y cómo mitigarlos), para fundamentar transparentemente su voto. Insisto: el salto adelante en calidad institucional es clave para la sustentabilidad del desarrollo económico y social.
Algunos aspectos puntuales de estas ideas ya se están desarrollando, pero dado el vertiginoso cronograma es necesario realizar un esfuerzo integral y potente para convencer a toda América del gigantesco saldo positivo de la integración continental.
Quizá los libros de historia del futuro señalen que en Quebec se decidió que el ALCA se firmara en Buenos Aires en enero de 2005, porque era el ejemplo de una sociedad que nació y creció con la unión de inmigrantes provenientes de prácticamente todas las culturas. Por nuestra historia e identidad: ojalá que el Tratado de Buenos Aires llegue a ser una realidad.
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