El BCRA quiere tener manos libres para frenar al dólar
Fue necesario que el precio del dólar superara los $40 y que el peso perdiera tanto valor como no lo resignaba desde 2002 para que el Gobierno comprendiera que aquello que imaginó como su tabla de salvación terminó trayendo limitaciones que condicionan cualquier intento por salir de la crisis.
La referencia alude a las condicionalidades que el acuerdo sellado con el Fondo le marcó al Banco Central en los instrumentos que podría usar para frenar una corrida cambiaria golpeando a la especulación con la única herramienta que entiende y la sosiega: la posibilidad de sufrir pérdidas.
El Gobierno no solo aceptó que el organismo limitara el uso de reservas con fines de intervención sobre el mercado, sino que se impuso una restricción para operar sobre el valor del billete confiando en que debe ser fijado por el mercado.
Hijas directas de esa restricción son las subastas de divisas que realizó primero el Ministerio de Hacienda y luego el propio BCRA, un sistema que le permite definir su oferta por monto, pero no fijarle condiciones de precio. Esto vino a reemplazar las ventas decididas desde la mesa de dinero de la entidad, un esquema que le permitía escalonar oferta a distintos precios para inducir movimientos correctivos en el valor de la divisa.
La misión oficial que parte hoy a Washington procurará quitar esta valla, lo que significa ni más ni menos que terminar con la costosa ilusión de un "dólar libre" (lo fue solo ficticiamente en 2016 y 2017, cuando en realidad su precio estaba condicionado por el proceso de endeudamiento externo abierto por la administración Macri), en un mercado que, por distintas razones históricas, necesitaría más tiempo para adaptarse a eso. Por eso forman parte de la misión tanto el presidente del BCRA, Luis Caputo , como el vice, Gustavo Cañonero.
En resumidas cuentas, buscará que el Gobierno pueda fijarle límites al tipo de cambio -al menos temporalmente- para tratar de salir del atolladero en el que la corrida cambiaria metió a toda la economía. En el imaginario oficial, se trata de una dispensa imprescindible y breve, que sería usada criteriosamente.
Vender dolares a cuentagotas y en montos preanunciados y predecibles es perder reservas sin sentido. @BancoCentral_AR debe tener capacidad y musculo para poder pasar sobre las expectativas del mercado.&— Martín Redrado (@martinredrado) 28 de agosto de 2018
Caputo se convenció de ello al verse nuevamente sorprendido por el despertar de una corrida que, en su fuero íntimo, había considerado superada hace solo unas semanas. De allí que en la última semana reenvió a integrantes de su equipo de colaboradores y otros interlocutores una serie de tuits publicados por Martín Redrado . El exjefe del BCRA sostenía que "vender dólares a cuentagotas y en montos preanunciados y predecibles es perder reservas sin sentido", y abogaba porque la entidad monetaria recupere "capacidad y músculo para poder pasar sobre las expectativas del mercado". Además, instaba a "renegociar con el FMI" un enfoque de política cambiaria que supone dejar que el dólar "haga su trabajo para corregir los desequilibrios externos", pero "desconoce la idiosincrasia argentina", que consiste en demandar más dólares cuando la divisa sube.
Mientras el enfoque de política cambiaria sea "que el dólar haga su trabajo para corregir los desequilibrios externos", seguiremos con esta tensión sobre nuestra economía. Es preciso renegociar este capítulo con el FMI.&— Martín Redrado (@martinredrado) 29 de agosto de 2018
Hasta ahora, con el mecanismo de subastas el BCRA solo pudo dotar al mercado de dólares baratos, que otros agentes de mercado se encargaron de intermediar luego a precios más altos para capturar ganancias, ayudando a alimentar la histeria del mercado. Solo en agosto volcó por este mecanismo US$2466 millones a la plaza, aunque nada de eso impidió que el dólar terminara el mes con un salto del 34,5%, inédito para un mes desde 2002, y con una pérdida de US$5335 millones en las reservas (pasaron de US$67.996 millones a $ 52.661 millones).
La expectativa oficial es que esa dispensa del FMI llegue como moneda de cambio al esfuerzo fiscal extra comprometido, y tras explicar que dicho esfuerzo no tendrá sentido si no se frena al dólar y se permite que la economía se recupere.