El vice y Echegaray, una rivalidad tan antigua como vigente
El caso Ciccone terminó de fracturar la relación; ambos se acusan entre sí de irregularidades
Se conocen desde hace 30 años y se recelan desde entonces. El vicepresidente Amado Boudou y el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, acumulan chicanas, zancadillas y acusaciones cruzadas por negocios indebidos, según reconstruyó LA NACION de allegados a ambos funcionarios durante meses.
Ambos militaban en Mar del Plata, dentro de la UPAU, pero con perfiles muy distintos. "El Negro" Echegaray descollaba en la Facultad de Derecho por sus frases incendiarias. Y "Aimé" Boudou dividía su tiempo entre la Facultad de Ciencias Económicas y su pasión por pasar música en boliches.
Echegaray se recibió de abogado y enfiló hacia Punta Alta, donde debió sobrellevar su primera tormenta por el llamado Grupo Los Cóndores, una suerte de cooperativa de plomeros, carpinteros, electricistas y obreros que juntaron dinero para colaborar en la reconstrucción de Kuwait tras la primera Guerra del Golfo. Pero todo terminó mal. El cabecilla, Roberto Nicolás Lucero, se fugó con los ahorros y tiempo después la Justicia lo condenó a cuatro años y dos meses de prisión.
Dueño del estudio jurídico donde se cobraban las cuotas de los "cóndores" que jamás llegaron al Medio Oriente, Echegaray enfiló luego hacia el Sur, donde pronto se contactó con Rudy Ulloa y ejerció como abogado de Gotti Hermanos, la firma que luego adquirió Lázaro Báez y que terminó siendo investigada por la AFIP por facturación falsa por más de $ 400 millones.
Boudou, mientras tanto, sobrellevó sus propios contratiempos en Mar del Plata, donde además de trabajar como disc-jockey asumió como gerente y luego gerente general de la empresa monopólica de recolección de basura de la ciudad, Venturino, que terminó por quebrar. Pero ya recibido, él siguió su camino entre el Municipio de la Costa -donde afrontó sus primeros traspiés con la Justicia y el Tribunal de Cuentas bonaerense-, y la Anses.
El punto de inflexión -y de reencuentro- para ambos llegó con el kirchnerismo, al que ninguno de los dos adscribía. Echegaray aún es recordado en Mar del Plata por sus diatribas de derecha, mientras que Boudou llegó a dar clases en la Universidad del Cema, ícono del liberalismo económico local.
Pero con los Kirchner en la Casa Rosada, ambos vivieron en continuo ascenso, mientras varios amigos o conocidos en común actuaban de vasos comunicantes. Entre otros, el socio de Boudou, José María Núñez Carmona, el también marplatense Rodolfo Usuna, un viejo conocido de la Marina de Echegaray, Sergio Vargas, y el jefe de ambos en la UPAU marplatense, Fernando Villaverde.
Los recelos recíprocos -que por momentos mutaron por desprecio explícito- se potenciaron por las acusaciones cruzadas -pero siempre solapadas- sobre negocios opacos en sus respectivas funciones públicas. Pero el punto de inflexión llegó con el "caso Ciccone".
Junto a Boudou le endilgan a Echegaray negociar con los Ciccone una moratoria excepcional a través de Villaverde y Usuna a mediados de 2010, es decir, un año y medio antes de que explotara el escándalo. Pero esa versión choca con la que alientan desde la AFIP: que Núñez Carmona, el socio del entonces ministro de Economía, fue quien se movió en las sombras.
Desde la AFIP fueron más allá sobre Boudou y Núñez Carmona, al punto de presentar un reporte de operación sospechosa (ROS) ante la unidad antilavado (UIF) cuando el socio de "Aimé" blanqueó más de $ 7 millones con la primera ley de moratoria y blanqueo que impulsó el Gobierno.
Tras el estallido del escándalo, sin embargo, las diferencias y recelos salieron a la luz. Echegaray aportó a la Justicia, sin objeción ni dilación alguna, la copia del expediente interno de la AFIP en la que consta que él le indicó a Boudou que su opinión sería "determinante" para definir si le otorgaban a la nueva Ciccone, liderada por Alejandro Vandenbroele, una moratoria excepcional.
Junto a Boudou replican que si alguien impulsó esa moratoria indebida fue Echegaray, a través de su entonces jefe de Gabinete en la AFIP, Rafael Resnick Brenner, a quien el juez federal Ariel Lijo terminó por procesar.
Pero también deslizan junto al vicepresidente que si el magistrado no avanzó sobre "el Negro" fue por una supuesta negociación incomprobable con Vargas.
Los últimos dos capítulos de la puja entre ambos ocurrieron dentro de la AFIP y en la Justicia. Dentro del organismo, se completó la investigación sobre Action Media, una firma vinculada al vicepresidente, por facturación falsa.
Y en Tribunales, Resnick Brenner acusó al jefe de Gabinete de Boudou en el Palacio de Hacienda, Guido Forcieri, de mostrar un inusitado interés por la resurrección de la ex Ciccone, lo que le valió a Forcieri el procesamiento. Ahora, cerca de Boudou prometen una devolución de gentilezas.
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