El Gobierno siguió con tensión una mañana agitada y dejó expuestas sus diferencias
Mitad en la Casa Rosada, mitad en el hotel Alvear, el gobierno de Mauricio Macri vivió con tensión y nervios apenas contenidos una mañana en la que el precio del dólar pareció incontrolable, mientras crecían de manera exponencial los rumores de cambios, que no se agotaron con las palabras de ministros y funcionarios. Las primeras espadas que estuvieron en el hotel de Recoleta también dejaron en claro, aunque de manera sutil, las diferencias de criterio que hay en el seno de Cambiemos en torno a las puertas de salida que proponen para un laberinto intrincado.
Un rato antes de la reunión de coordinación encabezada por el Presidente en Casa Rosada, el jefe de gabinete, Marcos Peña, y el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, llegaron, por separado y muy puntuales, al señorial Hotel Alvear, en el que un auditorio de hombres de empresa nacionales y norteamericanos esperaba, ansioso y algo pesimista, sus interpretaciones sobre el vendaval económico que vive el país y sus recetas para salir de la crisis.
Y sin dar entidad a los insistentes rumores sobre cambios de nombres,Peña y Rodríguez Larreta se mostraron cohesionados y respaldaron con énfasis "el rumbo elegido" por el Gobierno en la reunión anual del Consejo de las Américas y la Cámara Argentina de Comercios y Servicios. Casualidad o no, ambos recordaron los problemas que tuvo la gestión de Mauricio Macri en sus inicios la ciudad, y destacaron su rol como "capitán del barco" en aquellas tormentas porteñas y en las actuales.
Cerca del mediodía, y luego del paso de otros tres ministros (Andrés Ibarra, Javier Iguacel y Dante Sica) fue el titular de Interior, Rogelio Frigerio el que habló de los "marineros" de ese barco, a los que calificó de "prescindibles al igual que los instrumentos", lo que pareció una alusión indirecta a los cambios de nombres que reclaman muchos empresarios y buena parte de la alianza gobernante. Su exposición fue claramente diferente a la de Peña. Mucho más descarnado habló de un "momento muy complicado".
La presencia oficial había empezado con Rodríguez Larreta. "Todo era negro, no podíamos salir adelante. Y recuerdo la convicción de Mauricio, nos decía que confiemos, que ese era el camino.", recordó el jefe de Gobierno porteño luego de las palabras de Susan Segal, del Consejo de las Américas, y Jorge Luis Di Fiore, de la Cámara de Comercio. "Con Marcos nos agarrábamos la cabeza cuando Mauricio decía que la ciudad se iba a dejar de inundar en cuatro años. Pero tenía razón", agregó el jefe de gobierno, mencionado en los rumores que hablaban de su ingreso al gabinete, un ingreso al que-afirman cerca suyo-se resiste con mucha fuerza.
"El cambio de verdad lo lidera un Presidente que emociona ver la cantidad de obstáculos que hubo que superar (en la ciudad). Los superamos gracias al liderazgo de Mauricio y al trabajo en equipo. Es lo mismo que estamos encarando a nivel nacional", coincidió Peña un rato después.
Enfático como pocas veces, Peña defendió una vez más el rumbo elegido en sus quince minutos de discurso, aunque luego de la conferencia tuvo que negar, otra vez, eventuales cambios en el gabinete nacional. "No estamos ante un fracaso económico", dijo. Al rato, el dólar superaba los 40 pesos por unidad.
"Somos el país que más veces ha engañado y mentido al resto del mundo, y que demostraba una y otra vez que no está dispuesto a cumplir con el equilibrio fiscal", dijo Peña, ajeno a los rumores que lo tenían como epicentro. Después elogió el acuerdo con el FMI. "Nos viene a acompañar en el proceso de transformación". "Es un barco con múltiples averías, pero que estamos resolviendo de a poco. No vamos a gobernar negando la realidad", dijo, antes de reconocer "la angustia" de buena parte de la población por la escalada inflacionaria y del dólar.
En los pasillos, los funcionarios de segunda línea que acompañaban a los ministros se mostraban preocupados. "¿El dólar a 40 pesos? Preguntale a Dujovne", se desentendía un funcionario cercano a un ministro importante, en relación al titular de Hacienda, que en la noche del miércoles le había planteado un escenario optimista a la dirigencia del Consejo de las Américas en una reunión privada.
Mientras el gobernador peronista de Salta, Juan Manuel Urtubey, hablaba en los pasillos del Alvear de un "plan económico a largo plazo, acordado y responsable", en la Casa Rosada se buscaba un punto de equilibrio. "Tenemos que esperar, está todo muy volátil, vamos a ver como termina", dijo a La Nacion un alto funcionario antes de cortar la comunicación.
Frigerio, más descarnado
Casi al mediodía, Frigerio llegó al Alvear a plantear una visión alineada con la de Peña, pero con matices bien diferenciados. "Es tiempo de transmitir templanza, este es un país muy difícil para gobernar, los cambios que hay que hacer son muy complejos. Tenemos la responsabilidad de hablarle a la gente más que a los mercados", dijo el ministro del Interior antes de hablar del "capitán" Macri y de los "marineros", que son "prescindibles".
"Atravesamos un río embravecido, pero tenemos un capitán que maneja el barco y un equipo que puede cambiar, los marineros son prescindibles (..) Eso sí, no volvemos a un país aislado del mundo, y hay una idea parecida en una parte de la oposición", dijo Frigerio, que al igual que Peña calificó de "muy cercano" el acuerdo con el PJ de cara a un presupuesto 2019 consensuado.
A diferencia de Peña, Frigerio salió por una puerta lateral y esquivó a los periodistas, mientras los gobernadores Urtubey y Alfredo Cornejo (UCR-Mendoza) compartieron la última mesa. "Macri quiere construir un capitalismo serio, hay que apoyarlo", dijo el radical Cornejo, mientras la moneda estadounidense volvía a mostrar el 40 rojo en muchas pizarras. Cuando la reunión del Council se encaminaba hacia el final, el dólar retomaba su tendencia alcista y en el oficialismo volvían las versiones de cambios en el gabinete. Cerraba así una de las mañanas más difíciles para el Gobierno.
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