El límite que Pro se había prometido nunca cruzar, hasta ahora
Colaboró con el kirchnerismo para el rechazo del decreto sobre gastos reservados para la SIDE y la aprobación, por más de los tercios, de la ley jubilatoria; podría condicionar futuras leyes, entre ellas el presupuesto
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La sociedad política entre el oficialismo y Pro, su principal aliado en el Congreso, quedó en jaque por primera vez desde que Javier Milei asumió la Presidencia. Luego de rechazar en la Cámara de Diputados el decreto por el que se aumentó en $100.000 millones los gastos reservados para el sistema de inteligencia, en el Senado la casi totalidad del bloque de Pro colaboró para que se sancionara, con una mayoría aplastante, una nueva ley de movilidad jubilatoria que amenaza el equilibrio fiscal.
En el oficialismo se encendieron todas las alarmas. No solo porque el Congreso le enrostró más de dos tercios de los votos al sancionar la ley jubilatoria, sino también porque su principal aliado –Pro– se sumó sin pruritos al lote de “degenerados fiscales”, mote que el presidente Milei les endilgó a los opositores que en la Cámara de Diputados dieron media sanción a la iniciativa.
“Desde la aprobación en la Cámara de Diputados hasta la sesión de hoy en el Senado pasaron dos meses, pero en ese tiempo no hubo por parte del Gobierno un acercamiento serio para modificar el proyecto. En el medio pasaron cosas, como el aumento de $100.000 millones para inteligencia. Estábamos entre ‘la nada’ o acompañar un proyecto para favorecer a los jubilados. Elegimos lo último”, sinceró la senadora Guadalupe Tagliaferri (Pro) al finalizar la sesión.
Este doble golpe político de Pro al Gobierno tuvo un mensaje clarísimo: a partir de ahora su apoyo al gobierno libertario –en minoría en ambas cámaras– pasará de ser “incondicional” a “condicional”. Dicho en otras palabras, su voto será “ley por ley”. Le marcará la cancha al Gobierno cada vez que lo considere necesario, aun si para ello debe unir filas con el kirchnerismo, un límite que se había prometido nunca cruzar. Hasta ahora.
El problema que se le plantea al oficialismo amenaza con ser mayúsculo frente a lo que se viene en el Congreso: el debate de la ley de presupuesto 2025, que se presentará el mes próximo. Los opositores dialoguistas están dispuestos a ofrendarle esta ley clave al Gobierno como lo hizo con la Ley Bases, pero sus exigencias a cambio de sus votos serán mayores. La novedad es que las huestes que responden a Mauricio Macri tampoco serán lo complacientes que fueron hasta ahora si el oficialismo se muestra reacio a cumplir los acuerdos pactados.
Uno de ellos interesa sobremanera al jefe de Pro: la coparticipación para la ciudad de Buenos Aires. En la audiencia celebrada este jueves en la Corte Suprema no hubo acuerdo entre el jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, y los delegados del Ministerio de Economía. “Si el Gobierno no cumple con lo pactado, lo vamos a discutir en el Congreso con la ley de presupuesto”, advierten fuentes muy cercanas al líder de Pro.
Demostración de fuerza
Macri aprovechó el decreto presidencial sobre gastos reservados para inteligencia para realizar su primera demostración de fuerza ante el Gobierno en el Congreso.
“Se la dejaron servida en bandeja a Mauricio”, deslizó un diputado cercano al líder de Pro y de diálogo fluido con terminales oficialistas. “Le aconsejamos en varias oportunidades a Santiago Caputo (principal asesor de Milei e ideólogo del DNU) que diera marcha atrás, porque el decreto era insostenible política y jurídicamente. Le dijimos que había otros medios para ampliarle el presupuesto a la SIDE, le sugerimos que apelara a un decreto reservado o a una reasignación de partidas. Santiago no quiso y Mauricio aprovechó para volteárselo”.
La inquina de Macri con el asesor estrella de Milei llegó al paroxismo cuando el senador radical Martín Lousteau fue ungido, el martes pasado, presidente de la estratégica Comisión Bicameral de Inteligencia en un acuerdo entre la UCR y el kirchnerismo. Macri, que pretendía para ese cargo al senador Martín Goerling (Pro), responsabilizó de este traspié a Caputo y su afán por colocar en ese lugar al peronista Edgardo Kueider.
Ese mismo día, Macri le mandó un mensaje a sus principales espadas legislativas para que den quorum en la sesión especial convocada para rechazar el DNU de la polémica. Desde Estados Unidos –donde está de viaje–, Cristian Ritondo, jefe de la bancada y hombre del riñón macrista, bajó esta línea al resto del bloque, lo que desató un verdadero revuelo interno: el sector que responde a Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, se plantó en sus trece y anunció que no cumpliría la orden del jefe del partido.
“Habíamos convenido no dar quorum y abstenernos en caso de que la oposición alcanzara el número para arrancar el debate. A Macri no le importó nada: solo piensa en él y en sus propios intereses –despotricó una legisladora cercana a Bullrich–. Quiso mostrar poder de fuego pero no lo logró: de los 37 diputados que componen el bloque, solo cinco dieron quorum. El resto bajó después, algunos votaron a favor, otros en contra y varios ni aparecieron por el recinto, descontentos con las formas de ‘patrón de estancia’ de Mauricio”.
Las tensiones internas en el bloque de diputados de Pro están en su pico más alto. No se avecina una ruptura formal de la bancada, al menos por ahora, pero no se descarta que las diferencias se manifiesten en un futuro próximo en el tablero de votaciones de ambas cámaras del Congreso.
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