El aparato electoral se pone en marcha en medio de desconfianzas
El Gobierno les reclamó un mayor compromiso con la campaña a gobernadores, intendentes, gremios y movimientos sociales a cambio de más fondos
En el Frente de Todos agrietado, la reanudación de la campaña electoral rumbo al 14 de noviembre deja en evidencia la desesperación que anida en el Gobierno con los anuncios urgentes para volcar más dinero en la calle y la puesta en marcha de un aparato clientelar dispuesto a todo para revertir la derrota. Aumento en el gasto, más emisión, adelanto de las jubilaciones y decretar el fin de la pandemia fueron algunos de los manotazos cuyo efecto en las urnas todavía es incierto.
El diagnóstico se torna más dramático cuando los principales socios de la coalición oficialista comprueban que la herida de las PASO sigue en carne viva y que el pase de facturas es casi permanente. El aterrizaje del tucumano Juan Luis Manzur sirvió internamente para ordenar y forzar una tregua, pero no hay visos de que la turbulencia cese en lo inmediato.
Gobernadores, intendentes, gremialistas y piqueteros recibieron en los últimos días un mensaje calcado, casi a modo de arenga: involucrarse más en la campaña. “Hasta que Alberto y Cristina no den la cara, ¿por qué vamos a tener que aparecer nosotros?”, planteó un dirigente sindical que advirtió que la movilización que prepara la CGT para el Día de la Lealtad no será para pedir el voto por el Gobierno sino “en defensa propia”. Ayer, sin embargo, en el almuerzo con Fernández en la Casa Rosada lo vendieron como una marcha de apoyo a la gestión. No quedaba otra: a los dirigentes gremiales les confirmaron la liberación de millones de pesos para sus obras sociales.
La reaparición pública del Presidente y su vice se concretó finalmente anteayer. Él pidió “terminar con los desencuentros”, ella calló. La escenificación de unidad da la sensación de que aún no es suficiente para alinear a la tropa y hacer de cuenta que nada pasó después de la carta explosiva de Cristina que precipitó el recambio de gabinete.
La fragilidad de la tregua queda en evidencia en cada debate interno del oficialismo. Héctor Daer, que en general suele ser moderado, eludió varias veces opinar sobre Máximo Kirchner hasta que uno de los días de crisis explotó. “No le quiero responder, pero a los análisis hay que hacerlos con más aplomo y no poniéndole vértigo al Gobierno”, se diferenció uno de los dos jefes de la CGT. Una sutil forma de decirle desestabilizador. Los gremios ven en Máximo el promotor del motín contra el Presidente.
Tras un fugaz acercamiento, la relación de la corporación sindical con el jefe de La Cámpora vuelve a estar guiada por la desconfianza. Hasta Pablo Moyano, que se reconcilió con Daer y Luis Barrionuevo para avanzar en la reunificación de la CGT, cuestionó la movida kirchnerista para vaciar de poder el gabinete. La eventual unidad cegetista será parte de la contribución gremial a la agitada interna que sacude al peronismo.
El plantón a Kicillof
Axel Kicillof sufre también en persona el desplante de los jefes comunales. Tres días después de las PASO reunió a 27 intendentes de la primera y tercera sección electoral para debatir sobre la derrota y ensayar una autocrítica. La semana pasada, en un intento de reactivar el trabajo en el territorio rumbo a las generales, los convocó otra vez, pero la asistencia no fue la misma. Participaron apenas siete.
El faltazo en tropa fue anterior a la catarsis que ensayó el intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk, al reconocer públicamente las escasas posibilidades del Frente de Todos de revertir la caída. Sujarchuk, a quien habrían tentado con un cargo nacional y provincial, cuestionó casi a modo de señalamiento al gobernador y sus “anteriores ministros”. El mensaje no arrastra todavía a Martín Insaurralde y Leonardo Nardini, los representantes de los municipios que Kicillof incorporó a su equipo presionado por Máximo Kirchner, según indicaron fuentes del PJ bonaerense.
El mismo descontento que Sujarchuk planteó a través de los medios lo escuchó de otros colegas Fernando Gray, el intendente de Esteban Echeverría. Gray representa hoy la resistencia al kirchnerismo duro desde que judicializó su pelea con Máximo Kirchner por la conducción del PJ. Amenaza con llevar esa disputa partidaria hasta la Corte Suprema.
Los jefes comunales del conurbano bonaerense miran sin convencimiento a Kicillof. “En el gobierno provincial hay una sobrerrepresentación de un sector [por La Cámpora] y una subrepresentación de otro [por los intendentes]. Apostamos a la campaña local, a cuidar nuestro Concejo Deliberante, porque después vienen y te plantan un candidato propio, como pasó en Quilmes [Mayra Mendoza] y Mercedes [Juan Ignacio Ustarroz]”, marcó la temperatura un intendente peronista de un municipio con más de 200.000 electores.
Las incorporaciones de Insaurralde y Nardini al gabinete de Kicillof no despejaron las dudas. Sin embargo, hay intendentes que apuestan a sus dos representantes para negociar con Máximo Kirchner la posibilidad de reformar la ley provincial que limita las reelecciones, como se lo planteó ayer Sujarchuk a Kicillof. La perpetuidad en el cargo es el mayor desvelo. De oficialistas y opositores.
De los actores del Frente de Todos, los movimientos sociales aliados son tal vez los que más abiertamente se definieron en la pelea interna. Quedó claro cuando salieron al rescate de Alberto Fernández convocando a una marcha en la Plaza de Mayo durante las horas más dramáticas del Gobierno. Lo que se anticipaba como una masiva movilización de apoyo, y un intento de recuperar el control de la calle ante el constante desafío del piqueterismo trotskista, será ahora un acto partidario en una cancha de fútbol. Estaba previsto para hoy en Ferro, pero por el derrumbe de una de las tribunas se postergó para el jueves próximo, en Nueva Chicago. Los referentes del Movimiento Evita y Barrios de Pie buscaron una consigna que los devuelva a 2019: “Por la unidad y la victoria”.
Los movimientos sociales aliados e intendentes retomaron sus contactos con barrabravas del fútbol para afrontar el trabajo territorial. Rafael Di Zeo puede jactarse de ello. También Iván Tobar, que busca desplazar al Pata Medina de los negocios que se tejen en Ensenada y La Plata.
Clientelismo en Tucumán
En una suerte de interventor presidencial, Manzur reúne las esquirlas del Frente de Todos en medio de la emergencia electoral. Se muestra conciliador con todos los sectores y articula con gobernadores, intendentes, gremialistas y piqueteros. Bajo el brazo lleva siempre el manual sobre clientelismo que heredó de José Alperovich.
En Tucumán, en una de sus últimas maniobras, antes de las PASO en las que compitió en las urnas contra Osvaldo Jaldo, su vicegobernador, elevó por decreto el tope del sistema de subsidios para personas e instituciones “en situación de vulnerabilidad social”. Estas asistencias pueden ser de entre $4000 y $ 10.000 mensuales por persona. Con Manzur en uso de licencia, son administradas por la Secretaría General de la Gobernación, a cargo de Silvia Laura Pérez, una funcionaria que le responde.
Cuando Manzur logró su reelección, en 2019, apeló a la misma estrategia. Con la veda electoral en curso, dispuso una ayuda de emergencia de $3000 que se repartió a cuatro cuadras de la Casa de Gobierno el viernes previo al domingo electoral. Lo que en otros lados sería un escándalo, en Tucumán siempre pareció normal. Desde la gobernación reconocieron por entonces a LA NACION el oportunismo electoral de la maniobra y se defendieron con el argumento de que la oposición aplicó prácticas similares. Señalaron aquella vez a Germán Alfaro, el intendente de la capital tucumana, que es un peronista aliado de Juntos por el Cambio y que se postula ahora para senador nacional.
Aquella elección marcó la despedida de Alperovich, que salió cuarto, detrás incluso de Ricardo Bussi, el hijo del dictador. “Esta vez no vamos a entregar bolsones. La gente no quiere que la compren con un plan por tres meses. Soy dueño de tres empresas y podría poner dinero, pero quiero que vayan a votar libres”, dijo el exgobernador en el cierre de su campaña. Reconoció así que la compra de votos a cambio de bolsones de alimentos fue una práctica aplicada durante su gestión. El vicegobernador de dos de los tres mandatos de Alperovich fue Manzur, el nuevo estratega electoral del Frente de Todos, a quien ayer el mercantil Armando Cavalieri, otro experto en reelecciones, lo calificó de “maestro electoral”.
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