El pulso político. El oráculo electoral
LA NACION
Quiérase o no, los analistas de opinión pública y sus encuestas se han convertido en las instancias previas a un acto electoral en una suerte de oráculo de la Antigua Grecia. Son para no pocos dirigentes políticos como las pitonisas o los sacerdotes que daban una suerte de veredicto de Dios a las consultas que se efectuaban ante sus ídolos.
La falibilidad de las encuestas como mecanismo para pronosticar lo que sucederá existe, por cierto. Existe en tanto que los sondeos de opinión pública sólo pueden ser una radiografía de un momento, que en ocasiones puede modificarse dramáticamente en cuestión de días u horas.
Pero más allá de esas limitaciones, hay cuestiones que parecen insoslayables en el análisis político preelectoral.
- Néstor Kirchner emergerá de los comicios con mayor legitimidad que cuando asumió la presidencia de la Nación con apenas el 22% de los votos positivos en 2003.
- El Presidente mejorará su situación en el Senado de la Nación y también tendrá un bloque de diputados nacionales propios sensiblemente mayor al actual. Se estima que los aproximadamente 62 que hoy se declaran kirchneristas podrían convertirse en un centenar, sumando a diputados que responden a gobernadores peronistas cercanos a la Casa Rosada.
- El duhaldismo, que hoy recluta a unos 35 diputados, vería mermar ese número, probablemente a menos de 30 tras el 10 de diciembre. Si la lista liderada por Hilda Duhalde no supera el 20 por ciento de votos, el famoso aparato duhaldista dejaría definitivamente de tener peso específico en el orden nacional.
- Con todo, el oficialismo deberá anudar acuerdos con sectores de la oposición o con diputados del PJ no kirchneristas para asegurarse el quórum (129 bancas). Si, como parece, el duhaldismo forma un bloque separado del sector justicialista mayoritario, Kirchner tendrá una situación menos cómoda en la Cámara baja que cuando gozaba los beneficios de su alianza con Eduardo Duhalde.
- De cualquier forma, la posición del kirchnerismo en Diputados distará de ser dramática. No debería costarle mucho hallar aliados ocasionales en cada votación. Claro que eso demandará un Presidente más abierto al diálogo y a la búsqueda de consensos que hasta ahora.
- Por el lado de la oposición, parece claro que una victoria de Mauricio Macri en el difícil distrito porteño lo catapultaría al liderazgo del centroderecha en el país y a una eventual interna abierta con el mandatario neuquino Jorge Sobisch de la que ya se habla para 2007, aun cuando el presidente de Boca sólo aspire ahora a luchar por el gobierno de la ciudad.
- Un triunfo de Elisa Carrió, en cambio, supondría la presencia de un polo progresista que molestaría al kirchnerismo, en especial si se integra al socialismo de Hermes Binner, algo que aún requiere recorrer un largo camino.
lanacionar
Conforme a los criterios de
Más información