El peronismo, entre la pérdida de las mayorías y el debate a cielo abierto sobre el rumbo del Gobierno
El 17 de octubre lo encuentra en una crisis del sistema de poder que ideó Cristina Kirchner; la ineficacia del liderazgo “bifronte” con Alberto Fernández; la opinión de reconocidos analistas
Mientras la coalición gobernante intentará en la faz pública, a partir de la celebración del 17 de octubre, recrear la mística peronista tras la dura derrota en las PASO, una discusión más subterránea se registra entre funcionarios, dirigentes y pensadores sobre el futuro del movimiento. Allí surge la inquietud por la pérdida de sintonía con las grandes mayorías y se debate si llegó a un punto de agotamiento el liderazgo kirchnerista en la vanguardia del espacio.
El hecho de que el peronismo haya sacado menos de un tercio de los votos a nivel nacional, pese a que se presentó a las primarias con formato de unidad y en control del aparato estatal, abrió también el interrogante de si experimenta una declinación de carácter estructural. En palabras del historiador Pablo Guerchunoff, las fuerzas políticas tienen un “ciclo de vida” y por más representativas que hayan sido, pueden terminar siendo un sello si no logran redefinirse.
Consultados por LA NACION, algunos de los principales analistas del país relativizaron la imagen del “peronismo agonizante”, pero advirtieron que continuará achicándose su base electoral en la medida en que no encuentre la manera de mejorar la realidad de sus adherentes. “El peronismo es hoy una fuerza política que no ha encontrado el camino para resolver la crisis, lo cual licúa su propio núcleo”, dijo en ese sentido Alejandro Horowicz.
El ensayista, autor del clásico “Los cuatro peronismos”, afirmó que “ya no existe la base material” que posibilitó el surgimiento del partido fundado por Juan Domingo Perón. “La clase obrera de 1945 era fordista. Esa fábrica no existe más y esa clase obrera tampoco. Ahora China es la fábrica del mundo”, sostuvo Horowicz. “Creer que se puede volver en esa dirección es propio de quien no comprende la marcha general de la historia”, alertó el pensador.
“La Argentina fue industrial hasta 1975, luego importa y se endeuda”, describió por su parte Julio Bárbaro, que fue diputado nacional en la década del ´70. Y completó el razonamiento: “Si no hay sustitución de importaciones, entonces no hay clase obrera sino subsidiados”. Esa situación lleva actualmente al peronismo a tener su base de sustentación partida entre los trabajadores sindicalizados y los que integran los grupos que facilitan los planes sociales.
Con un agravante, que introdujo Gustavo Marangoni. “El consumo y el ingreso de los salarios medidos en dólares están en valores históricamente bajos”, precisó el politólogo que encabezó el Banco Provincia en tiempos de Daniel Scioli como gobernador. Eso provocó que una parte de los trabajadores cayera debajo de la línea de pobreza, un fenómeno que se observa en los conurbanos de las grandes urbes, donde el Frente de Todos perdió muchos “votos propios”.
De ahí que buena parte de la discusión interna del oficialismo pase, tras la derrota electoral, por el rumbo de la economía. “El kirchnerismo particularmente hace doctrina del consumo y el ingreso de los salarios”, hizo notar Marangoni. La cristalización de la pobreza no sólo tiene efectos económicos sino también políticos: si el peronismo no ofrece mejoras a su base electoral, entonces ésta puede buscar salidas alternativas por izquierda o por derecha.
Los ejemplos están a la vista en la provincia y la ciudad de Buenos Aires. No obstante, Jorge Asís aseguró que el PJ no perdió sintonía con su base histórica, sino que lo hizo la “vertiente” que lo lidera. Así, el escritor y periodista afirmó que “lo que está agotado es el Gobierno de La Doctora que preside Alberto” y no el movimiento en sí mismo, que a su juicio “solo puede evitar el fracaso con los pilares del peronismo clásico: gobernadores, minigobernadores y sindicatos”.
En ese punto coincidió otro exfuncionario menemista, Jorge Raventos. “Las PASO mostraron que el sistema de poder que llevó a Fernández a la Presidencia está en crisis y no le funcionó a la base peronista, pero de esto no habría que deducir que el peronismo perdió definitivamente esa base”. Por el contrario, sostuvo, eso “generó una reacción que se pone de manifiesto en el paso al frente de los referentes territoriales, los sindicatos y los movimientos sociales”.
“La crisis de este sistema de poder es la crisis del sistema que construyó Cristina Kirchner”, especificó Raventos, miembro fundador del Centro de Reflexión para la Acción Política Segundo Centenario, junto a Jorge Castro y Pascual Albanese. Más tajante fue “el turco” Asís: “El kirchnerismo cesó con (Néstor) Kirchner. Lo que queda ahora es un doctorismo con un frepasito tardío. Y con el peronismo escenográfico como rehén”, definió con su habitual estilo.
La politóloga María Esperanza Casullo hizo foco en el “liderazgo bifronte” que, a su criterio, caracteriza al Frente de Todos. “Ningún partido político argentino funciona bien así, mucho menos lo puede hacer el peronismo, en el cual siempre ha estado fusionado el liderazgo del presidente con el liderazgo del partido”, advirtió. Y analizó que eso le impide al oficialismo “desarrollar un discurso unificado para explicar y legitimar las acciones de gobierno”.
La fusión entre la Presidencia y la jefatura partidaria es una vieja tradición peronista. Alberto Fernández quiso implementarla pero ahora, ante la posibilidad de que la derrota se repita en noviembre, muchos invocarán la “ley de oro” según la cual el titular del partido renuncia luego de haberlo llevado a la derrota. Ya lo hizo Néstor Kirchner en 2009, cuando fue vencido en la Provincia. Las miradas se posan también sobre Máximo Kirchner, quien asumió el PJ bonaerense.
Fernández ensaya una explicación puertas adentro: le tocó en suerte “el contexto más difícil que haya tenido un presidente en generaciones”, a raíz de la pandemia de coronavirus. Pero Cristina y Máximo tienen una mirada más económica de por qué la gestión no funciona. “La vicepresidenta habla de ajuste y (el ministro de Economía, Martín) Guzmán le contesta que es reducción de déficit; esa diferencia es más que coyuntural”, ejemplificó Marangoni.
“El peronismo, una vez que construye una jefatura, se inclina ante ella. El problema es que ahora existe una jefatura solamente nominal”, señaló por su parte Horowicz, quien sumó una mirada más estructural: la autarquía económica, como la que propone un sector del oficialismo, “ya no es un camino a recorrer”. El ensayista formado en la corriente de Jorge Abelardo Ramos agregó: “Perón no chocaba con el mundo, sino con quienes no lo entendían”.
Con otra mirada, Bárbaro dijo que el oficialismo se puede estar poniendo a tono con aquella visión estratégica de Perón y afirmó que “el liderazgo lo tiene ahora (el jefe de Gabinete Juan) Manzur, que nos saca de la estupidez de ir hacia China y Rusia. Y prioriza la relación con Estados Unidos e Israel”. En la visión de Asís, se trata de armar “un modelo de capitalismo con justicia social”, que –recordó- “se propuso desde otra visión del peronismo”.
De hecho, el peronismo osciló entre los disímiles liderazgos de Carlos Menem, Néstor y Cristina Kirchner en los últimos 30 años. Más inclinado a la derecha o a la izquierda, pero siempre como una fuerza de grandes mayorías. La pérdida de apoyo electoral –sacó sólo el 30% a nivel nacional- encendió las alarmas internas. “Las PASO marcaron un piso histórico de votos, pero habrá que ver qué pasa en noviembre y en 2023 para tener una tendencia consolidada”, previno, por último, Casullo.
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