El vicepresidente quiso mostrar que no se dejará presionar
Cerca de él dicen que le molesta ser el "chivo expiatorio" del Gobierno
"Cobos está más tranquilo y seguro que nunca con lo que votó el Senado, pero a nadie la gusta que lo insulten por cadena nacional."
La frase, que confió un colaborador del vicepresidente a LA NACION, grafica la mezcla de sensaciones que ayer tenía Julio Cobos.
Está claro que el vicepresidente está decidido a defender la media sanción a la ley del cheque que los senadores de la oposición aprobaron en la madrugada del jueves.
"La media sanción está firmada y enviada a Diputados", informaron muy cerca del vicepresidente. La decisión de Cobos de ignorar el consejo del kirchnerismo de "mandar el proyecto al archivo" dejó claro que no retrocederá en la iniciativa que coparticipa fondos del impuesto al cheque con las provincias. De ningún modo iba a mostrarse cediendo ante las presiones, dicen en su entorno.
"Lo que se hizo es legítimo, es legal, no tenemos ninguna duda", explicó un asesor del vicepresidente. Uno de los argumentos de Cobos es que una asignación específica como la que se discutió en el Senado requiere mayoría absoluta para su constitución o modificación, pero no para su derogación, como sucedió en la Cámara alta.
Pero a pesar de su certeza y aunque Cobos no lo diga, hubiera preferido que el cuestionado proyecto pasara a comisión, como él mismo lo pidió en la madrugada de la votación.
El vicepresidente pensaba que con esa estrategia se podrían haber asegurado el voto de tres senadores oficialistas que simpatizaban con el proyecto opositor: Luis Viana (Misiones), que pedía una modificación para coparticipar el impuesto con los municipios; Guillermo Jenefes (Jujuy), de viaje por el exterior; y María José Bongiorno (Río Negro), ausente por enfermedad.
Cobos creía que si esperaban una semana más la oposición hubiera podido subir los 35 votos que exhibió hasta 38, y así evitar las críticas e impugnaciones del kirchnerismo.
Pero los jefes del peronismo disidente y del propio radicalismo no estaba dispuestos a irse del Senado sin una victoria contante y sonante, y tampoco confiaban en que el kirchnerismo se cruzara de brazos a esperar una derrota.
Más allá de matices, la venia final de Cobos a la oposición desató la ira oficial (ver aparte), una reacción que al vicepresidente nunca le cae bien y lo hace quejarse en público y en privado de ser "el chivo expiatorio" de cualquier problema del Gobierno.
En contra de la sensación del propio Cobos, en su entorno ayer celebraban la nueva embestida del Gobierno. "No nos molesta para nada que su principal crítico sea Hugo Moyano, lo raro es que todavía no haya salido Luis D´Elía", ironizaba ayer un cobista, que sostiene que el vicepresidente crece en las encuestas cuando ellos lo critican.
Con ese mar de fondo, Cobos eligió el silencio. Por la mañana visitó la obra del Padre Mario Pantaleo, en La Matanza, y después tuvo actividades protocolares en el Senado.
En cambio, fue el jefe del cobismo en Diputados, el bonaerense Daniel Katz, el encargado de responderle al bloque kirchnerista, Agustín Rossi, que había asegurado que "no alcanzarán los días" para arrepentirse de haber puesto a Cobos como vicepresidente. "Son los argentinos los que están arrepentidos de haberlos votado a ellos", retrucó Katz, después de recordarle la derrota de las últimas elecciones.
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