En el juzgado buscan despejar contradicciones con los testimonios de la novia y el hermano de Huala
Quieren ratificar o desacreditar las diferentes versiones que aparecen en el expediente
ESQUEL.- "Dos mundos opuestos: mapuches vs. capitalismo. Si no hay solución, quemaremos su nación." Ésa es una de las tantas proclamas en panfletos secuestrados el 1° de agosto en la ruta 40 en Leleque, luego de que un Chevrolet Onix abandonó el lof, cerca de las 11 de la mañana, y minutos antes de que la Gendarmería ingresara en el predio donde se sospecha que desapareció Santiago Maldonado.
En el auto, que fue demorado varias horas a un costado de la ruta por esa misma fuerza, viajaban Nicolás Hernández Huala, de 18 años (uno de los cinco hermanos del líder de Resistencia Ancestral Mapuche, Facundo Jones Huala), junto a las mapuches Nery Garay y Soraya Guitart.
Hernández Huala, a quien se le incautó un cuchillo de entre sus ropas, además de un cuaderno con consignas políticas, folletos impresos que incitaban a la rebelión y donde se exigía la liberación de su hermano como "preso político", declarará hoy en la causa que investiga el paradero de Maldonado.
Su testimonio servirá para contraponerlo con los de otros nueve declarantes que aseguraron haberlo visto allí el 1° de agosto. También será útil para indagar sobre lo que pudiera haber observado a un costado de la ruta 40 cuando supuestamente una Ford Ranger doble cabina, sin vidrios polarizados y con caja descubierta de la Gendarmería trasladaba al joven tatuador rumbo a Esquel, como declaró el mapuche Matías Santana.
La cantidad de pormenores que ya suma esa causa sirve de sustento para ratificar o desacreditar muchas de las versiones pasadas y futuras.
A la espera de un juicio oral, luego de que la Cámara confirmó el procesamiento que le dictó el juez Guido Otranto a principios de año, Hernández Huala será juzgado por varios delitos: abigeato de ganado lanar perteneciente al grupo Benetton, impedimento del paso del expreso patagónico La Trochita, resistencia a la autoridad, daños y lesiones. Una causa sensible vinculada a la actuación de RAM.
También hoy el juez escuchará a la novia de Jones Huala, Andrea Millañanco, la encargada de alertar a los organismos de derechos humanos sobre el ingreso de la Gendarmería al lof y de impartir directrices sobre cómo debían actuar los encapuchados una vez que se ocultaron en la otra vera del río, según fuentes de la investigación.
La clave en el testimonio de Millañanco radicará en su precisión sobre el momento exacto en que tomó conocimiento de la ausencia del joven. Sobre precisiones temporales también abundaron infinidad de contradicciones en los testigos. En la mayoría de los casos -dijeron las fuentes- sindicaron horarios incongruentes que no pudieron explicar por qué después los encapuchados realizaron amplios rastrillajes por el territorio para buscar al joven.
Sindicada como vocera del Movimiento Autónomo del PuelMapu (MAP), de estrechos lazos con RAM, Soraya Guitart, de 45 años, de profesión titiritera y residente en Mallín Ahogado, es la mapuche que impidió el primer rastrillaje por "territorio sagrado" -según consta en el acta judicial- cuando los canes de la división Cinotecnia marcaban positivo los rastros odoríferos de Maldonado en la vera del río. Ella es también quien negó después haber obstaculizado la búsqueda del joven tatuador en el lof.
Cuentan los investigadores que apenas se detuvo el Chevrolet Onix, Huala y Guitart rompieron papeles manuscritos que los gendarmes intuyeron tendrían algún interés para la causa por la cual estaban siendo demorados: el corte de ruta del día anterior. No se equivocaron: al reconstruirlos y secuestrarles agendas con contactos telefónicos de aquí y de Chile y folletería quedaron expuestos los vínculos de al menos esos ocupantes con RAM.
Un video exclusivo al que accedió LA NACION no sólo muestra en la lectura del acta el material propagandístico vinculado a RAM, sino también la metodología que usan los mapuches para que los organismos de derechos humanos cuestionen toda acción judicial.
En la filmación se ve claramente cómo a uno de los ocasionales testigos, que debía firmar el acta de incautación de objetos a Huala, a Guitart y a Garay, le producen dilaciones durante la lectura del acta por parte de un gendarme hasta que arribe al lugar la APDH y demás instituciones que los apoyan.
"No necesito ninguna asesora? ¡Por favor! ¡No la quiero escuchar! Zánganos, manga de atorrantes", le espeta el testigo de El Maitén, Héctor Guajardo, a Guitart cuando ésta intenta en vano convencerlo de no firmar "algo que usted no vio".
Minutos después, cuando llegan los delegados de esos organismos, la presión de tres de ellos se intensifica: "Mire que después lo van a citar a declarar", dice uno. "Lo vamos a tener que contactar, deme sus datos", arremete una mujer.
Guajardo, que se introducía en la camioneta para consensuar lo que se le había leído y luego de ser demorado durante más de tres horas, concluye a los gritos: "Si estoy firmando es porque estoy de acuerdo".