El Gobierno y el dilema del dólar y la fuga de capitales
Ni la abrumadora ventaja obtenida por Cristina Kirchner en las primarias abiertas ni las certezas de cara al 23 de octubre despejaron las dudas de los mercados: en las dos semanas posteriores a los comicios, la fuga de capitales no se detuvo. El Gobierno intenta convencer al mundo de que la Argentina está "blindada" ante los vaivenes internacionales. También esgrime que la economía exhibe mayor solidez que nunca y que, a diferencia de EE. UU. y buena parte de Europa, nuestra deuda pública, en términos de porcentaje del producto bruto, es más que llevadera.
Según la Secretaría de Hacienda, en el primer semestre de 2011 el superávit primario del Estado nacional fue de $ 1800 millones mensuales en promedio. Pero, según un trabajo del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), cuando a ese superávit primario se le resta el pago de intereses de deuda pública, el Estado pasa a tener un déficit mensual de $ 360 millones en promedio. Si se descuentan las transferencias de la Anses, el desequilibrio aumenta a $ 1900 millones mensuales. Y, finalmente, si a ese resultado se le restan las transferencias del Banco Central y de otros organismos, el déficit fiscal llega a unos $ 2700 millones por mes.
Estos datos arrojan una proyección del déficit fiscal acumulado para 2011 del orden de los $ 33.000 millones. La aparente solidez fiscal de la que habla el Gobierno sólo surge de contabilizar como ingresos normales del Estado los excedentes del sistema provisional, al igual que las reservas del Banco Central. Una agravante de este cuadro es que la contabilidad estatal no considera una serie de pasivos, como las sentencias firmes por actualización de jubilaciones, cuya ejecución es demorada por la Anses. Se estima que hay unas 470.000 demandas de jubilados en la Justicia.
¿Por qué huyen los capitales de la Argentina? Porque en un país aislado del mundo y de la posibilidad del crédito internacional, existen dudas sobre la manera como el Estado nacional hará frente al financiamiento de sus gastos.
En el imaginario de no pocos inversores, existe la creencia de que, así como el gobierno kirchnerista manoteó los fondos de las AFJP y utiliza recursos de la Anses y del Banco Central para financiar su déficit, más adelante podría recurrir a nuevas cajas, como los depósitos bancarios, o a estatizar el comercio exterior. Se suma a esos temores la percepción de que cierto atraso cambiario le resta competitividad a la economía argentina, lo cual acelera la compra de dólares en el mercado marginal y la fuga de capitales.
Algunos economistas, como Rodolfo Rossi, sugieren que una salida para la fuga de capitales es elevar las tasas de interés, hoy negativas en términos de inflación real. Esta receta ortodoxa podría aplicarse para morigerar la inflación, a través de una moderada restricción del consumo. Claro que podría poner fin a la fiesta del consumo en la que basa buena parte de su éxito el kirchnerismo. Otros economistas, como Federico Sturzenegger, sostienen que la única solución es bajar drásticamente la inflación, reduciendo la creación de dinero. Para Sturzenegger, es cierto que hay atraso cambiario, pero si se decidiera que el dólar acompañe a la inflación, el público que tiene depositados sus ahorros en las entidades bancarias exigiría una tasa de interés equivalente, como mínimo, a la inflación.
Si bien distintos funcionarios han minimizado el problema de la fuga de capitales, el tema preocupa al Poder Ejecutivo. Por el momento, nadie atina a dar otra respuesta que no pase por la cronoterapia, esto es, la creencia de que el tiempo lo cura todo.
Temas
Más leídas de Política
"Machos del off". Carrió y los "lilitos" reavivaron la interna en Juntos por el Cambio con más mensajes
Cambio de rol. El Presidente busca reinventarse ante las nuevas condiciones que le imponen Massa y Cristina
Lo que viene. Los secretos del plan económico de Massa y las razones para evitar la devaluación