El valijero de poder fugaz que inquieta a los Kirchner
Fariña conoció a Báez en 2010 y desde entonces amplió sus vínculos
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A Leonardo Fariña se lo conoce hoy como el valijero que participó de la trama de la denominada ruta del dinero K. Se ganó ese apelativo después de reconocer en televisión que cargaba bolsos repletos de dinero que habrían sido parte de una presunta maniobra de lavado de dinero que involucraba al empresario santacruceño Lázaro Báez , a quien conoce desde 2010.
Contador a mitad de camino (le faltan cuatro materias), Fariña tuvo la audaz capacidad de crecer a partir de vender contactos y negocios sin dinero en el bosillo. Así llegó a Báez. Y a muchos otros tantos empresarios y políticos. Hasta se lo llegó a vincular como presunto hijo natural de Néstor Kirchner .
Tendió su primer puente con Báez cuando viajó a Santa Cruz para vender un contrato de leasing para camiones. Al poco tiempo, con la ingeniería de un fideicomiso, se convirtió en uno de los responsables de administrar el dinero que circulaba por Austral Construcciones.
A partir de ahí, su evolución fue notoria y su vida dio un giro: se movilizaba en autos de lujo y montó su base de operaciones en los mejores restaurantes de las zonas más exclusivas. Se reunía allí con empresarios y hasta barrabravas. Luego llegó el casamiento con la modelo Karina Jelinek y su perfil era extremadamente alto. Se había lanzado al estrellato, con fajos de dinero ajeno, decían. Desde su entorno, amigos y gente que había trabajado con él, abonaron esa teoría. "Si no se muestra, lo matan", dijo el empresario Carlos Molinari, quien lo empleó a sueldo, además de pagarle su lujosa fiesta de bodas con Jelinek.
Después de su luna de miel por Italia, su situación dio un vuelco. Empezaron los problemas económicos y estalló una interna entre el rompecabezas de personajes que frecuentaba la financiera SGI, que era dirigida por Federico Elaskar. Para ese entonces, Daniel Pérez Gadín, un hombre de Báez, ya había dado un ultimátum por faltantes de dinero.
La caída de Fariña fue constante. Sus amigos tomaron distancia y los problemas en SGI repercutieron en su vida privada, que también cayó en desgracia. Se separó de Jelinek y fue protagonista de varios episodios confusos y polémicos, sobre todo cuando la policía lo detuvo a bordo de un auto de alta gama que no le pertenecía.
Tal vez acorralado, en 2013, Fariña dio detalles de las presuntas maniobras de lavado de dinero que se orquestaban desde la financiera SGI, después conocida como La Rosadita. Fue en una cámara oculta que se transmitió en el programa PPT, de Jorge Lanata. Por entonces, con el kirchnerismo aún en el gobierno sus declaraciones fueron como una bomba al poder. Lo asimiló y se desdijo. Habló de ficción.
Sin embargo, hace unas semanas, después de conocerse los videos de SGI en los que aparece el hijo de Lázaro Báez y otros personajes contando dinero, Fariña volvió a hablar. Esta vez lo hizo por teléfono, desde el penal de Ezeiza, donde está preso hace dos años por evasión impositiva y cuya causa se dirime en un tribunal oral de La Plata, su ciudad. Recientemente, le rechazaron el pedido de excarcelación.
"Te pido disculpas por el daño que puedo haber causado, a vos y a todos los que afecté con esto", le dijo al periodista Jorge Lanata, que lo escuchaba del otro lado de la línea. Y Fariña agregó: "Ahora, mi mejor estrategia es decir la verdad". Ayer, empezó a contarla.
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