En bicicleta, en auto o a pie, fueron a trabajar pese al paro
"Fui para que no me descuenten el día. De lo contrario, estaría en mi casa de paro", explica en pleno centro porteño Melisa Rizzuto, una vendedora de seguros de 24 años. Faltar representaría 700 pesos menos en su próximo recibo de sueldo, algo que quiso evitar pese a estar a favor de la medida de fuerza. Para llegar desde Palermo, tomó un remise que le pagará la empresa en la que trabaja.
Como ella, muchos ciudadanos hicieron lo posible para ir a trabajar ayer. En remise, Uber, moto, bicicleta o hasta caminando, buscaron la forma de concurrir a sus puestos de trabajo en una jornada complicada sin transporte público.
"Si no trabajo, no como, no me visto, no tengo cómo pagar un lugar para dormir", dice José González, un vendedor ambulante de algodón de azúcar que camina en una calle Florida asombrosamente vacía.
Algo similar expresó Ana Romio, que trabaja como administrativa en una casa de iluminación en Estado de Israel y Yatay. Caminó 32 cuadras desde su casa, en San Martín y Apolinario Figueroa, Caballito. "Necesito trabajar, tengo 55 años y si no lo hago, no como", afirmó.
"Me parece que la crisis no se combate parando, sino yendo a trabajar", dice Agustina de la Cuesta, empleada bancaria que llegó a trabajar desde Belgrano al centro en un remise que le pagará su empresa.
Lucía Dumais siente que como trabaja en un servicio a la comunidad no puede darse el lujo de faltar. Abogada, llegó al Poder Judicial de la ciudad en su bicicleta anaranjada, como todos los días. "No es que uno no tenga derecho a reclamar. Puedo estar o no de acuerdo con la situación económica y reconocer que hay una situación de crisis, pero me parece que, como están las circunstancias, si no ponemos todos el hombro, no salimos adelante más", expresó.
Salvo por la ausencia de colectivos, como en muchos barrios porteños o en ciudades del interior el paro no se notó en Caballito. En la zona de Rivadavia y Acoyte, casi todos los locales comerciales estaban abiertos. Las calles estaban llenas de personas que paseaban, y en el Parque Rivadavia muchos aprovechaban para tomar sol o hacer deporte.
Restaurantes, bares, pizzerías, locales de ropa, farmacias, todo estaba abierto. Desde grandes marcas, como Carrefour, Nike, Dexter, McDonald's, Mostaza, Farmacity, Ribeiro y Havanna, hasta pequeños comercios barriales. También circulaban taxis y las infaltables bicicletas de reparto. Incluso la sucursal del Banco Provincia de Rivadavia y Acoyte estuvo abierta hasta las 15.
"Algunos vinimos caminando; a otros los acercó un compañero en auto. Vine porque es necesario trabajar", señala Luciano Olivera, vendedor de un local de ropa masculina sobre la avenida Rivadavia.
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