En Comodoro Py buscan acomodarse al cambio de poder en la Corte Suprema
Lamentando la salida de un interlocutor frecuente y al mismo tiempo expectantes ante la posibilidad de que se abran nuevos canales de comunicación con la cúpula del Poder Judicial. Así reaccionaron los jueces federales de Comodoro Py 2002 ante el alejamiento de Ricardo Lorenzetti como presidente de la Corte Suprema de Justicia y la llegada de Carlos Rosenkrantz como su sucesor.
Lorenzetti, desde la presidencia de la Corte, mantenía diálogo fluido con el presidente de la Cámara Federal, Martín Irurzun; los jueces federales Ariel Lijo , Julián Ercolini y el camarista de Casación Mariano Borinsky. Hoy ese nexo institucional, esa polea de transmisión de algunas de las políticas del Poder Judicial, quedó trunco, aunque se descuenta que Lorenzetti seguirá manteniendo sus canales de comunicación desde su vocalía, con otro peso.
No obstante, en Comodoro Py, ya sea entre los jueces federales del cuarto y quinto piso como en la Cámara de Casación y en la Cámara Federal, ya están pensando en cómo acercarse a Rosenkrantz, que para la mayoría es un misterio inexpugnable. Muerto el rey, viva el rey.
"Vamos a ver qué sucede, hay que esperar y ver cómo posicionarnos", explicó un magistrado. Es una incógnita cómo establecerá esa relación institucional con el resto del Poder Judicial, y esperan algún gesto que los oriente para encaminar sus próximos pasos. Descuentan, sí, que el trato será diferente y apuestan a que sea menos distante que el que imponía Lorenzetti en sus reuniones, actitud que le valió entre algunos jueces el apodo de "el obispo". Sus modos eran habituales aun en las reuniones privadas en su despacho, donde no se permite el acceso con teléfonos celulares.
Comodoro Py y la Corte se necesitan mutuamente, por lo que los federales confían en que se establecerá un canal de comunicación. Es usual el peregrinaje de los jueces federales hasta el despacho del presidente de la Corte en el Palacio de Tribunales cuando tienen una causa muy compleja entre manos para pedir uno o dos contratos más y reforzar la dotación. Claudio Bonadio fue el último que consiguió lo que fue a pedir.
La Corte, como cabeza del Poder Judicial, imparte políticas de Estado y se nutre de información. En Comodoro Py no fue una sorpresa la salida de Lorenzetti. "Crónica de un alejamiento esperado", simulaban titular ayer encumbrados magistrados, abusando del lugar común periodístico. En el análisis generalizado veían que la llegada de Rosenkrantz y de Rosatti a la Corte terminaría modificando la presidencia del cuerpo.
Los funcionarios de Comodoro Py tienen diferentes visiones cuando hablan de las razones que habrían llevado a Lorenzetti a dejar la cumbre del poder. Algunos mencionan que la situación de tirantez con sus colegas lo llevó a creer que adelantando la votación de presidente de la Corte iba a conseguir otra reelección. Y no se dio.
La otra visión es que Lorenzetti negoció su salida porque no quiere ser el juez del ajuste que ya dan por sentado. El primer síntoma se sintió hace unas semanas cuando el presidente de la Cámara de Casación, Eduardo Riggi, convocó a sus colegas y les pidió que en el plazo de una hora le llevaran los nombres de cuatro contratados a los que debía dar de baja. El mensaje había llegado de Héctor Daniel Marchi, el administrador de la Corte. No tuvo éxito: los jueces resistieron, pero es la política que se viene.
A ello se le suma la presión del Gobierno para que el ajuste lo pague también el Poder Judicial. Promueve cambios en el mecanismo de jubilaciones, aumentos en los aportes, en la edad jubilatoria y la reducción del beneficio del 82 por ciento móvil. También están pendientes la discusión sobre Ganancias, el horario judicial y las vacaciones de 45 días.
Los que temen que Rosenkrantz sea permeable al ajuste deseado por el Gobierno recuerdan que fue propuesto por Macri para la Corte y estaba dispuesto a asumir el cargo en comisión cuando el Presidente intentó nombrarlos a él y a Rosatti por decreto, sin acuerdo del Senado.
El 1° de octubre, cuando Rosenkrantz asuma como presidente, se verá, sobre todo, si mantiene la actual estructura de la Corte, el organigrama y a los funcionarios claves de las áreas más sensibles.
Al mismo tiempo, la nueva conformación de poder en la Corte, con Rosenkrantz como presidente, Rosatti dándole apoyo por un lado y Lorenzetti con el apoyo de Juan Carlos Maqueda por el otro, deja en una posición de fortaleza a la jueza Elena Highton. Ya consiguió quedarse más allá de los 75 años, abarca cada vez más áreas ligadas a las cuestiones de género y trata, y se convirtió en el fiel de la balanza, pues su voto puede cambiar las mayorías.
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