El BCRA prevé emitir $ 4200 millones netos
El Banco Central (BCRA) prevé emitir $ 7100 millones en el segundo semestre del año, según la nueva proyección monetaria elaborada por los técnicos de la entidad, que consta en un informe confidencial al que accedió LA NACION. El nivel de emisión neta de billetes, sin embargo, será de $ 4200 millones, ya que el BCRA prevé emitir otros $ 2900 millones en letras Lebac, que se ofrecerán al mercado mediante las acostumbradas licitaciones para absorber liquidez de la plaza.
El programa monetario ya fue presentado al Poder Ejecutivo, con el aval del Ministerio de Economía, pero es uno de los puntos que generan mayor fricción en las negociaciones para un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), debido a la gran cantidad de factores condicionales que presenta.
El objetivo primordial de la nueva proyección es, según el BCRA, asistir a las entidades financieras con problemas de liquidez, a las que giraría $ 6800 millones, y entregar los $ 300 millones remanentes al Tesoro nacional.
El programa prevé que de aquí a fin de año se vayan de los bancos $ 11.100 millones por el llamado “goteo” de las cuentas a la vista y otros $ 3500 millones por la vía de amparos judiciales, además de solventar las intervenciones de la entidad en el mercado cambiario, al que estima destinar $ 5200 millones.
La meta es ambiciosa. La emisión se sumaría a las reservas del BCRA (de US$ 9717 millones al miércoles último, y estimadas en 12.240 millones a fin de año), pero el informe subraya que también se necesitará la ayuda de los organismos multilaterales de crédito.
La entidad incluso señala que el éxito de la nueva proyección dependerá, en parte, de “los primeros desembolsos de un eventual programa con el FMI”. Pero desde Washington aún no se han enviado señales de que habrá nuevos fondos. Como máximo, se pospondrán las obligaciones que venzan en los próximos meses.
Los técnicos del BCRA también prevén que los bancos “contribuyan a satisfacer la salida de depósitos con su liquidez remanente, más aportes de sus accionistas por $ 2700 millones”. Sin embargo, Manuel Sacerdote, presidente del BankBoston y vice de la Asociación de Bancos de la Argentina, ya comunicó al Gobierno que las casas matrices no prevén más capitalizaciones, al menos por ahora.
El flanco interno tampoco aporta alicientes. El informe asume que el 30% de los ahorristas con depósitos reprogramados en dólares solicitará canjearlos por Boden US$ 2012, que el 15% de los reprogramados originalmente en pesos aceptará Boden $ 2007, y una emisión de Boden US$ 2005 por US$ 1900 millones.
“En caso de que los ahorristas demostraran escasa adhesión a los bonos recientemente propuestos –señala el BCRA–, el programa monetario del año entrante podría enfrentar un stock importante de depósitos reprogramados para esterilizar.”
Las consecuencias, sin embargo, comenzarían a hacerse sentir de inmediato, detalla, porque se observarían “la aceleración de la corrida contra los bancos que se percibe que sufrirán problemas de liquidez al momento de tener que afrontar sus vencimientos (lo que incluye a gran parte del sistema) y una mayor demanda de dólares debido a la anticipación de la asistencia de liquidez que el BCRA se verá obligado a otorgar”.
Las dificultades no terminan ahí. “El programa asume que el stock de cuasi monedas se mantiene constante hasta fin de año”. Hasta ayer, sólo un puñado de provincias firmó el acuerdo fiscal con el Gobierno.
Déficit e inflación
También, el nuevo esquema depende de que se halle una solución a los amparos judiciales, considerados un factor “inesperado” que conspiró contra las metas originales previstas en marzo último. “La proliferación de amparos judiciales”, detallan los técnicos, generó un “efecto monetario efectivo cercano a los $ 3200 millones.”
El BCRA es consciente de las dificultades: “El diseño de un programa monetario requiere la adopción de supuestos estrictos, que pueden quedar desactualizados en la medida en que los cursos de acción que otros poderes del Estado terminen adoptando se alejen de las pautas monetarias”.
La expansión monetaria, abundan, “se traduciría en un incremento en el tipo de cambio y, en consecuencia, en una mayor tasa de inflación”. Y concluyen con una advertencia: “El impacto social de una inflación pronunciada pondría en duda la viabilidad política y económica del programa”.
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