El escenario. El dilema es cómo salir del corralito
La oposición en su conjunto revirtió ayer el debate que le impuso el Gobierno y anunció su rechazo al proyecto oficial de adelantamiento de las elecciones, con la excusa de discutir primero un plan para salir de la crisis económica o luchar contra la inseguridad, antes que volcarse a especulaciones electorales.
Los radicales, macristas, peronistas disidentes, socialistas y los seguidores de Carrió en el Congreso buscaron, así, dar un golpe de efecto al sorpresivo proyecto de los Kirchner, que el viernes pasado descolocó a todo el arco opositor. Pero en la intimidad todos saben que este gesto quedará encerrado en el corralito que se impusieron desde hace tiempo los referentes de la oposición en el Congreso y entienden que difícilmente pueda trasladarse, por lo menos por ahora, a un gran acuerdo antikirchnerista para dar pelea en los próximos comicios.
Las apetencias personales y las peleas de cartel en la oposición hoy son demasiado profundas e insalvables. Los acuerdos no logran traspasar aún los muros del Parlamento y las muestras de unidad opositora sólo quedan limitadas a propuestas legislativas, como sucedió con el proyecto de retenciones del campo o con el rechazo a la estatización de las AFJP, entre otros debates.
La realidad es más cruel de lo que parece para la oposición: la unidad parlamentaria choca con la mayoría kirchnerista en Diputados y en el Senado, a pesar de que esta mayoría cada vez es más ajustada. Así, el calendario electoral que busca el Gobierno obligó a adelantar la pelea por las candidaturas.
En este contexto, el rechazo de la oposición al adelanto de elecciones suena casi como un calmante que buscan los referentes de Pro, de la Coalición Cívica, la UCR y el PJ disidente para eludir un debate que se les vino encima. Ni Carrió quería pelearse con Gabriela Michetti en la Capital, ni Solá ni Macri encuentran con Francisco De Narváez un acuerdo para encabezar las listas en estos momentos. Pero la mayoría kirchnerista que prometen los senadores y diputados del PJ para esta semana los obligará a tener que aceptar un adelanto de elecciones y tomar definiciones.
"No vamos a caer en la trampa", dijo Carrió. De Narváez y Solá cerraron un acuerdo temporal y pugnaron por rechazar la propuesta oficial para "resguardar las instituciones". Todos coinciden en su antikirchnerismo acérrimo y tienen afinidades en la tarea legislativa. Una muestra de ello es la buena sintonía que hay entre los jefes de bloque Federico Pinedo (Pro); Adrián Pérez (Coalición Cívica), De Narváez y Solá. Pero esa armonía se acaba cuando todos traspasan las puertas del Parlamento.
Con el plan de adelanto de comicios, el kirchnerismo le tendió una fuerte estocada a la oposición, se mire por donde se quiera mirar. Es cierto que, como toda reacción espasmódica de los Kirchner, la jugada no tiene mayor plazo que cuatro meses, ya que la crisis económica mundial castigará al país en la mitad de la campaña electoral o después de los comicios.
Pero también es cierto que la oposición se enfrenta hoy ante un desafío mayúsculo: seguir como fuerzas testimoniales asiladas en el Parlamento o intentar un acuerdo electoral que supere las diferencias personales en virtud de una propuesta alternativa de poder real. Salir del corralito parlamentario seguramente no implicará un bajo costo para quienes se decidan por este último camino.
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