La visita presidencial: almuerzo protocolar en el Palacio Real. El rey Juan Carlos I elogió la marcha de la economía
A la vez, ponderó el liderazgo de Kirchner
MADRID.- El poder económico de España nombre por nombre, el presidente del Gobierno, medio gabinete, los dueños de medios de comunicación La lista de personalidades que el rey Juan Carlos I convocó ayer para agasajar a Néstor Kirchner en el Palacio Real era una muestra en sí misma del espíritu del monarca por respaldar a la Argentina.
Por si faltaba énfasis, el breve discurso que pronunció para abrir el almuerzo dejó una frase rotunda: "Gracias a vuestro liderazgo y al esfuerzo compartido de todos los argentinos podemos afirmar, con admiración y con orgullo, que la Argentina ha logrado superar, en muy pocos años, la grave situación de crisis en la que se vio sumida".
Fue un apoyo contundente aunque algunos de los empresarios presentes -sobre todo los que tienen negociaciones pendientes con la Argentina- sintieron que era un elogio con doble filo.
No les sonó casual que el rey diera por superada la emergencia en la que se basaron medidas como el congelamiento de tarifas y el default de una deuda bilateral con España por casi 900 millones de dólares.
No habrá aclaración alguna de la Casa Real. Más bien quedará el gesto fuerte de recibir con tanta deferencia al presidente argentino y marcar el tono de la visita.
"A esa envidiable interrelación se añaden hoy nuevos intercambios, importantes lazos económicos y nuevas generaciones de empresarios y profesionales que se han establecido en nuestros países", dijo. Y agregó que confía "plenamente" en el futuro de la Argentina.
Atronaron los aplausos cuando el rey terminó su discurso de bienvenida.
Kirchner lo retribuyó con palabras de agradecimiento. Habló de la "solidaridad dada a los argentinos durante el horror de la dictadura del 76 y durante la crisis profunda de 2001". Antes, Kirchner y Juan Carlos I habían estado reunidos durante una hora en el Palacio de la Zarzuela, la residencia de los reyes.
Muestra de cariño
"Hubo una muestra de cariño muy fuerte y nos dijo lo bien que veía la recuperación argentina y la situación de las inversiones españolas", relató anoche el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
De la Zarzuela, los jefes de Estado partieron al Palacio Real, en pleno centro de Madrid. Juan Carlos paseó a Kirchner por el majestuoso edificio, pasaron solos por delante del trono y se acomodaron en la antesala de donde iban a comer para cumplir con el pasamanos.
Se sumaron Cristina Fernández de Kirchner, la reina Sofía, el príncipe Felipe y la princesa Letizia. De a uno fueron pasando el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, sus ministros y una cantidad de ejecutivos que representaban el 70 por ciento del PBI español.
Obligados por el protocolo, los Kirchner soportaron con algo de incomodidad los apretones de manos y las reverencias de más de 150 personas.
Ante el rostro serio del rey, el Presidente bromeó cuando le tocó saludar a sus propios ministros y los trató como si fueran celebridades. "¿Cómo le va, jefe de Gabinete?", dijo cuando pasó Alberto Fernández, con quien pasa más de la mitad del día en la Casa Rosada.
Cristina Kirchner -tapado de verano de seda fucsia y vestido color natural- cada tanto le tocaba el hombro a la reina y le hacía comentarios por lo bajo. Sofía asentía en silencio.
Cuando le llegó el turno a Antonio Brufau, el presidente de Repsol, Kirchner lo saludó con una sonrisa y un gesto de aprobación. La petrolera prevé anunciar hoy un aumento de sus inversiones en la Argentina.
Cambió a la frialdad cuando le tocó estrechar la mano al empresario argentino Santiago Soldati (amigo del rey).
Fue larga la ceremonia y no faltaron los tropiezos con las reglas del protocolo.
Besos a la reina
El ministro de Planificación, Julio De Vido, prefirió darle un beso a Cristina Kirchner cuando pasó delante de ella. El siguiente en la lista, el diputado peronista José María Díaz Bancalari, lo imitó pero no se limitó a la primera dama: besó a la reina y a Letizia Ortiz. Las dos se quedaron de piedra por el gesto inusual del diputado bonaerense.
Los alabarderos les franquearon el paso a los invitados y a los reyes. Pasaron a comer y en la mesa siguieron los elogios y las promesas de mejorar la relación bilateral.
Kirchner se fue feliz por el discurso de Juan Carlos I frente a semejante auditorio. Y siguió la gira palaciega en El Pardo, donde le tocó a él ser el anfitrión de muchos de los que ya habían compartido de lejos el almuerzo que pudo haber marcado el tono de la visita.
"El clima con España es otro", resumían anoche en la comitiva argentina.