El análisis. El costo de no ser creíble
Adolfo Vázquez, desde que se sintió acorralado por el juicio político, comenzó a hablar de la falta de independencia de la Corte y, ahora, redoblando la apuesta, denuncia amenazas y un atentado. Hechos, sin duda, graves. Sin embargo, él no está libre de aquel pecado original y sus declaraciones suenan exageradas.
Ayer, en la Corte, nadie creía seriamente que el Gobierno o uno de sus colegas pudiera estar involucrado en el atentado, ni siquiera llegaban a entender los motivos por los que se pudo haber atentado contra el juez. Para el Gobierno, los días de Vázquez en la Corte parecen contados.
Los comentarios sobre la mala relación entre Vázquez y el presidente de la Corte, Enrique Petracchi, pasaban por la ironía: "Si Petracchi hubiese sido el autor del atentado no hubiese errado el disparo", dijo un juez del alto tribunal.
La frase muestra el estado de ánimo que se vive en la Corte. Un tribunal que, a fuerza de manipulación política, cayó en el desprestigio del que, ahora, debe salir.
Clima con el que el Congreso contribuye, manteniendo abierto un juicio político que ya debía haberse definido.
En este asunto, claro está, no hay blancos y negros y algo de razón tiene Vázquez cuando acusa al Gobierno de querer manipular la Corte.
El hecho de que el presidente Néstor Kirchner haya promovido la remoción, por juicio político, de algunos de los integrantes anteriores del tribunal dejó sembrada la sospecha de que persigue esa finalidad.
Pero, quizá, no sea Vázquez el más adecuado para señalar ese riesgo. En el imaginario popular, su figura quedó irrevocablemente vinculada con la del ex presidente Carlos Menem, de quien dijo ser "su amigo".
De lo que Vázquez no puede dudar, sin embargo, es de las calidades de Petracchi para presidir la Corte.
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