El contrapunto entre Kirchner y Duhalde está lejos de ceder
Se abrió una tregua con Solá, pero Alberto Fernández fustigó al ex presidente El jefe de Gabinete pidió que el líder del PJ bonaerense se callara la boca El duhaldismo mantiene la intención de bajar el tono de la confrontación La estrategia de la Casa Rosada
La cumbre entre el Presidente y el gobernador bonaerense no alivió la verdadera tensión que existe detrás de la pelea por la coparticipación: la alianza política entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde. El ex presidente decidió desaparecer de la escena después de que que dó al borde del abismo en su disputa con su sucesor.
Duhalde está ahora en los Estados Unidos y planea en las próximas horas volver a la Argentina. Tuvo varias conversaciones con sus hombres de confianza (dentro y fuera del Gobierno) e insistió en guardar silencio con un solo objetivo: reducir la disputa política a una discusión por los fondos. De eso hablaron anoche Kirchner y Solá en el despacho presidencial después de una semana en la que se dijeron de todo.
Ayer, la tensión con Duhalde mostró un lado hasta ahora desconocido: el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, lo mandó casi a callarse la boca. Dijo que debe medir sus palabras y llegó a comparar las "almas" de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, porque en algún punto se vinculan.
Fernández es uno de los hombres de más confianza del Presidente y uno de los que ni siquiera en privado se anima a criticar a Duhalde. Tiene con él un vínculo personal, llevó la cuenta de campaña de la fórmula Duhalde-Ortega en 1999 y es uno de los que defienden la alianza Kirchner-Duhalde.
¿Por qué el jefe de Gabinete cambió de actitud? Es que en el despacho presidencial, donde se sigue desde muy cerca todo lo que se escribe y dice del Gobierno, se enteraron de que la revista Noticias publicaba un reportaje con Duhalde en el que el ex presidente criticaba la política de derechos humanos del Gobierno y decía, entre otros conceptos, que Kirchner estaba desesperado porque llegaba al poder con el 22 por ciento de los votos.
Se desató otra vez la ira presidencial y se canalizó por las afirmaciones de Alberto Fernández que, horas después, quería bajar el tono de las críticas a Duhalde cuando se enteró de que la entrevista tiene dos semanas de antigüedad. Ya era tarde.
Ese es un detalle más en una disputa silenciosa y cada vez más delicada.
Al ministro de Defensa, José Pampuro, un amigo de Duhalde y ahora fiel ministro de Kirchner, se le escuchó decir un rato antes de partir ayer a Francia que el ex presidente no podía hacer declaraciones que compliquen al Gobierno en medio de las negociaciones con los bonistas.
En lo más alto del poder existe preocupación porque en esta semana, como nunca antes, el Presidente quedó enfrentado con Solá y Duhalde, dando la peor imagen de su gobierno.
No pelear
El jefe del peronismo bonaerense defiende no sólo los intereses de la provincia de Buenos Aires, que cree vulnerados por el acuerdo de coparticipación que impulsa el Gobierno, sino porque sabe que el Presidente está cada vez más decidido a armar una estructura de poder en el territorio que Duhalde cree propio.
Dos de los hombres que hablaron con Duhalde en las últimas 48 horas aseguraron a LA NACION que el ex presidente no está dispuesto, pese a la tensa situación, a forzar al Presidente y protagonizar ambos una pelea institucional de consecuencias catastróficas para el país.
Por otro lado, las mismas fuentes son igual de categóricas al afirmar que Duhalde no soporta el papel político al que quedó restringido desde que preside la comisión del Mercosur. Le gusta el cargo, los viajes, pero extraña lo que más ama en la vida: la política. Por esa razón, cada tanto vuelve sobre sus pasos y revisa su decisión de no competir por una banca a senador el año próximo.
El lo niega, pero desde que se fue de la Presidencia y llegó Kirchner, Duhalde tiene una intensa actividad política, pero secreta. Es lo menos parecido a un jubilado político; habla con gobernadores, legisladores y no sólo del peronismo. Tiene también contactos con radicales.
Kirchner sabe una parte y la otra la sospecha y cada vez le gusta menos lo que hace Duhalde. Por eso, nunca pudo concretarse la cumbre entre ambos, pese a algunas gestiones. Después, se iban a encontrar en el Tango 01 para asistir a la cumbre de Guadalajara y el Presidente se quedó porque estaba con una fuerte gripe.
Ahora, Duhalde no quiere aparecer como protagonista de una pelea que lo tiene como participante clave. La señal la dio cuando habilitó a la vicegobernadora Graciela Giannettasio para acercarse al Gobierno vía el ministro de Economía, Roberto Lavagna.
Kirchner duda. Avanza y analiza su alianza con Duhalde.
Críticas para la historia
- Tal vez sea cierto que Duhalde no tenía intención de echar más nafta al fuego. Pero voluntaria o involuntariamente la echó anoche, cuando se conoció el contenido de una entrevista que le concedió hace diez días al historiador Felipe Pigna para una serie de la revista Noticias. Allí dice, entre otras cosas, que no está de acuerdo con la política de derechos humanos de Kirchner. "Está el derecho humano de los pibes, índices de mortalidad que no descienden -critica-. A eso hay que darle prioridad. Yo sé lo que piensa el pobre tipo que no tiene laburo cuando se ocupan de los derechos humanos de los que ya han muerto."
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