El diciembre trágico que les arrancó a los suyos
Familiares de los muertos en la Plaza de Mayo recordaron con LANACION.com sus días más tristes
María de las Mercedes Arena miraba tele en su casa de Flores. Le preocupaba lo que pasaba en el país, como a muchos. Hasta que una imagen le cambió la vida para siempre. Era su marido, Gastón Riva, que caía muerto con un balazo en el tórax cuando manejaba su moto en Avenida de Mayo, entre Bernardo de Irigoyen y Tacuarí. Era el trágico jueves 20 de diciembre de 2001.
"No sabía que estaba cerca de la Plaza de Mayo. Cuando lo vi sabía que era él, pero lo negaba. Lo busqué todo el día por todos lados. Desde las 17.45 que cayó hasta las 20, cuando lo encontró un amigo, muerto, en el hospital Argerich", relata con fina precisión esta mujer, locutora y productora radial, que desde hace cinco años cría sola a sus tres hijos, de 13, 8 y 7 años.
Gastón trabajaba en una mensajería. Era motoquero. Llegó al centro para entregar un sobre y se quedó por ahí. Mercedes todavía no puede explicarles a sus hijos cómo murió el padre. Y menos aún cómo después de tanto tiempo no hay condenados por los cinco asesinatos que hubo en la capital. Junto a Riva murieron Alberto Márquez, Gustavo Benedetto, Diego Lamagna y Carlos Almirón.
"Es lo más difícil de toda esta historia. Ellos preguntan por qué papá estaba ahí, pero no por ese día en particular. Para el día que lo pregunten guardé muchísima información de los diarios y tengo hasta videos para mostrarles que me van a servir para reconstruir ese día", cuenta.
Merdeces y Gastón eligieron que en 1999 Fernando de la Rúa sea presidente de los argentinos. "Desgraciadamente lo voté y me arrepentí desde el primer día. No me representaba, pero había que hacerle la contra a [Carlos] Menem", dice.
También está decepcionada con la Justicia y el Estado. No hay condenas por su muerto y tampoco nunca recibió indemnización alguna, tal como había prometido y hasta anunciado en un acto público el presidente Néstor Kirchner. "Ese proyecto perdió estado parlamentario. Lo cajonearon", agrega, informada, sobre la iniciativa presentada en 2004 por el Poder Ejecutivo.
Reclamos. Marta Pinedo, la mujer de Alberto Márquez, otro de los muertos del 20 de diciembre, critica al Gobierno: "Eso fue una fantochada del Presidente. Fue una gran mentira que quedó en la nada. No por mí, pero había mucha gente del interior que hubiese necesitado el dinero para pagar abogados".
Márquez es la excepción entre los cinco muertos de la Plaza de Mayo. No era un ventiañero, como los demás. Tenía 58. "Lo fusilaron por la espalda en pleno Obelisco", recuerda su mujer. El estaba parado sobre la calle, ella, en el cordón de la vereda. Murió en sus brazos. "El decía que teníamos que estar en las calles y allí fuimos", cuenta Marta, con los ruidos detrás de los bombos, en la manifestación que se realiza a la Plaza de Mayo.
Pinedo tampoco confía en la Justicia: "Este aniversario lo vivo con mucho dolor y bronca, descreída totalmente de la Justicia porque los culpables están libres gozando y disfrutando de sus familias. Yo no".
A su lado camina otra Marta. Es la mamá de Carlos Almirón. Lo primero que dice es que espera Justicia. Pero promete: "Mientras tenga vida esteré para recordarlo y para que los culpables paguen".
Su hijo tenía 23 años. Era estudiante de sociología y militante de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi) y del Movimiento 29 de Mayo. "Estuve con él el 19 y cuando lo volví a ver estaba en un cajón", relata. Lo operaron dos veces, pero la segunda intervención no la resistió y falleció a las 22 en el hospital Argerich.
"Viví tan mal ese 20 de diciembre… cada chico que veía en televisión arrastrado por la policía pensaba ‘que no sea mi hijo’". Cuando ya De la Rúa había renunciado recibió la llamada que ponía fin a su esperanza. Dice que desde ese momento, hasta hoy, le vaciaron las entrañas.
Más leídas de Política
LN+. Melconian sembró dudas sobre el rumbo económico y el uso de la “licuadora” y el “pedal”
"Lágrimas de zurdos". La publicación de Javier Milei luego de la marcha por la educación pública
Flexibilización. El protocolo antipiquetes se vio doblegado por el tamaño de la marcha y no mostró el rigor de otras movilizaciones