"El escándalo de la maleta se acabó, pero la fiesta continúa"
Para Guido Alejandro Antonini Wilson, salir de Estados Unidos es lo mismo que ir a prisión o, más drástico, ser hombre muerto. Tan simple como eso, dice a LA NACION desde Key Biscayne, donde aún vive junto a su familia. El "maletinazo", según dice, es un escándalo que se diluye, mientras que la "fiesta" continúa en las relaciones bilaterales entre la Argentina kirchnerista y la Venezuela bolivariana.
"Si voy para allá [por Buenos Aires], iré sin ningún tipo de garantía", afirma, receloso de la influencia que la Casa Rosada pueda ejercer sobre jueces y fiscales.
- Pero ¿aceptaría ser extraditado y declarar en Buenos Aires?
-Si voy, es para aportar algo al bien común, pero ir a estrellarme contra una pared, a una trampa más, no.
Al hombre al que el presidente Hugo Chávez tildó de "traidor", "bandido", "desgraciado" y "lacayo", no le fue mejor con las autoridades argentinas. Desde el oficialismo lo acusaron de "mitómano", "mequetrefe de alquiler", "delincuente" y de "agente encubierto" de la CIA. El retruca con que quiere colaborar.
"Todavía no entiendo por qué no me vinieron a ver acá", dice, en alusión al juez en lo penal económico Daniel Petrone y la fiscal María Luz Rivas Diez, que evaluaron esa posibilidad, pero concluyeron que su declaración sería nula al ser tomada fuera del juzgado y tratarse, técnicamente, de un prófugo.
Antonini plantea la posibilidad de declarar ante un escribano o presentarse a testificar en el consulado argentino en Miami. Pero sospecha de todo. "La Argentina pide mi extradición para quedar bien con la prensa, para decir que la pidieron y que no se la dan -opina-. Pero mientras tanto, se acabó el escándalo de la maleta y la fiesta siguió. Con otros nombres, pero continúa." Esa es la única alusión que Antonini hace del entorno del ministro de Planificación, Julio De Vido, grupo al que siempre responsabilizó por el caso.
Antonini se centra en el entonces funcionario y pasajero de aquel vuelo, Claudio Uberti, señalado, a su vez, como el "embajador en las sombras" de la Casa Rosada en Caracas. Tras su caída, fuentes de ambos países exponen a otro colaborador de De Vido, José María Olazagasti, como su sustituto para la "diplomacia paralela". A su vez, Olazagasti es, según fuentes argentinas y venezolanas, quien destrabó el ingreso de Antonini a la Casa Rosada el lunes 6 de agosto de 2007, 60 horas después del decomiso.
Ahora, Antonini cuenta que aún recibe amenazas de muerte. "Me dicen que me pasará lo mismo que a Arturo Ehrlich", detalla, en alusión al empresario ejecutado en Caracas en abril de 2006.
-¿Las autoridades estadounidenses lo contactaron por el pedido de extradición?
-Hace más de un año, me preguntaron si quería declarar en la Argentina. Respondí que si me daban garantías, sí.
-¿Y aceptaría ir a Caracas?
-Si voy para allá, estoy muerto.