El llamativo derrotero del expediente Schoklender
La investigación de la Unidad de Información Financiera (UIF) sobre el entonces apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, Sergio Schoklender, registró múltiples pasos llamativos, incluida una inusual escala por el despacho del presidente de la unidad antilavado, José Sbattella, según surge de la hoja de ruta de ese legajo dentro del organismo.
Según datos que consignó LA NACION de seis fuentes al tanto de los procedimientos de la UIF , cada uno de los movimientos del expediente 547/10 que se abrió dentro de la unidad antilavado muestra, además, una notable correlación con hechos públicos, acaso hasta el punto de forzar esos movimientos dentro del organismo que preside Sbattella.
El primer reporte de operación sospechosa (ROS) contra Schoklender llegó el 19 de marzo de 2010, desde el Nuevo Banco de Santiago del Estero. Pero mostró un ritmo cansino. Sólo el 7 de abril, la Secretaría Ejecutiva de la UIF lo remitió a la Dirección de Análisis, que se tomó dos meses y medio para asignarlo a su "grupo A". Lo hizo el 24 de junio, justo cuando dos diputadas de la Coalición Cívica, Elsa Quiroz y Maricel Etchecoin Moro, denunciaron a Schoklender ante la propia UIF por presunto lavado de activos con la compra de una quinta en José C. Paz.
Cinco meses después, la investigación rondaba las 445 fojas. Se unificó entonces con otra alerta que llegó sobre los movimientos de fondos de Pablo Schoklender y la empresa Meldorek SA. Esa vez, por parte del Banco Supervielle, tal como reveló LA NACION en octubre del año pasado.
Para entonces, según explicaron dentro de la UIF, las órdenes que llegaban desde la jefatura eran "no hacer olas", según las palabras que utilizó una de las fuentes consultadas por LA NACION. Por eso, junto al legajo principal, los analistas formaron anexos que avanzaron en forma paralela. Por entonces, fines de 2010, Schoklender era un fiel ladero de Hebe de Bonafini con fluida relación con el Gobierno.
El 12 abril de 2011, no obstante, algo ocurrió. Y así quedó asentado: "Pasen los cuerpos principales en un total de 458 fojas y cuerpo complementario principal en 223 fojas" a la Presidencia de la UIF, según se reflejó en la hoja de ruta del organismo. Es decir, a las manos de Sbattella. Pero, otra vez, el área se quedó con otro tramo, el más sensible. "Los anexos se conservan en la DA", por la Dirección de Análisis.
La tormenta
Sbattella se quedó con el expediente -algo inusual, según todos los analistas consultados por LA NACION- durante 48 días. Hasta que el 30 de mayo lo remitió otra vez a la Secretaría General Ejecutiva. Con una curiosidad: volvió con 447 fojas en vez de 458 fojas. Algo quedó en el camino. Por eso volvió a la Presidencia de la UID, que otra vez lo remitió a la Secretaría, pero esa vez sí con 458 fojas. Aunque no surge de la hoja de ruta si eran las mismas 11 fojas faltantes.
Para esa fecha, además, se había desatado la tormenta. El 25 de mayo -es decir, cinco días antes de que Sbattella resucitara el expediente-, Clarín había revelado: "Escándalo entre los Schoklender. Se pelearon y Sergio se fue de la Fundación de las Madres".
Sbattella afirmó entonces que faltaba "tener un delito precedente para poder avanzar" con el caso. Pero en cuestión de días cambió de parecer y dijo que había "elementos" para denunciar y remitió a la Justicia todo lo que tenía. Es decir, el principal, el complemento y los anexos, que habían armado los analistas por debajo de sus radares. Y ese vuelco, de la parsimonia al vértigo, también quedó expuesto en la hoja de ruta que obtuvo LA NACION.
En un solo día, el 31 de mayo, el expediente pasó por la Presidencia de la UIF, la Secretaría, la Dirección de Análisis, su par de Asuntos Jurídicos, la de Análisis otra vez, la de Jurídicos una vez más y la Secretaría General, que al día siguiente lo remitió a Tribunales.