El Gobierno aplica presión sobre el Senado y la CGT
El Gobierno decidió aplicar el máximo de presión sobre el Senado para que apruebe la reforma laboral. Como primer paso, lanzó anoche una campaña televisiva en la que señala a los legisladores como responsables de la suerte de la ley que, según el Gobierno, resolverá la dramática situación del desempleo.
El spot, que está en el aire desde las 21 de ayer, es una dramática apelación a la sociedad para que identifique a quienes dificultan la aprobación de la ley que, según admitió anteayer el ministro de Economía, José Luis Machinea, es una exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El aviso, que lleva la firma de la Presidencia de la Nación, ataca con inusual dureza a los sindicalistas (a Rodolfo Daer y a Hugo Moyano por igual).
Comienza con las cifras del desempleo (14%) y del trabajo en negro (47%), que señala como una herencia del gobierno de Carlos Menem. Luego, una voz en off denuncia a los gremialistas:"En estos diez años, los sindicalistas no abrieron la boca (...). Los sindicalistas de siempre se oponen a la reforma porque va en contra de algunos intereses personales".
El mensaje termina con un trozo del discurso de De la Rúa en la inauguración de la Asamblea Legislativa, en el que dijo: "Merezco la oportunidad que el pueblo me dio en las urnas para implementar la reforma para superar la crisis".
El Gobierno decidió esta estrategia el martes de la semana última luego de que el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, visitó la Comisión de Trabajo del Senado y se encontró con que los senadores de la Alianza no intervenían en favor del proyecto de ley frente a la ofensiva del bloque peronista.
Flamarique y De la Rúa almorzaron el miércoles y resolvieron presionar al bloque oficialista para que defendiera el proyecto. Esa noche De la Rúa llamó por teléfono al presidente provisional del Senado, el radical José Genoud, y le dijo que tomara en sus manos la negociación con el PJ.
En simultáneo, el secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, comenzó a discutir con Flamarique ideas para un spot televisivo.
El punto de partida fue la decisión de señalar públicamente a los responsables de que el proyecto -que fue aprobado por la Cámara de Diputados la última semana de febrero- esté frenado en el Senado y con una fuerte oposición del peronismo.
Sin diálogo con los gremios
Junto con la decisión de involucrar al bloque propio en el Senado, el Presidente decidió, en aquel almuerzo con Flamarique, que el diálogo con el sindicalismo estaba cortado. "Ya no hay negociación con los sindicalistas", afirmó un testigo del almuerzo.
Un alto funcionario de la administración nacional dijo a La Nación que la estrategia es "poner toda la presión sobre los senadores del peronismo, instalando la idea de que son ellos quienes obstruyen las leyes del Gobierno".
El funcionario reconoció que el debate público sobre la reforma laboral decayó en el último mes y que la intención del Gobierno es volver a instalarlo.
"Vamos a centrar el debate en la ley, en su importancia para la creación de empleos. La idea es que el debate se limite a la ley en lo específico", comentó un miembro del círculo íntimo de la Casa Rosada.
Desde que el proyecto, con la media sanción de la Cámara de Diputados, entró en el Senado, el bloque peronista endureció su postura y la semana última varios senadores amenazaron con no tratar el tema en el recinto hasta las elecciones porteñas del 7 de mayo próximo. El debate interno en esa bancada va desde la modificación de artículos, en diferentes grados, hasta el rechazo total.
El sector dialoguista de la CGT, encabezado por Rodolfo Daer, cambió la semana última su apoyo inicial por el rechazo más absoluto.
En lo formal, los senadores peronistas dispusieron agotar una ronda de consultas con los sectores involucrados antes de tratar el tema. Los ministros Machinea y Flamarique ya estuvieron en la Comisión de Trabajo, en semanas sucesivas.
Senadores de la Alianza han comenzado a hablar en estos días con los siete senadores provinciales en busca de sus votos favorables a la iniciativa.
El Gobierno perdió progresivamente su inicial optimismo por ver la reforma aprobada en un plazo breve. Cuando el proyecto pasó al Senado, esperaba tener que negociar modificaciones a los artículos, pero ahora la situación le parece más grave. Por eso los spots que están en el aire.
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